* Quiero agradecer a mi amiga Elisabeth Pazo Sala su ayuda y colaboración en la redacción y revisión de este artículo. Es una suerte para mí poder contar con una persona tan maravillosa.
En 1464, Antonio Averlino (Filarete) describió, en su Tratado de arquitectura, el studiolo de Piero de Medici, a quien dedicó este mismo tratado:
“Tiene efigies y retratos de todos los emperadores y hombres nobles que han vivido, hechos en oro y plata, bronce, joyas, mármol, y otros materiales. Hay cosas maravillosas que ver allí”1.
El studiolo nació de la unión entre la biblioteca de las casas nobles y los scriptoria y cámaras del tesoro de monasterios y palacios2. Esta estancia no tenía una arquitectura concreta, ya que, al ser un lugar destinado al estudio, la reflexión y el ocio privado, era básicamente una estancia pequeña. Lo que sí tenían en común estas habitaciones era la rica (y muchas veces excesiva) decoración, a menudo con taraceas de maderas nobles, que siempre iba en consonancia con lo guardado en los armarios o cajones del studiolo.
Fue durante el Renacimiento, y en Italia, cuando este tipo de estancias tuvieron mayor desarrollo gracias a los gabinetes de curiosidades. Éstos contenían muebles, a modo de expositores, en los que se guardaban los llamados naturalia (objetos de la naturaleza) y artificialia (objetos creados o modificados por el ser humano). Algunos de los studiolos más famosos fueron, además del de Francesco I, el de Federico de Montefeltro, duque de Urbino, o el de Cosme de Medici o el de Isabella d’Este.
– Francesco I y el encargo de su studiolo
Francesco I de Medici, II Granduque de Toscana, e hijo de Cosme I, no fue alguien especialmente interesado en la política. Le interesaban más otros temas, como la alquimia o la ciencia, y de hecho por eso siempre fue retratado como alguien taciturno y “raro”.
Teniendo en cuenta que seguramente él ya trabajaba en alguno de los laboratorios que había establecido su padre Cosme en el Palazzo Vecchio (anteriormente llamado Palacio de la Signoria) de Florencia, no es de extrañar que heredara de él ese interés por los aspectos más curiosos de la naturaleza, y por ello practicaba también la alquimia. Y es que “la búsqueda de los secretos de la naturaleza nacía del intento de superarla mediante experimentos e investigaciones en el arte, y eso era posible sobre todo en el ámbito de la alquimia”3.
Si bien generalmente se considera que Francesco I encargó el studiolo en 1569-70, ya desde 1568 encontramos referencias a él en la correspondencia, por lo que la idea de construirlo ya era algo que Francesco tenía en mente. En una carta del 25 de junio de 1568, Giovanni Ricci (cardenal de Montepulciano) escribe a Antonio Serguidi (secretario del entonces príncipe) que le va a enviar “alguna figura de mármol, y bronce, y otras cosas para poner en el estudio del señor príncipe”((Archivo de Estado de Florencia (ASF), Mediceo del Principato, 1177, 291 r)). Aunque aquí Giovanni Ricci podría referirse al studiolo de Cosme I (o uno de ellos), la idea de que Francesco tuviera un lugar propio para este fin ya estaba en el aire. El plan de construir un nuevo studiolo, también en el Palazzo Vecchio, seguramente tomó forma cuando Francesco asumió el poder. Cosme I había tenido su estudio propio (varios, de hecho), así que no es de extrañar que Francesco también quisiera un espacio para él: “Y en esto tiene razón, porque él quiere guardar algunas cosas suyas”, decía Borghini en una carta a Vasari el 7 de septiembre de 1570((Archivo de Estado de Arezzo (ASA), Archivio Vasari, 14 (XLVIII), cc. 72-73)).
El studiolo fue para Francesco un proyecto personal para el que buscó inspiración en los llamados Guardaroba. Su objetivo era crear un espacio de uso privado, que representaría una culminación de intelectualidad y fantasía. Por ello, la naturaleza domina la sala, que presenta una clara subdivisión entre naturalia y artificialia.
