Hoy volvemos a contar con una pluma invitada en nuestro blog, la del joven investigador David Bueso Peral. El artículo es parte de un magnífico trabajo sobre una de las colecciones de arte privada más interesantes en el Madrid del siglo XVII, la del X Almirante de Castilla. En concreto, el texto se centra en la sala que en su residencia estaba dedicada a los pintores españoles contemporáneos, conocida como la pieza de los Eminentes Españoles. Esperamos que os guste tanto como a nosotros.

          El X Almirante de Castilla Juan Gaspar Enríquez de Cabrera, poseía la tercera colección pictórica mas importante del siglo XVII, solamente superada por las Colecciones Reales y la de su yerno el VII marqués del Carpio, y fue una de las que más captó la atención a sus contemporáneos.

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Topographia de la villa de Madrid descrita por Don Pedro Texeira Año 1656.

          El inventario redactado a su muerte en 1691 contaba con mas de mil obras divididas en tres de sus propiedades, siendo la parte mas importante la que se encontraba en el palacio que poseía en el Prado de Recoletos de Madrid, junto al convento de San Pascual Bailón, fundación del propio Almirante, esquina con la actual calle denominada del Almirante en su honor.

Valentín Carderera: Fachada de la Iglesia del Monasterio de San Pascual Bailón de Madrid. Museo Lázaro Galdiano. Foto: blog biblioteca Lázaro Galdiano.

          La excepcionalidad de esta parte de la colección no solo residía en la alta calidad de las obras sino en la colocación de éstas, ya que seguían una coherencia digna de los museos de época contemporánea.

          En el inventario realizado a su muerte vemos como las salas no se denominan por su función sino por la temática o el autor de las obras que se exponían. Así vemos como el Almirante poseía una sala dedicada a Rubens, Tintoretto, Raphael o Ribera entre otros grandes maestros del renacimiento y el barroco.

          Entre las diferentes salas, llama la atención la Pieza de los Españoles, la cual se trata del primer espacio del que se tiene noticia donde estaban agrupados a conciencia obras de autores españoles, quienes ya podían ser identificados como integrantes de una escuela con personalidad propia. La pieza se componía de veintisiete obras.

Juan Baptista Simó: Retrato de Antonio Palomino. Colección particular. Foto: Wikipedia.

          Gracias al tratadista y pintor Antonio Palomino que conocía la sala, y la menciona en algunas de las biografías del El parnaso español pintoresco y laureado (1724), se pueden identificar algunas de las obras que la componían. Palomino da a entender que no solo se trataba de un espacio formado por una reunión de obras que ya estaban en colección, sino que el propio Almirante compró pinturas pensando precisamente en incorporarlas a este lugar, un discurso coleccionista consciente donde se mezclaban cuestiones de gusto con criterios histórico-artístico y nacionales. Palomino menciona diferentes ejemplos de obras que estaban destinadas a esta sala como, por ejemplo, en el relato de la vida de Antonio de Pereda, nos dice lo siguiente:

«Pintó un lienzo del Desengaño de la vida, con unas calaveras y otros despojos de la muerte, que son cosa superior. Esta pintura por ser cosa insigne la colocó el Señor Almirante padre en la sala destinada para pinturas de los eminentes españoles».

          Esta pintura está descrita de la siguiente manera en el inventario del Almirante, y se trata de la célebre Vanitas que encontramos en el Museo de Viena.

Antonio de Pereda y Salgado: Alegoría de la Vanidad. 1632-1636. Viena, Kunsthistorische Museum. Foto: wikipedia.

«[95] Otra Pintura en lienzo que tiene de alto vara y media menos un dedo y de ancho dos varas y tercia menos un dedo que llaman el desengaño, en que se ve una figura de un Ángel con las alas tendidas y per broche del rropa de un joya, y en la mano Yzquierda una tarxetta con un Rettratto de medio cuerpo de un Emperador y la derecha arrimada a un glovo y sobre una messa un Relox de torezilla y tres retrattos de muxer una sarta de perlas una cadena de oro unas monedas de oro y platta y tres naypes de espadas, y al otro lado ay un Relox de Arena unas Armas libros y calaveras y un Candelero con una bela en dos mill Reales 2000».

José Antolínez: Oración en el Huerto. 1665. Barnard Castle, Bowes Museum. Foto: wikicommons.

          Otro artista representado en la pieza es José Antolínez, en el capitulo dedicado a su vida Palomino le atribuye otra obra destinada a este lugar:

«Tuvo la fortuna de que el Señor Almirante Padre quisiese colocar una pintura suya en la sala que tenia destinada para los eminentes españoles; y que habiéndose ofrecido en este tiempo una grave disputa con los demas pintores acerca de una pintura que compró el Almirante, sobre si era, o no original, en que salío vencedor Antolinez pintó un quadro de la incredulidad del Apostol Santo Tomé para satisfacer á su hinchazon y vanidad».

