La Gran Vía madrileña es una suerte de los principales estilos arquitectónicos de la primera mitad del siglo XX. Trazada en 1910 para agilizar el tráfico entre el Barrio de Salamanca y Chamberí, supuso entonces la desaparición de cuatro calles, dos conventos y un mercado, convirtiéndose pronto en uno de los lugares más emblemáticos y representativos de la ciudad.

     Durante las décadas de 1950 y 1960, la Gran Vía vivía un periodo de gran esplendor, una época dorara en la que esta arteria madrileña se abría al mundo después de las penurias de la posguerra. La calle comenzaba a soportar el tráfico de los primeros coches y a destacar como área comercial, y por la noche se transformaba con el bullicio de los estrenos cinematográficos. El gran reclamo de esta calle fueron en gran medida sus salas de cine, tanto por el valor arquitectónico de sus edificios como por las películas que en ellos se proyectaron.

La Gran Vía a finales de los años 50

La Gran Vía a finales de los años 50

     Los cines de la Gran Vía se construyeron en su mayoría entre los años veinte y treinta del siglo XX; edificios lujosos y atrayentes para una oferta cinematográfica norteamericana avasalladora, por calidad y técnica insuperables. Los madrileños acudían al cine de estreno, sábados y domingos, con la sensación de entrar en salones palaciegos de luces de neón, grandes carteles y pasillos ricamente decorados, dispuestos a disfrutar de aventuras maravillosas por encima del tiempo y del espacio. Había en la Gran Vía 13 cines entonces.

     ¿Qué ha sido de estos edificios? ¿Dónde se han quedado esas fastuosas salas de cine? Paradójicamente, el primer cine en desaparecer sería el que daría el nombre a la calle, el Cine Gran Vía, que se había inaugurado como teatro en 1913. Tres años después, pasaría a ser cine, pero el edificio primigenio fue derribado para la construcción de esta gran avenida. Un nuevo cine fue construido en su lugar, por al arquitecto Germán Álvarez de Sotomayor, e inaugurado con el mismo nombre en 1944. Hoy en día, su actividad como cine ya no se mantiene, y ha pasado a ser el Teatro Compac Gran Vía.

     Tracemos ahora un recorrido imaginario, partiendo desde su origen en la confluencia con calle Alcalá. En esencia, los edificios de antaño permanecen, lo que ha cambiado totalmente es el aspecto de la calle. Si antaño era una calle de paseo y de ocio, hoy casi casi se ha convertido en una calle de paso, totalmente comercial y cosmopolita.

     Andando la calle en dirección a Plaza España, nos encontraríamos con el desaparecido Cine Imperial, en el número 32, inaugurado junto al conjunto del edificio en 1924. En sus orígenes su nombre fue el de Cine Madrid-París, en alusión a los grandes almacenes que ocupaban el resto de este gran edificio. En 1933 estos almacenes cerraban, y el cine continuaba con sus proyecciones, pero cerraba de manera definitiva en 2002, y hoy este local alberga igualmente una tienda de modas, pero sin cine.

     Este cine era contiguo a la Sala Fontalba, concebida originalmente como teatro, pero que en 1933 se convertía en sala de cinematógrafo, ubicada en el 30 de la calle. El teatro fue derribado en los años cincuenta y en su lugar el arquitecto Luis Blanco Soler edificó un geométrico rascacielos como sede del Banco Coca. En los años noventa Federico Echevarría se hizo cargo de su proyecto de reforma. En este caso no se derribó porque la normativa urbanística ya no lo permitía. El resultado fue una reinterpretación del teatro Fontalba pero con un aire moderno, neoyorkino, y actualmente su uso es también comercial.

     Al otro lado de la calle, en el 35, estaba el Palacio de la Música, construido por el arquitecto Secundino Zuazo Ugalde en 1926, atendiendo a un encargo de la SGAE, Sociedad General de Autores y Editores. Inicialmente se construyó para sala de conciertos, aunque fue en 1928 cuando se comenzó a utilizar como sala de cine, con la proyección de películas como Lo que el viento se llevó. Convertido en multicines, cerró sus puertas en 2008 pasando a manos de la Fundación Caja Madrid, con el objetivo de reformarlo y convertirlo en auditorio de música, un ambicioso proyecto en el que se invirtieron más de cuatro millones de euros antes de su paralización. ¿Por qué? La Fundación Caja Madrid, ha dejado básicamente de existir y por tanto carece de fondos y proyectos. Se ha especulado con que Bankia, actual propietaria del inmueble, podría venderlo para la realización de una macrotienda de moda y es por este motivo que hay una recogida de firmas para salvarlo como edificio de uso cultural…Hoy sigue cerrado, tapiado.

     Justo a su lado, el Cine Avenida, en el número 37. Es un edificio de estilo clasicista construido en 1926, según proyecto de José María de la Cuadra Salcedo y Arrieta Mascarúa. Los elementos singulares de su estructura interior y exterior están protegidos. Después de su paso a multicines, cerró definitivamente en 2007, y sufrió una remodelación con el fin de adecuarse a las exigencias comerciales de la tienda de moda que ahora desarrolla su actividad en el interior.