– La decoración
La idea era que el studiolo representara una nueva era, una generación distinta y más enfocada al humanismo, pero Francesco I dos artistas considerados del “antiguo régimen”, que ambos habían trabajo para su padre Cosme: Vincenzo Borghini, que diseñó el programa iconográfico, y Giorgio Vasari, que, junto con su discípulo Giovanni Battista Adriani, coordinó el trabajo de los distintos artistas que trabajaban en esta gran obra colectiva. Algunos de los otros artistas que trabajaron aquí fueron Alessandro Allori, Francesco del Brina, Carlo Portelli o Girolamo Machietti((Los escultores que trabajaron en el studiolo: Stoldo Lorenzi, Vincenzo Danti, Giovanni Bandini, Elia Candido, Giambologna, Vincenzo de’ Rossi, Domenico Poggini, Bartolomeo Ammannati y Niccolò di Gerardo. Y los pintores: Alessandro Allori, Andrea del Minga, Niccolò Betti, Domenico Buti, Giovanni Maria Butteri, Vittore Casini, Mirabello Cavalori, Jacopo Coppi, Francesco Coscia, Giovanni Fedini, Alessandro Fei, Girolamo Macchietti, Sebastiano Marsili, Maso da San Friano, Giovanni Battista Naldini, Il Poppi, Carlo Portelli, Santi di Tito, Lorenzo Sciorina, Giovanni Stradano, Bartolomeo Traballesi, Giorgio Vasari, Jacopo Zucchi, Dionigi Nigetti)).
El microcosmos caleidoscópico que Vincenzo Borghini recreó en el studiolo de Francesco muestra la mentalidad práctica y Toscana del artista. El programa ideado por éste se basaba en la Naturaleza y sus cuatro elementos (tierra, mar, fuego y aire), aludiendo así a los objetos conservados en la estancia. La clave de todo el despliegue iconográfico la encontramos en el centro de la bóveda: la naturaleza está acompañada por Prometeo, que hace referencia al “inventor” de las piedras preciosas y los anillos. Esta dualidad de naturalia y artificialia se repite en toda la sala a modo de patrón.
En las esquinas de la sala había nichos con estatuas de bronce, y en la galería inferior, había ocultos armarios cuyas puertas estaban decoradas por cuadros la mayoría de ellos de formato ovalado. Dos retratos enfrentados de Leonor de Toledo y Cosme I, padres de Francesco, presidían la pieza en los lunetos de la bóveda.
Teniendo en cuenta la correspondencia, Borghini parecía tener una preocupación constante sobre la decoración del studiolo. No es de extrañar, ya que él era uno de los responsables del proyecto. Así, en una carta del 3 de octubre de 1570, le escribió a Vasari que “hace falta arte y juicio en no dejar espacios vacíos, y esto no lo puedo saber si no vengo a verlo (…) Hay que acomodar las historias a los lugares y no los lugares a las historias, porque las pinturas se pueden cambiar pero las paredes no”((ASA, Archivio Vasari, 14 (XLVIII), cc. 75, 79)).
Dentro de la decoración queremos destacar dos obras: Perseo y Andrómeda, del propio Vasari; y El laboratorio del alquimista, de Giovanni Stradano. En la primera de ellas, vemos a Perseo que, después de haber matado a Medusa y tratando de liberar a Andrómeda, dejó caer sangre de la cabeza de la gorgona sobre algunos arbustos que, como consecuencia, se convirtieron en coral. De hecho, el coral era muy importante para Francesco I, por lo que su rareza y simbología lo hacían estar presente en este studiolo. En la segunda, El laboratorio del alquimista, aparece retratado el propio Francesco como el hombre que trabaja a la derecha.
– Los usos del studiolo
El studiolo era un lugar dedicado al estudio y la reflexión, pero sobre todo a la ciencia y la alquimia. De hecho, no olvidemos que la estancia contaba con armarios para guardar los objetos, como los cuernos de unicornio (que en realidad eran de narval), que tenían que preservarse celosamente ya que así se creía que se conservaban mejor sus virtudes.
