El Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial está formado por un conjunto de edificaciones, de las cuales, el Monasterio es la pieza fundamental a la que todas las demás están subordinadas (para ver el post sobre el Monasterio aquí). Su configuración actual se ha desarrollado en dos momentos concretos, un primero en época de Felipe II, y un segundo momento bajo el reinado de Carlos III. Entre ambos momentos existe un dilatado período intermedio en el cual las actuaciones estuvieron dirigidas a la consolidación y mantenimiento de lo ya existente.
Hay que señalar que dentro del planteamiento arquitectónico realizado por Juan Bautista de Toledo no estaba previsto la construcción de casas exteriores al “cuadro” general para albergar los oficios, sino que estos habían de estar situados en el cuadrante ocupado al cabo por el colegio. La insuficiencia de espacio dentro del edificio del Monasterio para poder albergar todos los oficios y servicios necesarios, para la atención del rey y de su corte, hicieron preciso la construcción de diversas casas alrededor de éste. Ese fue el germen de lo que en la actualidad es el pueblo de San Lorenzo de El Escorial.
De época de Felipe II son la Primera y Segunda Casas de Oficios, los corredores del Sol, la Botica, el pasadizo de la Botica a la Casa de la Compaña y la Casa de la Compaña misma. Dentro del reinado de Carlos III y Carlos IV se realizaron la Casa de la Pizarras, la Tercera Casas de Oficios y la Casa de los Infantes. Hoy vamos a hablar de las Casas de oficios y las Casa de Infantes, que aunque creadas en diferentes momentos crean una “L” que cierra la lonja del Monasterio y continuan con la estética del edificio escurialense.
Las Casas de Oficios
La ampliación del programa escurialense y la insuficiencia de los dos patios de los oficios de boca para albergar todos los servicios impulsaron la construcción de una casa de oficios. Ésta fue enteramente trazada por Juan de Herrera, de quien se conservan muchos diseños originales del proyecto. “Una casa” aunque sean dos, porque, como el mismo Herrera explica en el Sumario (1589): “este es un edificio de seys patios, y tiene de anchura 200 pies”, por lo que conceptualmente es un único bloque desmembrado en dos casas por medio de una calle. Se denomina “primera” a la más oriental y “segunda” a la occidental.
Las dos Casas de Oficios se hallan situadas entre la Lonja y la calle de los Doctores, hoy de Floridablanca, y separadas por la de Grimaldi. Herrera utiliza estas casas para disimular el abrupto desnivel frente a la fachada norte del Monasterio, haciendo que el nivel del piso principal por la lonja corresponda al bajo por la calle trasera paralela llamada “de los Doctores”, hacia la cual las casas no presentan una fachada continua, puesto que los patios no quedan cerrados por ese lado mediante cuerpos de edificio, sino con muros. Ambas casas son iguales en planta con los patios extremos porticados y accesibles a través de una portada y el patio intermedio dividido en corrales más pequeños para servicio de las cocinas. Lógicamente, las distribuciones de las crujías cambian en función de los usos. En las alas centrales de la primera casa de oficios estaba proyectado emplazar las cocinas, y en la crujía más occidental de la segunda se situó la capilla para los criados del Rey en el sitio, bajo la advocación de San Lorenzo.
Si bien las Casas fueron proyectadas íntegramente por Herrera, como demuestran los planos firmados de su mano, la construcción hubo de ser dirigida en su práctica totalidad por Francisco de Mora, quien desde 1587 venía sustituyendo a Herrera, quien estaba enfermo, lo cual fue ratificado por Felipe II en 1593. No obstante, hasta poco antes de su muerte en 1597 Herrera continuó supervisando las obras reales, siendo así difícil determinar si corresponden a Herrera o Mora las escasas variaciones de lo dibujado (en la versión definitiva) a lo construido: la espadaña sobre la portada de la capilla, la sustitución de todos los balcones por huecos similares a los del Monasterio y la supresión de las galerías altas adinteladas de los patios, por frentes más cerrados. Todos estos cambios suponían una mayor homologación con la fachada del Monasterio y, por tanto, un carácter más severo en lugar de la imagen inicial algo más “doméstica” o desapegada de la mole principal. La imagen que finalmente se dio a las Casas es la de unos edificios que protegen al Monasterio y que están en total consonancia con su estética.
La Guerra de la Independencia será terrible para estas dos construcciones que serán saqueadas e incendiadas. Sin embargo ambas construcciones fueron, casi inmediatamente, restauradas. En 1861 se produce la separación funcional de las dos Casas. La Segunda quedaba para acoger a la servidumbre de los reyes mientras que la Primera era cedida por Isabel II a las religiosas Concepcionistas de Nuestra Señora del Olvido, para poder instalar un centro de enseñanza religiosa, moral, literaria y doméstica. En esta cesión quedaba incluido el solar anejo, que habían sido las Caballerizas de Carlos II para convertirlo en jardín.
No duraría mucho esta cesión ya que la revolución de 1868 conllevó la expulsión de las religiosas y el asentamiento de la Escuela de Ingenieros de Montes. Se realizó entonces una gran remodelación del edificio que modificará sustancialmente la fachada hacia la calle de Floridablanca. Entonces se derribaron los pórticos laterales y los muros de cerramiento de los patios que quedaron visibles desde la calle y separados de ella por verjas de hierro; a la vez se modificaron los huecos de los muros laterales de los Patios, en los que son visibles las líneas de apoyo de los pórticos. La falta de destino de la Segunda Casa de Oficios propició que ésta quedara con su aspecto original. Solamente la capilla sufrió una restauración en el primer tercio de nuestro siglo que renovó toda la decoración.
