La biografía de Charles de la Traverse resulta sumamente difusa. Se trata de un artista esquivo en su producción y del que apenas conocemos unos cuantos datos. Sabemos que nace en París en 1726 y que es en la capital francesa donde inicia su aprendizaje de la pintura con Françoise Boucher (1703-1770). En 1748 obtiene el segundo gran premio de la Real Academia de Pintura y Escultura francesa por el cuadro Tobias enterrando a los muertos (Saintes, Musée des Beaux Arts). En la École royale de París estudió durante tres años, entre 1749 y 1751. Obras de esos años parece ser el Retrato de una joven dama que por su atuendo y escasa pericia parece corresponder con una obra de juventud.
Tras estudiar entre 1749 y 1751 en la École royale de París fue pensionado para ir a Roma por tres años. Nada más comenzar su beca romana, en 1752, pintó una Alegória del Agua por encargo del príncipe de Esterhàzy quien deseaba que los pensionistas realizaran una serie sobre los cuatro elementos. Éste es uno de los escasos lienzos de entidad que se conservan del pintor, hoy en el Museo de Bellas Artes de Budapest[1], y deja a las claras que todavía entonces su pintura seguía deudora de las formas y colorido aprendidos de Boucher.
En la Ciudad Eterna su técnica progresa rápidamente, considerándosele como el artista francés con más futuro de su generación. Esto le proporcionará diversas ayudas para costear sus gastos tanto por parte del rey de Francia como por parte de diversas personalidades. A esos años de estancia romana parece que podría corresponder un lienzo que ha salido a la luz hace escasas fechas que representa a San Juan de Patmos y en el que se encuentra la firma del artista en griego sobre el libro. Por la inmediatez de la pintura y los rasgos comunes del representado con el autorretrato que se conserva en la Biblioteca Nacional, ésta podría encerrar un autorretrato del artista, que al igual que San Juan, quien había sido exiliado en la isla de Patmos, se consideraba exiliado de su Francia natal en Roma.
Concluidos sus estudios en Roma, en 1757 pasa a Nápoles deseoso de conocer los descubrimientos arqueológicos de Herculano. Allí, buscando una seguridad económica que le parecía esquiva, entrará al servicio del embajador francés en Nápoles, el Marqués D’Ossun, a quién seguirá en su traslado a Madrid tras el nombramiento, en 1759, del rey de Nápoles como Carlos III de España.
Ya en Madrid se dedicará a la enseñanza y a la realización de pequeñas obras de gabinete, paisaje, historia, flores, etc., tal y como declara su mejor discípulo, Luis Paret y Alcázar (1746-1799), quién debió estar bajo su magisterio entre 1767 y 1775 aproximadamente. Como maestro fue un hombre estricto que impedía la copia de estampas y animaba a la utilización de los modelos de la antigüedad y “al uso del natural”[2]. A partir de 1777 exploró en secreto España al servicio del conde de Angiviller en busca de obras para el futuro Museo del Louvre, pero lo cierto es que no parece que tuviera mucho éxito en esta empresa[3].
Se desconoce prácticamente su producción artística en España, a excepción de más de medio centenar de dibujos que se conservan en la Biblioteca Nacional de Madrid[4]. Sabemos, según cuenta Ceán Bermúdez en el año 1800, que La Traverse desarrolló en la pintura “todos sus modos y diferencias: tanto que se duda por las pruebas que hay de su mano al óleo, al temple y en miniatura, en la Historia, en los retratos, en las flores y en los paises en que género fuese mejor. Tenía gran fecundidad para la invención y mucha erudición para componer un quadro”[5]. Pese a todo, la única obra en lienzo que se le atribuye de su etapa española para poder comprobar su maestría con los pinceles es la Alegoría del nacimiento del infante don Carlos Eusebio (Madrid, Museo Lázaro Galdiano, inv. 3945). Obra en la que está puesta en tela de juicio su autoría[6], aunque sabemos que sí exploro el tema ya que el artista realizó una Alegoría para el nacimiento de un infante que fue grabada por Manuel Salvador Carmona en 1764). Asimismo, desde 1817 figuraba atribuida a La Traverse dentro de las colecciones de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando un retrato de Tres príncipes niños, hijos de don Felipe de Borbón, duque de Parma (inv. 0721). Dicha atribución se mantuvo hasta 2009 cuando se aceptó la autoría de Giuseppe Baldrighi publicada por Bertini[7].
Por último, dentro de esas composiciones de gabinete podrían englobarse las acuarelas de los jardines de la Granja de San Ildefonso que el autor realizó en 1773 que fueron regaladas al conde Grantham, embajador de Gran Bretaña en la Corte de Carlos III y que hoy en día se conservan en la École nationale supérieure des Beaux-Arts en París[8].
