Aprovechando que hoy se emitie en TVE un capítulo del Ministerio del Tiempo dedicado al incendio del Alcázar de Madrid hemos decidido hacer un post sobre tema. No sabemos lo que en la serie de ficción se dirá (escribimos esto días antes), pero aquí va nuestra historia sobre este terrible acontecimiento.

     En la Nochebuena de 1734 el Alcázar de Madrid sufrió un incendio. Éste comenzó en el obrador de los pintores de Cámara del edificio dirigido entonces por Jean Ranc, situado en lo que antiguamente había sido el Cuarto del Príncipe y lugar que Velázquez reflejó en su cuadro de Las Meninas. En aquél momento en el edificio no se encontraban los reyes, ya que desde hacía algún tiempo habían trasladado su residencia al Palacio del Buen Retiro (para saber más sobre el Retiro en época de Felipe V pincha aquí), lugar que preferían por sus jardines y mayor luminosidad y que a Felipe V le recordaba a su querido Versalles.

Carmen García Reig: Reconstrucción virtual del incendio del Alcázar de Madrid.

Carmen García Reig: Reconstrucción virtual del incendio del Alcázar de Madrid. Fuente: El Museo Imaginado.

     Los cronistas franceses fueron siempre los que más críticos se mostraron con la arquitectura del Alcázar de Madrid y los que crearon realmente esa leyenda “negra” sobre la oscuridad y decrepitud del edificio. Esto es lo que escribía por ejemplo la Condesa D’Aulnoy cuando visitó el edificio a finales del siglo XVII: “Se penetra en él por hermosos pórticos, que conducen a la escalera, la cual es extremadamente ancha. Se encuentran habitaciones llenas de excelentes cuadros, de tapicerías admirables, de estatuas muy raras, de muebles magníficos, en una palabra, de todas las cosas que convienen a un palacio real. Pero hay varios cuartos que son oscuros. He visto algunos que no reciben la luz más que por la puerta, y a los que no se les ha hecho ventanas. Los que las tienen no son mucho más claros porque los huecos son muy pequeños… Los jardines no responden a la dignidad de ese lugar. No son ni tan extensos ni están bien cultivados como deberían estar”.

Félix Castelo: Vista del Alcázar de Madrid, ca. 1650, Museo de Historia, Madrid.

Félix Castelo: Vista del Alcázar de Madrid, ca. 1650, Museo de Historia, Madrid.

     Lo cierto es que el edificio no fue del gusto del nuevo monarca borbón desde un principio y nada más llegar a Madrid comenzarán casi de inmediato las renovaciones en el Alcázar para convertirlo en un lugar más al gusto francés. Es por ello que llamará a Robert de Cotte para redecorar el edificio, pero ante la imposibilidad de viajar de éste, se hará cargo del proyecto Antoine Du Verger quién hacia 1711 realizará diversos diseños para  renovar el edificio siguiendo la moda francesa, es decir, a base de panelar las salas, incluir espejos, esculturas, bronces, mármoles, etc. Es en este momento por ejemplo, cuando para adaptar al nuevo diseño algunas de las obras de la colección real, sobre todo los retratos venecianos que se recortarán pasando a ser ovalados.

     Lo sorprendente del incendio no es que se produjera, sino la tardanza con la que se actuó, lo que permitió que éste se propagara por todo el edificio. Según el relato del marqués de Torrecilla, don Félix de Salabert, quien escribió un relato días después de producirse el suceso, la primera voz de aviso se dio aproximadamente hacia las doce  de la noche, por parte de unos centinelas que hacían su guardia. El carácter festivo de la jornada impidió que la alerta saltase de inmediato a la calle e, incluso, el toque a fuego de los campanarios fue inicialmente desatendido, ya que la gente “discurría que eran maitines”. Los primeros en colaborar, tanto en la extinción del fuego como en el rescate de personas y objetos, fueron los frailes de la congregación de San Gil quienes estaban muy próximos al Alcázar y vieron que del edificio salían llamas. Sin embargo, por temor a saqueos, la reacción inicial fue no abrir las puertas del edificio para que la población ayudara en la extinción.

Pedro Texeira: Plano de Madrid en el que está marcada la ubicación de convento de San Gil.

Pedro de Texeira: Plano de Madrid en el que está marcada la ubicación de convento de San Gil.

