Cuando se plantea un trabajo de restauración en un lienzo de grandes dimensiones se presentan una serie de retos técnicos que no son los habituales y que requieren un perfecto conocimiento y adecuada programación de todos los procesos. La mínima intervención y la conservación cobran más que nunca sentido para este tipo de obras, y debemos elegir una metodología que tenga en cuenta las limitaciones impuestas por el formato, amén de contar con una adecuada infraestructura y equipo técnico.

     Este tipo de obras viene condicionado generalmente por un estado de conservación deficiente, por lo que presentan una serie de patologías características. Esto es debido a las dificultades que presentan no sólo su almacenaje y manipulación, sino también, y por lo que se refiere a su exhibición, el requerimiento de métodos de montaje y de sujeción muy concretos. En la exhibición de un gran formato cobra especial importancia el uso de un bastidor adecuado, que permita que la tensión de la tela se reparta de manera uniforme y en el que se pueda regular este tensado. Esto no es lo habitual en los bastidores tradicionales de ángulos móviles con cuña, donde se carga la mayor parte de las tensiones a las esquinas, provocando con el tiempo deformaciones indeseadas. A mayor tamaño de lienzo, más acusada será esta deformación. Estas deformaciones han originado roturas y fatiga en la tela, y en el pasado, con un afán de dar una mayor estabilidad a estos soportes, se optaba por reentelados. Estas intervenciones, con el tiempo, han agravado el problema.

     En muchos casos, desafortunadamente, la mala conservación de estos lienzos de gran formato han provocado su irremisible pérdida, como sucedió con el lienzo de Sorolla El entierro de Cristo (430 x 685 cm.), el cual se presentó en la Exposición Nacional de 1887, siendo recompensado con un certificado de segunda medalla. Después de ésta Sorolla intentó remozar el lienzo, pero finalmente lo abandonó y se depositó en los sótanos del Museo Sorolla. Extraido y revisado el 11 de junio de 1979, sólo se pudo recuperar cuatro fragmentos, ante las pésimas condiciones de su conservación.

     Hoy en día existen alternativas al bastidor tradicional en materiales ligeros y resistentes. Soluciones como bastidores de aluminio con perfiles de madera, en los que un sistema de tornillos reparte las tensiones por todo el perímetro. Estos sistemas permiten afinar en el proceso de tensado de la tela y proporcionan una tensión bastante homogénea a toda la superficie del cuadro.  En su almacenaje, cuando no ha sido posible conservar el cuadro en bastidor, en el mejor de los casos se han conservado en grandes rulos, enrollados, pero también se dan casos de lienzos doblados de cualquier modo y manera.

Almacenamiento en un gran rulo de las Pinturas del Palacio Ducal de Gandía (foto UPV)

Almacenamiento en un gran rulo de las Pinturas del Palacio Ducal de Gandía (foto UPV)

     El almacenar un lienzo en malas condiciones provoca una serie de deformaciones muy características, en las que se traducen al anverso todas aquellas dobleces o marcas provocadas por el propio peso de la tela. En estas zonas, cuando se procede a eliminar las deformaciones, es muy posible encontrarse con pérdidas o lagunas en los estratos tanto de la preparación como de la policromía.

¿Cómo se aborda técnicamente un trabajo de este tipo?

     La experiencia y la previsión de medios son factores claves para que esta empresa sea un éxito. Es evidente que es imprescindible un estudio previo de las limitaciones que nos impone el soporte y los elementos sustentados para poder elegir la manera de actuar más adecuada. Para efectuar trabajos en gran formato se puede valorar el trabajo en plano, con la obra en horizontal, hasta que se permita devolver su estabilidad como soporte. En estos trabajos se requiere un sistema puente con ruedas (ver foto restauración San Agustín), que permita a los técnicos desplazarse por toda la superficie. En otros casos, si no se necesita desmontaje, será necesario disponer de andamios.

Fotografía de la restauración de la Batalla de Lepanto (Foto Museo Naval).

Fotografía de la restauración de la Batalla de Lepanto (Foto Museo Naval).

     A la hora de realizar los distintos trabajos de restauración, es necesario también controlar los tiempos de actuación de los productos, y por tanto prever el número de personal y contar con medios auxiliares y productos preparados en cantidad suficiente. Cuando es necesario levantar la obra se tiene que recurrir a un sistema de poleas, lo que requiere la colaboración de personal especializado y tener un claro planteamiento de la secuencia de movimientos a realizar.

     En el caso de estudios técnicos como radiografías, cuando nos acercamos a grandes dimensiones, es necesario contar con medios más propios del sector industrial y médico que puedan proporcionar el instrumental adecuado. Como ejemplo, por su singularidad, citaremos el caso del radiografiado del Guernica.

     Para su radiografía completa se creó un panel de 27 metros cuadrados, instalado sobre un gran caballete realizado a medida. Una vez instalada la pintura sobre el panel, se procedió a posicionar el tubo de Rayos X que estaba montado en una torre, y el tiempo de exposición necesario para la obtención de la imagen completa fue de dos horas.

     Los tratamientos de conservación y restauración de obras de gran formato presentan por tanto dificultades añadidas, por la complejidad que entraña su manipulación, y los riesgos que comporta el tratamiento del soporte. Procedimientos habituales que son sencillos en piezas de pequeño o mediano tamaño, resultan muchas veces inviables para estas obras, que nos hacen replantear los criterios y objetivos, ya que muchas veces el riesgo en los procesos de restauración, por un lado, y el alto coste económico por otro, no justifican o no hacen posible una intervención adecuada.

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