Sin embargo, tal y como acabamos de señalar, de lo que si se conserva una parte muy extensa de su producción es de sus dibujos. De su estancia italiana hay un álbum en las colecciones del museo de Besançón[9]. mientras que de sus años en España el corpus no deja de crecer. Conocidos eran los setenta y ocho dibujos que se guardan en la Biblioteca Naciona, sesenta y dos procedentes de un álbum perteneciente a González de Sepúlveda, íntimo amigo de Luis Paret y Alcázar, que pasó a la Biblioteca Nacional en 1899 procedente del Museo del Prado[10]. En éstos son visibles todo tipo de temáticas: mitológica, religiosa, simbólica, estudios para monumentos funerarios, etc. Todos elloss están basados en una sólida formación clásica, pero muestran un marcado estilo personal, propio e inconfundible. En ellos exhibe un espíritu barroco, gracias a las suaves líneas en zig-zag con las que crea composiciones equilibradas y sólidas. Pero sobre todo hace hincapié en marcados contrastes de luces y sombras, generados a base de aguadas de tonos sepia sabiamente distribuidos. A este importante álbum se suma el descubrimiento en 2016 de más de un centenar de figurines de teatro realizados por el artista para la representación teatral ofrecida en Madrid, en 1764, por el marqués D’Ossun para celebrar el matrimonio de la infanta María Luisa de Borbón y el archiduque Leopoldo de Augsburgo-Lorena[11]. Los dibujos muestran unos trajes llenos de originalidad y gracia, en el estilo característico de La Traverse, llenos de líneas sinuosas y creados con un manejo sublime de la aguada.
En 1787, estando ya el artista muy enfermo, regresó a su París natal, donde falleció posiblemente en ese mismo año[12].
NOTAS DEL TEXTO
[1] JIMENO, Frédéric, «Charles de La Traverse (1726-1787) y el comercio de arte entre Francia y España», en Alberto Castán, Concha Lomba y María Pilar Poblador (coords.), El tiempo y el arte. Reflexiones sobre el gusto IV. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 2018, p. 72, fig. 1.
[2] CEÁN BERMÚDEZ, J. Agustín: Diccionario Histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España. Madrid, en la imprenta de la viuda de Ibarra, 1800, Tomo IV, p. 53.
[3] JIMENO, Frédéric, «Charles de La Traverse (1726-1787) y el comercio de arte entre Francia y España», en Alberto Castán, Concha Lomba y María Pilar Poblador (coords.), El tiempo y el arte. Reflexiones sobre el gusto IV. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 2018, pp. 71-85.
[4] Entre estas procedencias está la de Manuel Castellano, el mismo propietario que tuvo nuestro dibujo. Véase: BARCIA Y PAVÓN, Ángel M.: Catálogo de la colección de dibujos originales de la Biblioteca Nacional. Madrid, 1906, pp. 789-794, nº 9177 a 9254 y también SANDOZ, Marc: «A group of drawing by Charles de La Traverse in the Biblioteca Nacional, Madrid», Master drawings, Volume X, nº 4, 1972, pp. 378-382.
[5] Ceán Bermúdez, op. cit., Tomo V, pp. 74-77.
[6] Esta obra le fue atribuida a Charles de la Traverse por RODRÍGUEZ MOÑINO, Antonio: «Charles de la Traverse, pintor frances en España. Noticas sobre su vida y sus obras (? – 1787)», Academia, nº 4, 1954, pp. 394-395. En la actualidad la autoría de la obra sigue en discusión tal y como puede verse en CÁNOVAS DEL CASTILLO, Soledad: «En torno a la atribución de un cudro del Museo Lázaro Galdiano a Charles de La Traverse», Goya, nº 301-302, 2004, pp. 241-248.
[7] Bertini, G., «Un ritratto dei figli del duca di Parma», Antologia di Belle Arti. Il Settecento, nº 59-62, 2000, pp. 115-118.
[8] PRAT, Louis-Antoine, Le Dessin Français au XVIIIe Siècle. París, Musée du Louvre, 2019, p. 339.
[9] RASPI SERRA, J., «Charles de La Traverse: l’album del musée des beaux-Arts et d’archéologie de Besançon. Note e memoria dell’antico», en Borsellino, E., Casale, V., (dir.), La Pittura del settecento romano e la sua diffusione a Venezia e a Napoli. Firenze, Edifur, 2001, pp. 213-224.
[10] SANTIAGO PÁEZ, Elena: «Los fondos del Servicio de Dibujos y Grabados de la Biblioteca Nacional», Boletín de la Asociación de Archiveros, Bibliotecarios, Museólogos y Documentalistas, XLII, 1, 1992, p. 129.
[11] MARTÍNEZ, Alejandro, Charles-François-Pierre De La Traverse (1726-1787). Projets de costumes de théâtre pour la représentation donnée en l’ honneur du mariage de l’ infante Marie-Louise de Bourbon avec l’archiduc Léopold de Habsbourg-Lorraine à l’ambassade du marquis d’Ossun à Madrid (1764). París, Didier Aaron, Galerie Terrades, 2016.
[12] Rodríguez Moñino, op. cit., presenta la transcripción de un documento redactado por su discípulo Paret y Alcázar en el que se cifra el año de su muerte en 1787.
Trackbacks/Pingbacks