     Finalmente se abrieron las puertas y el primer esfuerzo se centró en intentar recuperar las reliquias y demás objetos religiosos que se custodiaban en la Capilla Real, además de dinero en efectivo y joyas de la Familia Real. La recuperación de los obras de arte que poblaban el Alcázar se dejó en un segundo plano, ante las dificultades que implicaba el gran tamaño de muchas de las piezas y la ubicación de algunas de ellas en varias alturas. Asimismo la disposición de algunos cuadros encastrados en las paredes, como en el caso de la Pieza Ochavada, dificultó aún más el rescate de éstos. Algunas obras fueron cortadas de sus bastidores y marcos y arrojadas por las ventanas para salvaguardarlas, al igual que ocurrió con algunas esculturas, lo que las dejó en su mayor parte muy maltratadas. No obstante, la fortuna quiso que una parte de las colecciones pictóricas, como por ejemplo el Pasmo de Sicilia de Rafael, se encontraran en el Palacio del Buen Retiro, ya que habian sido llevadas allí para preservarlas de las reformas que se estaban acometiendo en el Alcázar.

     Las pinturas, esculturas y mobiliario que consiguieron rescatarse se almacenaron en varios puntos cercanos al Alcázar: la Armería, las Bóvedas de Palacio (lugar que no quedó afectado por el incendio), el Convento de San Gil, las Casas Arzobispales, la Casa del Marqués de Bedmar y la Casa del pintor Jean Ranc. De todas estas obras se hizo inventario casi inmediatamente, por lo que podemos saber con precisión que en total se salvaron 1192 pinturas y 44 lotes de esculturas y mobiliario en los cuales se detallaron las obras por conjuntos. Así por ejemplo las diez esculturas de la Pieza Ochavada, es decir los siete Planetas de Jonghelinck y los tres bronces encargados por Velázquez en Italia, se describen en una única entrada:

Diez estatuas de bronze con pedrestales (sic) de lo mismo cuerpos naturales las siete de planetas de mas del natural y las tres del natural las dos de bunos (sic) y la fortuna y la otra del entino (sic), todas maltratadas. Las 9 se tasan â 110.00 Rs y la otra qe esta mui maltratada en 100.000 Rs hazen 1.090.000 Rs

     Entre las pinturas que se salvaron figuran algunas de gran tamaño y que estuvieron en zonas muy expuestas al fuego como el Carlos V en Mühlberg o el Felipe II ofreciendo al cielo al infante don Fernando, ambos de Tiziano, que estaban en el Salón de los Espejos y en cuyo espacio desaparecieron piezas de gran valor como la Expulsión de los moriscos, de Velázquez, obra fundamental en su biografía conocida a través de las noticias que de él nos dieron Palomino y Pacheco, o tres de los cuatro cuadros de tema mitológico que éste realizó para ese espacio, es decir: Apolo, Adonis y Venus, y Psique y Cupido, siendo recuperado solamente el de Mercurio y Argos, hoy en El Prado.

     Por su parte, entre las esculturas salvadas se encontraron todas las que formaban parte de la Pieza Ochavada, los leones que hacían de sustento a los bufetes del Salón de los Espejos e incluso los espejos con las cabezas de águila, elementos que podemos apreciar en su contexto gracias a los retratos de Carlos II realizados por Carreño en ese espacio. Asimismo, obras de peso colosal como el Hércules y la Flora Farnese o la Apoteosis de Claudio consiguieron salvarse de manera casi milagrosa.

     Tras varios días ardiendo finalmente el fuego fue extinguido. El edificio había quedado reducido a escombros, a excepción de la zona de bóvedas y Cuarto bajo que había conseguido preservarse mejor por su lejanía a las llamas. Sin embargo, todo lo que quedaba en pie fue demolido ya que Felipe V se empeñó en construir su nuevo Palacio Real sobre los escombros del antiguo Alcázar, aunque este no fuera el solar más adecuado (ver post sobre el tema aquí, aquí, y aquí). Así una nueva dinastía se alzaba victoriosa sobre las ruinas del antiguo símbolo de la casa de los Austrias. Todo un gesto, desde luego, lleno de significación política. Tanto se quiso hacer borrar a los Austrias, el Alcázar y el hecho de su incendio que no se conservan dibujos, grabados o cuadros que plasmen este episodio ni tan siquiera poseemos relaciones de los hechos que cuenten con detalle lo acontecido. Algo que no deja de ser curioso siendo el mayor desastre sufrido por las colecciones reales…

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