En los últimos días se nos ha dado a conocer a través de la prensa (aquí, aquí y aquí) la noticia de la supuesta localización de uno de los retratos que Pedro Pablo Rubens pintó al rey Felipe IV durante la estancia de éste en la corte entre septiembre de 1628 y abril de 1629. El retrato saldrá en estos días a la venta-subasta en Feriarte, que se celebra en Madrid entre el 21 y 29 de noviembre, aunque el Estado ya lo ha declarado inexportable temporalmente, lo que significa que durante los próximos seis meses se reserva el derecho de tanteo para su adquisición.
Conocemos que Rubens pintó del rey cinco retratos tal y como cuenta Francisco Pacheco en su Arte de la Pintura: “en los nueve meses que asistió en Madrid… pintó muchas cosas (tanta es su destreza y facilidad) primeramente retrató a los Reies, e Infantes de medio cuerpo para llevar a Flandes hizo de su Magestad cinco retratos y entre ellos uno a caballo con otras figuras muy valiente”. El retrato de Felipe IV a caballo, que formaba parte de la decoración del Salón de los Espejos, se perdió en el incendio del Alcázar de Madrid, mientras que el resto, aunque se ha afirmado que también perecieron en el incendio no figuran en los inventarios del Alcázar entre 1636 y 1701, es decir los previos realizados al incendio de 1734. De hecho Frances Huemer en el Corpus Rubenianum dedicado a los Retratos de 1977 ( p. 68, véase aquí) afirma que Rubens se llevó a Amberes todos los retratos realizados al soberano a excepción del ecuestre. De este último se conserva una copia realizada por el taller de Diego Velázquez en la Galería de los Uffizzi y una maravillosa descripción en el inventario del Alcázar de 1636:
“Rei Nuestro Señor. Otro lienço al olio, del mismo tamaño y moldura, en que está el retrato del Rei, Nuestro Señor, Phelipe 4º, que Dios guarde, es de mano de Rubenes, está armado a cavallo, en un cavallo castaño, tiene banda carmesí, bastón en la mano, sombrero negro y plumas blancas en lo alto, un globo terrestre que le sustentan dos ángeles y la fee que tiene ençima una cruz y ofrecen a su magestad una corona de laurel y a su lado la divina Justiçia que fulmina rayos contra los enemigos y al otro lado, en el suelo, un indio que lleva la çelada”.
Sabemos por el propio Rubens que éste al menos se llevó a Amberes los retratos de los reyes y de los infantes para a su vuelta poder realizar una galería de retratos para la archiduquesa Isabel Clara Eugenia (hija de Felipe II y gobernadora de los Países Bajos), para la cual el pintor había ido a Madrid como emisario: “ho fatto ancora la teste di tutta la famiglia Reggia accuratate con molto commodità nella lor presenza, per servicio de lla serenissima Infanta mia signora” (He hecho la cabeza de toda la familia real con precisión y con mucha comodidad en su presencia, para el servicio de la Serenisima Infanta mi señora).
Gracias a estas “cabezas” Rubens pudo posteriormente realizar diversas versiones de los retratos de los soberanos, muchos de los cuales están repartidos por museos de todo el mundo. De esas numerosas versiones no se sabe con seguridad cuáles fueron las pintadas por el maestro y cuales fueron realizadas por su taller, con colaboración o no de él. Hay algunas en las que es más patente la presencia del taller, como la de la Alte Pinakothek de Munich, pero en otras la calidad es tan sublime, como los lienzos del Hermitage, que es dificil determinar lo que es Rubens de lo que no, aunque la autoría de estos últimos también haya sido cuestionada. Además, en un artista que utilizó tantísimo la ayuda de su taller, hay algunas disquisiciones que resultan inútiles.
Ahora se propone que el retrato que ha reaparecido en el mercado del arte, y que ya fue publicado por August L. Mayer en 1926 (aquí), sea esa “cabeza” princeps pintada por Rubens para poder a partir de ella elaborar distintos retratos del rey. Apoyaría esta hipótesis su técnica, ya que la obra fue realizada sobre tabla, aunque posteriormente, en época indeterminada fuera pasada a lienzo. Rubens realizaba sobre madera sus bocetos o apuntes, no sus obras de mayor empeño como se ha afirmado. Estas tablas servían de base para la elaboración de los lienzos definitivos. Asimismo, las pequeñas dimensiones de ésta, 63,5×49 cm, están en la línea de otros de sus bocetos.
En el inventario realizado a la muerte del pintor flamenco y publicado por Jeffrey M. Müller en 1989 se identificaron con los números 115 y 116 “Un portrait du Roy” y “Un portrait de la Royne”, sin precisarse ni técnica ni dimensiones (p. 117). Podemos inferir que estos retratos hacían referencia a las “cabezas” que Rubens pintó de los monarcas, y que por su caracter de apunte y no obra definitiva no fueron adquiridas para la colección del monarca en su almoneda. De hecho en ésta se compraron obras que fueron copiadas por Rubens durante su estancia en Madrid como el Adán y Eva y El Rapto de Europa copias del Tiziano, y de las que el soberano poseía los originales del pintor veneciano.