     Ya en la Plaza del Callao, dos grandes edificios se plantan cara, el del Cine Callao y el del Palacio de la Prensa. El edificio que alberga el Cine Callao, en la plaza, no es algo ajeno a esta avenida y se integra de manera natural en ella. En su origen constituía un conjunto arquitectónico formado por una sala de cinematógrafo y un pequeño edificio de oficinas. El proyecto se debe al arquitecto Luis Gutiérrez Soto, quien buscó con su diseño un modelo de fachada lo más neutro posible, a fin de realzar las zonas centrales, dedicadas a acoger la publicidad de las películas en cartel. Para la esquina del edificio se diseñó un torreón en el que se situaba un faro luminoso anunciando el propio cine. El Palacio de la Prensa por su parte, en el número 46 de la avenida, se inauguraba en 1925. Concebido como edificio multifuncional, albergaba un café concierto, salas de cine, viviendas de alquiler y oficinas. En 1941 se reformó albergando solo sala de proyección, y posteriormente en 1991 se hizo una nueva reforma para su conversión en multisalas, hasta la actualidad. Siendo de los pocos que todavía sobrevivien realizando su función inicial.

     En el número 48 de la Gran Vía encontrábamos hasta hace bien poco un solar que en su día fue ocupado por el Cine Actualidades. En 1931 Manuel Muñoz Casayús proyectó un moderno edificio de hormigón armado con ocho alturas destinado a ser un hotel, y que contaba con un cine en su planta baja. El cine Actualidades fue una verdadera joya arquitectónica, en la que la curva era la protagonista, en un estilo Art Decó. Su pequeña fachada en esquina estaba formada por un minúsculo porche del que sobresalía, en su parte central, la taquilla. En los años 60 el edificio fue derribado para construir la sede del banco Atlántico, y posteriormente, también derribado. En el año 2011 se levantó en el solar un edificio, el primero en construirse de nueva planta en esta avenida desde 1932. Lo que antiguamente fue uno de los edificios más emblemáticos de esta calle, alberga hoy 97 apartamentos de lujo y una tienda de moda en su planta baja.

     Justo en frente del desaparecido cine Actualidades, e integrado en el Edificio Carrión, se encuentra el Cine Capitol. Este edificio de catorce plantas fue proyectado por los arquitectos Luis Martínez-Feduchi y Vicente Eced y Eced y se construyó entre 1931 y 1933. Ocupa el nº 41 de la Gran Vía y hace esquina con la calle Jacometrezo. Es de estilo art decó, utiliza materiales como mármol y granito y la decoración y los muebles corrieron a cargo de la firma Rocalo-Mac. Lo más destacable en la época fueron los adelantos tecnológicos que incorporaba, como el uso de vigas de hormigón tipo Vierendeel, y la utilización de telas ignífugas y sistemas de refrigeración, siendo el primero centralizado en Madrid y que ocupaba toda una planta. Mención de honor para el gran luminoso de la marca Schweppes en su fachada, todo un icono de la capital. Hoy en día prosigue con su actividad, albergando tres salas de proyección.

     Un poco más abajo, en la esquina del 43, el Cine Rex, hoy cerrado a cal y canto y sin proyecto a la vista. Fue un cine que se levantó en 1943, obra del arquitecto Luis Gutiérrez Soto, con un aforo para 500 espectadores.

     Y por último, en esta acera, el 57 lo ocupaba el Cine Lope de Vega. Éste se integra en un edificio que albergaba un hotel y un área de ocio. Durante la segunda mitad del siglo XX el Lope de Vega se erigió como referente de grandes estrenos, por lo que pasaban por este cine grandes personajes del mundo del espectáculo. A comienzos de este siglo toda la sala fue reformada para convertirse en lo que es en la actualidad, uno de los teatros musicales más emblemáticos y conocidos de la capital.

     Si cruzamos la calle y seguimos bajando, en el 54 nos encontramos con el Cine Rialto. El antiguo cine, hoy Teatro Movistar, culminó su construcción en 1930. El Rialto se erigió para albergar viviendas en alquiler y una sala de cine, con decoración interior de estilo neobarroco. El cine Rialto ha pasado a convertirse en la última década en uno de los teatros madrileños con espectáculos musicales más internacionales.

     Ubicado en el número 70, el antiguo Cine Pompeya fue, hasta que se remodeló como café espectáculo, un exponente más, junto al Lope de Vega y el Coliseum, del crecimiento de las salas de exhibición de los años 40. Hoy el Pompeya es una sala dedicada a espectáculos de monólogos, comedia e improvisación.

     En las inmediaciones de Plaza España, en el número 76, se inauguraba en 1939 el Cine Azul, y se remodelaba para volver a estrenarse en los años 70, por todo lo alto, con la proyección de Gritos y susurros. Se cerraría en el año 2005, para reabrir en 2008 como restaurante de una cadena de comida rápida.

     Por último, ya llegando a Plaza España, en el 78, el antiguo Cine Coliseum, hoy teatro destinado a la representación de musicales; era considerado el cine de Madrid con mejor acústica. Se integra en una monumental fachada de un edificio diáfano, y de clara influencia neoyorquina.

     Muchas cosas han cambiado desde los años del esplendor de los trece cines. Desde hace una veintena de años el cine se viene deslizando por una pendiente que ha provocado que diez de sus trece salas hayan cerrado. Los cines desaparecen y la Gran Vía languidece, pese a que el estruendo creciente de los varios miles de coches que transitan por su pavimento en un sentido y otro, hagan creer que hay vida y movimiento. Entretanto, la especulación inmobiliaria y los bolsillos crecen, arruinando a golpe de remodelación o de piqueta los edificios y espacios más emblemáticos y lujosos que un día tuvo esta ciudad y que, casi no podía ser de otra forma en Madrid, estamos perdiendo.

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