Como algunos de vosotros ya sabréis, parte del equipo de Investigart ha estado este verano de vacaciones en el Norte de Tailandia y Laos. No penséis ni por un momento que hemos estado tumbados a la bartola en una playa… para nada, ese no es nuestro estilo ni modelo de ocio. De hecho, lo que hemos hecho es visitar en plan intensivo todos los parques arqueológicos, templos, monumentos y museos que existen a lo largo del recorrido que nos habíamos marcado. Eso es con lo que más disfrutamos del mundo y el tipo de vacaciones que nos parecen perfectas. Ver otras culturas, otra gastronomía, otro tipo de vida… En Asia ya hemos visitado diversos lugares y ciertamente hay pocas cosas que nos choquen. Sin embargo, en esta ocasión hubo algo que si nos llamó poderosamente la atención. Mientras que encontramos lugares en los que se habían llevado a cabo o se estaban realizando restauraciones cuidadas y minuciosas en cooperación con instituciones de nivel mundial (americanas, alemanas o francesas), nos sorprendió un templo en el que se estaba haciendo una auténtica chapuza, o lo que a partir de ahora denominaremos como una restauración al Tintalux.

Portada de la Lonely Planet de Laos, 2010.

Portada de la Lonely Planet de Laos, 2010.

     El templo en cuestión es el Wat Xieng Thong, en Luang Prabang. Éste no sólo es uno de los templos más grandes e importantes de la ciudad, sino que también es un símbolo de ésta, llegando incluso a ser portada de la Lonely Planet de Laos en su edición del año 2010. Luang Prabang es asimismo desde 1995 una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, institución que debe velar por el mantenimiento de la ciudad y de sus edificios. De hecho la sede de la Unesco se encuentra a las espaldas del templo, no separándoles ni diez metros de distancia, y en la web de ésta se dice al respecto de Luang Prabag, que su “misión es coordinar las acciones de los comités locales, aumentar la conciencia de los valores universales de la herencia de Luang Prabang y asesorar a las personas involucradas en los proyectos de desarrollo e infraestructura. Asi como asesorar en las medidas relativas a la utilización de materiales y técnicas (madera, ladrillo, azulejo y cerámica local) tradicionales con el fin de preservar la integridad del patrimonio construido y las tradiciones locales de construcción”.

    Imágenes de la “restauración” de la Chapelle Rouge del Wat Xieng Thong:

     Pues bien, creemos que las imágenes que mostramos a continuación dicen más que cualquier discurso que podamos realizar al respecto. Entendemos que cuando la Unesco habla de materiales y técnicas tradicionales no puede referirse a pintar paredes con botes de Titanlux y a destruir por completo las teselas decorativas de las stupas para colocar en su lugar unos horribles espejos tipo “bola de discoteca”. Por no hablar de la sustitución de todas las losas de barro del recinto del templo (las cuales como se ven en la imagen no estaban en malas condiciones) por losetas tipo granito.

     Imágenes de la “resturación” de una de las Stupas del Wat Xieng Thong:

     Imágenes de Hóhng Kép Mîen, garaje del carruaje ceremonial del Wat Xieng Thong:

     ¿Cómo es posible que esto esté sucediendo? ¿Dónde están los controles y asesoramiento de la Unesco? Somos conscientes de que los medios con los que cuenta Laos, un país con una renta per cápita de 2100 dolares al año, no da para grandes lujos o restauraciones faraónicas, pero para eso están los proyectos de cooperación que, como veremos la próxima semana en el blog, han dado unos frutos excepcionales y han permitido restaurar edificios de forma modélica. Algo ha fallado claramente en este caso y lo peor de todo es que es irreversible. Aquí no se está llevando a cabo una restauración si no una reconstrucción, si se nos permite decir, chapucera y de oropel. Sino podemos confiar en la labor reguladora, mediadora y vigilante de la Unesco para que no se cometan atropellos en ciudades declaradas por ellos mismos como Patrimonio de la Humanidad, ¿en quién vamos a confiar? El Patrimonio Mundial pertenece a todos y es parte de la historia de todos. Una historia que en ocasiones se ve “repintada” para que luzca más nueva cuando la realidad es que la están destruyendo.

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