De estas “cabezas”, realizadas por Rubens durante su viaje a España, está admitida por la crítica en los últimos tiempos como original del pintor (como analiza en su estudio Jaffé, al que damos acceso más abajo) el retrato de Isabel de Borbón que se conserva en el Kunsthistorisches Museum de Vienna y con la cual se ha querido comparar el cuadro ahora a la venta. Éste está realizado sobre madera y sus dimensiones son de 48,5×40,5 cm, sensiblemente inferiores a las que presenta el Felipe IV (63,5×49 cm), por lo que dificilmente podrían haber sido pareja. Asimismo, el retrato del Kunsthistorisches encaja mejor con la descripción de “cabeza”, mientras que el del rey es más un retrato de busto. En esta comparativa se ha pasado por alto el retrato descubierto y publicado en 1992 (aquí) por el especialista en Rubens Michael Jaffé quien localizó en una colección particular inglesa un retrato de busto de la reina Isabel de Borbón que él considera como el princeps realizado por Rubens. Esta obra coincide plenamente en dimensiones con el del Felipe IV, 64×49,5 cm, e incluso parece, por lo que se aprecia en la fotografía, que también estaría compuesta por tres tablas. Sin embargo, quizás no ha sido tenido en cuenta ya que desde el año 1992 el resto de especialistas lo han considerado obra de taller o menor.
Lo que parece claro es que, copiando directamente o siguiendo el modelo de la obra que ahora reaparece en el mercado, Paulus Pontius realizó un dibujo que se conserva en la Albertina de Viena y que tras la realización de ciertos cambios (en el bigote y perilla del rey) fue grabado en 1632.
Ante todos estos datos se abre toda una serie de interrogantes: ¿Cúantas versiones sobre tabla se pintaron de los bocetos de los soberanos? Estamos viendo que al menos existen dos en el caso de la reina, con lo que podría inferirse que al menos en el caso del rey también se realizó otra más. De hecho en el Corpus Rubenianum se hace referencia a otros dos retratos de Felipe IV (“Head and shoulders only”) con dimensiones casi idénticas (63×50 cm, Lucerna, P. Vogel-Brunner; 64×51,5 cm, Aachen, Suermond Museum) y que aunque se dice que son lienzos, podrían haber sufrido un cambio de soporte, como en el caso de la pintura que nos ocupa (p. 157). También es notorio que la calidad de los retratos de la reina entre el de Viena y el de la colección británica son muy diferentes, asemejándose más el Felipe IV al de la colección británica. La cuestión es, ante las diferencia de éstos, ¿cuál es el princeps de Rubens y cuál es obra posterior o de su taller? La respuesta no es sencilla. Es obvio que se necesita un estudio en profundidad no sólo histórico, sino también radiográfico y técnico que permita intentar obtener respuestas. No es algo que pueda hacerse de un día para otro y no es bueno aventurarse en afirmaciones que no estén respaldadas por documentación fiándolo todo al “ojo experto”, ya que como vemos los expertos tampoco se ponen de acuerdo. Hasta que los estudios no estén realizados hablar de cifras de adquisición o de lo que debería hacer o no el Estado se nos antoja muy complicado. Hay demasiados intereses y mucho dinero en juego (el de todos). Por nuestra parte, como diría Ana Pastor, estos son los datos y suyas son las conclusiones.
Excelente artículo investigativo de Investigart sobre el Rubens expuesto en Feriarte
La tabla de Rubens ha estado en el Prado y seguro se le ha hecho reflectografía y radiografía, así que es de suponer que en el Prado ya tienen un pensamiento acerca de si merece la pena o no la adquisición de la obra. Pero claro, todo depende del dinero por el que se venda, se compara con el retrato de caballero de Rubens pintado en España y vendido por casi 4 millones pero este precio se antoja muy alto. El retrato de caballero subió tanto seguramente por cuestiones un poco fetichistas: el hecho de que debajo hubiera una posible obra velazqueña que unía a los dos genios y a este retrato puede que le suba el precio el interés histórico que tendría su adquisición. También sería interesante saber que ha movido a los medios a publicar tantos artículos sobre el tema. No dudo de la capacidad de la galerista para caldear el ambiente pero tres artículos en El País parece que hay algo más detrás, tal vez el Prado intentando crear un clima favorable a la adquisición …
Hola Boro, desconocía que la obra hubiera estado ya en el Prado siendo examinada. No obstante, lee el comentario que alguien del Prado dio a Miguel Ángel García Veiga, creo que es el tercer artículo del Prado que hemos colgado.
Lo había visto. La cuestión es que la Junta declara la obra inexportable tras el informe del Prado por lo que que es de suponer que en el museo algo habrán tenido que ver en el cuadro. Imagino que ese informe este firmado por Vergara, pero no sabemos si quien hace la “crítica” es otro conservador del museo que simplemente no esté de acuerdo (lo cual tb, restaría validez a la teoría del empujón en prensa propiciado por el Prado). Con Rubens sin duda es muy difícil diferenciar entre partes de taller y de autor y la mayoría de los museos cuelgan la etiqueta de Rubens (y punto) a la mayoría de las obras que tienen cuando en el caso de grandes conjuntos como los de María de Medicci en París o los grandes retablos de Viena hay trabajo de taller y no es que yo detecte muchas diferencias de calidad es que es por lógica y por contrato. Esta claro que hay que tomarse un tiempo para pensarse el tema y para consultar si lo consideran a expertos externos al museo antes de decidir nada
Muchas gracias por curraros esta puesta al día del estado de la cuestión.
PD: la galerista me responde a una me pregunta que le hice en su blog sobre las zonas menos definidas del traje de Felipe IV frente a la cara y me contesta que solo se ha retirado los barnices antiguos de la cara.
Gracias por todo Boro, por la información y por seguir habitualmente nuestro blog.
En principio aunque al Prado le hayan surgido dudas lo suyo es que se declarase la obra inexportable para dar más tiempo a la investigación. Es evidente que hay base suficiente para pensar que puede ser obra de Rubens y lo suyo es ser precavido. Yo tomaría los seis meses que tienen de plazo para estudiar la obra en conciencia y consultar a quien crean conveniente. Es seguro que la cantidad que quieren pedir es muy alta y hay que andarse con pies de plomo.