El 11 de octubre de 1989 Patrimonio Nacional firmó un acuerdo con el Ayuntamiento de San Lorenzo por el que cedía la Primera Casa de Oficios con el fin de que se usara como Casa Municipal de Cultura. Por su parte la Segunda Casa de Oficios acoge el Centro Integrado de Estudios Musicales Padre Antonio Soler.
La Tercera Casa de Oficios o Casa del Ministro
La creación del nuevo pueblo de San Lorenzo por Carlos III suponía la construcción en los espacios libres de la lonja, cerrándola, con el fin de acotar el entorno propio del Monasterio y diferenciarlo del resto de la nueva población. Al desaparecer el aislamiento del Monasterio la armonía con la naturaleza inmediata fue sustituida por otra con el urbanismo. Las Casas de Infantes y del Ministerio con las que Juan de Villanueva ocupa esos espacios han sido criticadas por romper la concordia filipina entre arte y naturaleza, pero más bien deben ser valoradas como las piezas que armonizan el Monasterio con la nueva realidad urbana que lo rodea.
Encargada en 1785 para alojar al ministro de Estado -entonces el Conde de Floridablanca, principal protector de Villanueva- y a sus dependientes, esta también llamada “Tercera Casa de Oficios” ocupa el último espacio disponible en torno a la Lonja y culmina así su cierre, que Villanueva había iniciado en 1770 con la construcción de la Casa de Familias de los Infantes D. Gabriel, D. Antonio Pascual y D. Francisco Javier. Con este edificio se pretendía conseguir un adecuado alojamiento para el Primer Secretario, acorde con su cargo y dignidad. Y se lograba cerrar el recinto real y conventual, protegiéndolo tanto visual como simbólicamente de la nueva población, la cual ya estaba plenamente consolidada. La construcción de la Tercera Casa de Oficios se inició en 1785. En 1790 se recoge ya dentro de la “Razón de Casas de que se compone la población del Real Sitio de San Lorenzo”, pero todavía no estaba plenamente terminado. No será hasta 1797, cuando Villanueva realice el paso elevado que una la Tercera con la Segunda Casa de Oficios, cuando el edificio llegue a su finalización. El edificio se mantuvo en buenas condiciones durante todo el siglo XIX. A partir de 1874 acogió la Administración y Oficinas del Patrimonio Real de San Lorenzo. Desde mediados del siglo XX, hasta nuestros días, su función varió y fue divida en viviendas en alquiler para particulares.
La Casa de Infantes
Esta casa fue construida para alojar cómodamente, durante las jornadas, a los criados de los Infantes don Gabriel, don Antonio y don Francisco Javier. Por ello Carlos III ordenó a principios de 1770 que se construyese un edificio “en el cercado y plantel que hace frente a la fachada principal de ese Monasterio, siguiendo la tapia y línea de la casa que llaman de las Pizarras, quedando contiguas, y dándose paso a esta desde dichas casas para su comunicación interior con el Monasterio y Palacio; todo con arreglo a los planes que ha ejecutado y manifestara el arquitecto don Juan de Villanueva…”. Es esta por lo tanto la primera gran obra del arquitecto Juan de Villanueva, no sólo en San Lorenzo sino también dentro de su carrera profesional.
El solar que ocupa el edificio fue cedido a regañadientes por los monjes Jerónimos, que no querían perder el domino en parte de sus terrenos. Por ello incluso llegaron a aducir que precisamente en esos terrenos tenían previsto ampliar las paneras, pero sus objeciones no fueron consideradas. En enero de 1770 parece que Villanueva tenía ya los planos hechos del nuevo edificio. La obra comenzó en marzo, y debió limitarse al desmonte y cimentación hasta septiembre de ese año, cuando se contrató la cantería, albañilería y mampostería con Francisco Prieto y compañeros contrata que tras una serie de problemas se suspendió en 1774, concertándose una nueva que permitió rematar la obra en 1776. Sin haberse terminado la obra, en 1773, Antonio Ponz, en su “Viaje de España” describía así este edificio: “Se hace al presente una gran casa por el mandato de los señores Infantes D. Gabriel y D. Antonio, para alojamiento de su familia, enfrente de la principal fachada del Convento e iglesia, la cual tiene correspondencia con las casas de oficios, que están al norte; y así esta fábrica, como la inmediata, de la comunidad ha mandado construir en aumento de la campaña, sirven para ir cerrando la Lonja por los lados de poniente, y norte, y para dar mayor grandiosidad al conjunto de obras del Escorial…”.
Tras la muerte en 1771 del infante D. Francisco Javier, la casa quedó dividida en dos parte, una para el Infante D. Gabriel y otra para el Infante D. Antonio Pascual. Tras el fallecimiento del primero en 1788 su parte pasó a sus descendientes y después del deceso del Infante D. Antonio Carlos, al no tener éste descendencia, la suya pasó al Patrimonio de la Corona, conociéndose desde entonces ésta como Casa de la Reina y la otra con la antigua denominación de Casa de Infantes. En 1863 ambas conservaban el uso de acoger a la servidumbre de S.M. En 1925 la Administración del Patrimonio compró a los herederos del Infante don Gabriel de Borbón la parte de la casa denominada “de Infantes” para volver a constituir una única propiedad. A partir de entonces, y hasta ahora, las diferentes viviendas fueron reformadas y puestas en régimen de alquiler.