Hubo un tiempo en que en Madrid abundaban las mercerías y las tiendas de telas. Hubo un tiempo en que en todas las casas había como electrodoméstico principal una máquina de coser. Hubo un tiempo en que todas las mujeres aprendían a coser, bien para poder hacer arreglos y los vestidos en su casa, o bien como oficio al que una fémina podía aspirar. Hubo un tiempo en que había cientos de oficios relacionadas con la moda: botoneras, cortadoras, chalequeras, patronistas… Hubo un tiempo en que los talleres de costura de todo tipo, humildes y de alta costura, abundaron en nuestra ciudad. Hubo un tiempo en que las miradas del mundo se dirigieron a nuestros modistos y a la moda que se hacía en España como referente. Hubo un tiempo en que vestimos a grandes estrellas tanto locales como extranjeras. Hubo un tiempo que modistos y desfiles de alta costura internacionales vinieron a España…. Y este tiempo se acabó con la llegada del prêt-à-porter, lo que dió paso a la llegada de la moda masiva y para todos a partir de los años 70…
Ese apasionante recorrido por cuatro décadas de nuestra historia es el que nos propone la exposición En Madrid: una historia de la moda 1940-1970, inaugurada el pasado 10 de marzo y de la que se podrá disfrutar hasta el próximo 22 de mayo en la Sala de exposiciones El Águila de la Comunidad de Madrid (C/ Ramírez de Prado, 3). Una exposición de comisariado coral en el que nosotros tenemos que destacar, como no podía ser de otra manera, a dos de las componentes del equipo de InvestigArt, Lola Feijóo y Sonia Taravilla, que han hecho un trabajo de investigación fantástico buscando documentación, fotos y testimonios de modistillas, camiseras, y todo tipo de personas vinculadas con la moda.
La exposición arranca tras el final de la Guerra Civil española, cuando la ciudad de Madrid trataba de recuperar su vitalidad después del conflicto. Ese será el momento en el que poco a poco se irán abriendo paso comercios de botones y tejidos, y donde también empezarán a proliferar las modistras, sastres y, como no, también los salones de alta costura. Algunos creadores de alta costura como Cristóbal Balenciaga regresarán a España, y surgirán también importantes nombres como Julio Laffitte, Pedro Rodríguez, Asunción Bastida, Manuel Pertegaz o Lino Martínez. Para el grueso de la población la moda de esas casas o la que figuraba en las revistas era imposible, pero el deseo de las mujeres de cuidar su aspecto hizo que éstas aprendieran a coser su propia ropa inspirándose en esas tendencias. En ese momento jugarán un importante papel las escuelas de la sección femenina que enseñarán a coser y bordar a las mujeres, tanto para que estas tuvieran un oficio como para que pudieran desarrollar “su labor” como amas de casa. Desde muy jovencitas muchas niñas se convertirán en modistillas. Irán a las casas a entregar pedidos o a coger medidas. Los talleres serán lugares abarrotados de mujeres cosiendo y realizando muy diversas labores todas relacionadas con la costura: botoneras, cortadoras, patronistas, sombrereras…
En los años cincuenta el papel de Madrid como centro de la moda en España se consolida y la alta costura patria inicia su edad de oro. El modisto Marbel se convertirá en un referente en los talleres de alta costura y conseguirá el aplauso tanto de la alta sociedad de la época como también atraerá la atención de la prensa. Revistas internacionales como Vogue, Harper’s Bazaar o Life París Match enviarán a sus redactores y fotografos a cubrir los desfiles de moda y los rodajes que en España se harán de películas americanas como El Cid. La implantación de la industria americana del cine en España con algunas grandes superproducciones generará un impulso en la cultura y en la moda española y propiciará, gracias a la buenas relaciones con los americanos, la apertura de España al turismo.
Las grandes firmas como Balenciaga o Pedro Rodríguez, comenzarán a crear el vestuario de películas, tanto nacionales como internacionales, difundiendo así la moda creada en nuestra ciudad por todo el mundo.
Con la llegada de la década de los años sesenta entra en escena Elio Berhanyer que va a suponer no sólo el nacimiento de una nueva casa de alta costura en Madrid, sino que también es el inicio de la llegada de la moda moderna. Sus diseños nuevamente acapararán la atención de la prensa internacional, así como los de Pedro Rodríguez que intentará no perder la corriente y se unirá también en el deseo de modernizar la alta costura madrileña.
La presencia de Ava Gardner en Madrid, quien vivió quince años en nuestro país, y fue clienta de Balenciaga y Elio Bernhayer, así como el impulso que grandes actrices nacionales dieron a la moda, como Concha Velasco, Carmen Sevilla, Analía Gade o Sara Montiel, empezaron a hacer soñar a las jóvenes españolas con la llegada de nuevos tiempos y una moda más juvenil, fresca y llena de color.
Sin embargo, los altos precio de las casas de alta costura y de la moda hecha a medida irá dejando paso a las boutiques y a las tiendas de moda ya confeccionada. Grandes almacenes como Galerías Preciados se abrirán paso y permitirán a las madrileñas vestir a la moda a unos precios más modestos.
Finalmente, la llegada del prêt-à-porter marcó el final de muchas de las casas de alta costura madrileña y Madrid perdió ese foco de la prensa internacional y de la socialité hollywodiense que durante unas décadas maquilló la España en blanco y negro de la dictadura.
La exposición En Madrid, una historia de la moda 1940-1970 puede verse hasta el próximo 22 de mayo en la Sala el Águila de la Comunidad de Madrid (C/ Ramírez de Prado, 3), en horario de de lunes a sábado de 10 a 14h y de 16 a 20h y los domingos y festivos de 10 a 14h. La entrada es gratuita.