Para conocer mejor los objetos raros y curiosos que aquí se atesoraban, resulta muy útil recurrir, de nuevo, a la correspondencia de la época, en concreto a la que Francesco I mantuvo con el naturalista Ulisse Aldrovandi, con el que intercambiaba, por ejemplo, semillas. En el año 1586 Francesco le escribió varias cartas que ilustran muy bien la importancia que esta relación tenía para él y para el mantenimiento de su colección de objetos raros. A principios de abril de ese año, Francesco le escribió: “Hace años, cuando vivía el Gran Duque Cosme, cogieron las semillas de uno de los frutos del Guanabano, se pusieron en un vaso y la planta nació. (…) Como no se cuidó con la diligencia que necesitaba, la planta murió. Así que las semillas que me mandáis, que aprecio muchísimo, las haré germinar y crecer. (…) He tenido varias cosas nuevas, extravagantes, de plantas, peces y otros animales terrestres de las Indias y de otros lugares. (…) Los granos que envío son recogidos de mis plantas; las flores crecen llegando la Navidad, pero como estaban en un sitio al descubierto, el frío las mató”((ASF, Mediceo del Principato, 269, 28r)).
Si bien se conservan muchos documentos sobre la decoración y la construcción del studiolo (pagos, etc) es muy poco lo que se sabe de lo que se guardaba en los armarios. Sin embargo, Borghini nos da una pista sobre cómo podrían estar colocados los objetos y curiosidades, ya que, en su Invenzione, describe una organización de los objetos según las divinidades colocadas en los nichos, de manera que a cada una le correspondería un tipo de objeto: a Pluto, el oro, la plata y metales similares, ricos y preciosos, donde irían las medallas, esmaltes, trabajos en oro y similar; a Ops, el pórfido, las ágatas, y todo tipo de mármoles que se esculpen (se podrían añadir también cuernos y huesos de animales, como el marfil, etc. y maderas raras, como ébano, etc); a Bóreas, vidrio y porcelana; a Apolo, lapislázuli, y otros minerales de colores (y otras cosas para medicina, como cuernos, huesos, hierbas o cosas similares raras y únicas); a Vulcano, minerales duros, como el acero o el hierro, que se tienen que trabajar con el fuego((Conticelli, V.: op. cit., pp. 61-62)).
Cada óvalo de la pared era un armarito que guardaba los objetos y las joyas, de manera que lo representado en ellos estaba relacionado con los elementos y a su vez con lo que contenían.
– Desmantelamiento y reconstrucción del studiolo
En 1586, un año antes de morir Francesco I, seis estatuas de bronce (de las ocho que había en el studiolo) se trasladaron a la Tribuna de los Uffizi. Allí se colocaron sobre unos pedestales diseñados por Buontalenti. La Galería de los Uffizi, además de estar destinado a albergar las oficinas administrativas (y de oficios), algunas zonas se usaron desde el principio para exponer parte de la colección de los Medici. El actual pasillo Este se pensó como una galería destinada a reunir y exponer esculturas antiguas, retratos de la familia Medici y de hombres ilustres. Denominada como Galería de las Estatuas, se usó por primera vez el término “galería” con su significado de exposición ordenada de obras de arte((Rossi, F.: Museos de Florencia (Los Oficios y el Palacio Pitti), Barcelona, Círculo de Lectores, 1975, pp. 25-27)). La zona más importante de esta galería era la ya mencionada Tribuna de los Uffizi. Ésta se construyó para albergar las obras de arte y los objetos más preciados de los Medici, y precisamente por esa razón Francesco I llevó allí algunas de las estatuas de su studiolo.
A partir de 1587, el studiolo fue desmantelado, fundamentalmente por su hermano Fernando, su sucesor. La mayoría de las pinturas fueron llevadas al Palacio Pitti. Después, entre 1771 y 1773, se trasladaron a la Galería de los Uffizi. Y entre 1865 y 1871 algunas se llevaron al Palazzo Vecchio, donde se quedaron hasta 1910, año en que se reconstruyó el studiolo, otorgándole su aspecto original.
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- Citado en Campbell, S.: The Cabinet of Eros: Renaissance Mythological Painting and the Studiolo of Isabella d’Este. Yale University Press, New Haven, 2006, p. 29 [↩]
- Conticelli, V.: Lo studiolo di Francesco I de’ Medici: arte, storia e significati. Ágora, 2007, p. 17 [↩]
- Conticelli, V.: op. cit., p. 3 [↩]