          Igual que en el relato de Pereda observamos como se repite el adjetivo “eminentes” refiriéndose a los artistas españoles. Este lienzo sobre la incredulidad de Santo Tomás se ha de identificar con la siguiente descripción del inventario de Juan Gaspar Enríquez de Cabrera:

«[104] Otra Pintura en lienzo que tiene de altto vara y quartta y de ancho una bara menos un dedo en que se ve a nuestro señor Resuzittado con una bandera blanca en la mano y los apostoles alrrededor de su Magestad y santo Thomas yncado de rrodillas y nuestro señor le tiene asido de la mano como que le lleva a que le toque la llaga del costado y en una coluna quinientos Reales 500».

          Por desgracia no podemos relacionar esta obra de Antolínez con ninguna conocida del autor.

          Otro pintor del que gracias a Palomino se tiene constancia que estaba representado en la pieza fue Francisco Herrera el Mozo, obra que igual que la de Antolínez tampoco se ha podido identificar:

«Y en tan llegó á merecer nuestro Herrera que el Señor Almirante padre colocase una pintura suya, que fué la del Samaritano, en la sala, que tenia destinada para pinturas de los eminentes españoles».

Francisco de Herra “El Mozo”: El sueño de San José. Madrid, Museo Nacional del Prado.

          Esta obra del Samaritano de Herrera se encuentra descrita en el inventario de la siguiente manera:

«[94] Otra Pintura en lienzo que tiene de alto vara y terzia y de ancho dos varas y terzia que es del samarittano en que se ve un biejo curando unas heridas a un hombre que esta ttendido y desnudo – y a un lado se ve una caveza de un Jumentto, y a el lado del herido se ve una caveza en ochocientos Rs 800».

          El último artista que Palomino relaciona con esta sala es Juan Carreño de Miranda, pintor de corte de Carlos II, quien mantuvo una estrecha relación con el X Almirante de Castilla. De este autor se describe una de sus míticas “magdalenas”.

«la santa María Magdalena penitente en el desierto, que está en un altar colateral del convento de las Recogidas,[…], es de su excelente mano; y otra tambien, que hizo para el Señor Almirante de Castilla, para la sala de los eminentes españoles, nada inferior á la antecedente».

Juan Carreño de Miranda: Magdalena penitente. 1647. Museo de Bellas Artes de Asturias. Foto: MBAA

          Esta obra de Carreño es la Magdalena penitente que encontramos actualmente en el Museo de Bellas Artes de Asturias y que en el inventario de 1691 aparece descrita de la siguiente manera:

«[93] Otra Pintura en lienzo del mismo altto que la anttezedentte y dos varas y ocho de dedos de ancho en que se ve al pie de una monttaña a la Magdalena descalza y desnuda de medio cuerpo arriva suelto el pelo mirando a una calavera que tiene en la mano derecha y un santo xpto y un libro Junto a la santa y en lo altto se ve quatro cavezas de Angeles, y a un lado de la Pintura se ve pais en dos mill Rs 2000».

          Actualmente se desconocen los artistas de las demás obras que formaban parte de la pieza ya que no son mencionados por Palomino, ni por ningún otro visitante del Prado de Recoletos. La mayoría de las obras eran de temática religiosa aunque también se describen tres bodegones, que como indica Javier Portús, recuerdan a la obra de Juan Fernández el Labrador o de Juan de Espinosa.

Taller de Bartolomé Esteban Murillo: San Juan Bautista. ca. 1650. Viena. Kunsthistorische Museum. Foto: KHM

          Otra obra que no es mencionada por Palomino, pero sí identifica la historiadora Angela Delaforce es San Juan Bautista y el cordero del taller de Murillo, actualmente en el Kunthistorisches Museum de Viena y que coincide con la siguiente descripción del inventario:

«[99] Otra Pintura en lienzo que tiene de alto dos varas y tterzia y de ancho Vara y quartta en que se ve un san Juan niño, la mano dra puesta sobre un cordero y en la otra la cruz con el retulo y se be mucho pais y un Arroyo en ochocienttos Reales 800».

          Es necesario poner en valor no solo la colección pictórica que el X Almirante poseía en su residencia de el Prado de los Agustinos Recoletos, sino también una sala tan excepcional que ya desde finales del siglo XVII, unificó parte de los mejores artistas de lo que hoy denominamos el siglo de Oro Español, a un kilometro y medio de donde actualmente lo hace el Museo Nacional del Prado.

 

BIBLIOGRAFÍA

BURKE, M.B., CHERRY, P. Collections of paintings in Madrid, 1601-1755. Los Angeles: Provenance Index of the Getty Information Institute, 1997, II vols.

DELAFORCE, A. «Madrid to Lisbon and Vienna: the journey of the celebrated paintings of Juan Tomás Enríquez de Cabrera Almirante de Castilla». En, Burlington Magazine, CXLIX, abril 2007, pp.247- 255.

PALOMINO DE CASTRO Y VELASCO, A. El parnaso Español pintoresco y Laureado. Museo pictórico y Escala óptica. Tomo 3. Madrid: En la Imprenta de Sancha, 1796.

PORTÚS PÉREZ, J. El concepto de Pintura Española. Historia de un problema. Madrid: Editorial Verbum, 2012.

 

Nota del Editor: Las imágenes de Antolínez y de Herrera que aparecen en el artículo no se corresponden con las obras que aparecen en el inventario del Almirante. Se han añadido para ilustrar el estilo de estos artistas, al no tener constancia de la existencia de las obras que sí pertenecían a la colección de los eminentes españoles.

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