Recientemente el Museo de Historia de Madrid ha adquirido a la galería De la Mano cuatro lienzos del pintor Zacarías González Velázquez llenos de significación e historia. Las piezas debieron servir para presentar el proyecto, de las pechinas que se le encomendaron para la decoración del Real Oratorio del Caballero de Gracia en Madrid, a los comitentes, como a continuación pasaremos a analizar.
A mediados del siglo XVII se levantó en el centro de Madrid, siguiendo las trazas del aparejador mayor de obras reales Juan de Torija, un pequeño oratorio dedicado a Jacobo Gratij, caballero de la Orden de Cristo y nuncio apostólico de Gregorio XIII en la corte de Felipe II. Éste se había establecido en Madrid, ordenado sacerdote y destinado su fortuna a la fundación de la Real, Antigua y Venerable Congregación de Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento, dedicada a extender el culto a la Eucaristía. El oratorio se inauguró el 1662 y muy probablemente seguía el estilo “jesuítico”, ya que en las actas de construcción se hace referencia a pilares o pilastras y paredes de ladrillo y tapiales.
Un siglo más tarde, el edificio, conocido como Real Oratorio del Caballero de Gracia, se mostraba insuficiente para atender las necesidades de la Congregación y por ello se emprendió su reedificación, en 1782, durante el reinado de Carlos III. De este nuevo proyecto se hará cargo el Arquitecto Mayor de Obras Reales, Juan de Villanueva[1], convirtiéndose así en el primer encargo de carácter religioso que recibirá. El propio Villanueva será quien recomiende para la realización de las pinturas al temple de la cúpula al pintor Zacarías González Velázquez, considerado en aquellos momentos como el pintor de mayor proyección dentro de la Corte. Así el secretario del Oratorio informaba de que :
«Hice presente en esta junta era el ánimo del arquitecto de nuestra obra Dn. Juan de Villanueva se pintase la media naranja y que había propuesta a Velázquez como facultativo de su satisfacción para que lo ejecutase pero se hacía preciso diese la congregación el pensamiento o pensamientos que fueren más propios del Augustisimo y Venerable Sacramento del altar […] A consecuencia de [las] facultades que se me dieron por ella para tratar de la pintura de la media naranja tanto en los pensamientos alusivos al misterio como en el precio dije había acordado con el pintor Velázquez que aquellos fuesen el sacrificio de Isaac, Rut espigando, Sansón con el león y el racimo de la tierra de promisión y en las pechinas los cuatro arcángeles y en la literna la gloria todo en el precio de doce mil reales de vellón en lo que conocería la junta que ejecutado por mano de un profesor acreditado no podía ser con más equidad ni por menos coste».
Roscales Olea 1994, pp. 438-439.
Zacarías Velázquez había iniciado su formación con su cuñado Mariano Salvador Maella y pasó a ser alumno de la Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1777, donde su padre, el también pintor Antonio González Velázquez, era el director de pintura. Tras su fase de aprendizaje fue nombrado en 1790 académico de San Fernando, institución de la que llegará a ser primero director de pintura y posteriormente director general[2].
Para la Corte el artista trabajará realizando frescos para diversos Reales Sitios, como El Pardo o Aranjuez, que compaginará con encargos de carácter religioso por todo el territorio nacional. Así, ejecutará obras para la Santa Cueva de Cádiz junto a Goya, para la catedral de Toledo, para el claustro de la Iglesia de San Francisco el Grande, para el Sagrario de la Catedral de Jaén o algunos lienzos y decoraciones murales para el Oratorio del Caballero de Gracia de Madrid, obra a la que estamos haciendo referencia. Para esta última, Zacarías recibirá las indicaciones de los temas a realizar, en la media naranja, la linterna y las pechinas, directamente de la Congregación, tal y como consta en la documentación[3].
Previo al comienzo de los trabajos en la cúpula, que sabemos que estaban ya iniciados el 28 de marzo de 1792[4], Zacarías Velázquez debió de pasar a la Congregación para su aceptación los bocetos de las pinturas que iba a realizar. En julio de 1792 ya sabemos que el artista estaba trabajando en la cúpula y que al final se había decido reflejar en las pechinas a tres de los Arcángeles y al Ángel de la Guarda:
«Para inteligencia de la junta puse en su noticia […] que desde el día veintiocho de marzo en que había comenzado a trabajarse había logrando verla en este ya totalmente cubierta […] y en estado de hallarse pintándola por el acreditado profesor Dn. Zacarías de Velázquez con quien por el ventajoso precio de doce mil reales estaba convenido en pintar la linterna y en ella la gloria y en la media naranja entre los óvalos de las ventanas los cuatro pensamientos del sacrificio de Abraham Sansón con el león y el panal Rut espigando y el racimo de la tierra de promisión alusivos al Augustisimo Sacramento del altar y encima de los expresados óvalos unos mancebos con la ese y el clavo el cáliz y la hostia los panes de la proposición el libro de los siete sellos y el cordero y unas bandas con las inscripciones siguientes: “hic salus hic vita hic gratia hic gloria” y en las cuatro pechinas San Miguel San Gabriel San Rafael y el Santo ángel de la guarda».
Roscales Olea 1994, p. 439.
Se conservan algunos de estos esbozos al óleo sobre lienzo, como los de los pasajes del Antiguo Testamento alusivos al sacramento de la eucaristía, en el Museo del Castillo de Perelada[5].
Asimismo, se han preservado los bocetos para los arcángeles y el Ángel de la guarda de las cuatro pechinas, obras que como dijimos al comienzo acaba de adquirir el Museo de Historia de Madrid, y que fueron conservadas por el autor entre sus posesiones hasta su fallecimiento en 1834, tal y como se recoge en el inventario de bienes de su testamentaria:
«145. Cuatro bocetos con los cuatro Arcángeles que hay en las Pechinas de la Iglesia del Caballero de Gracia, de un pie y siete pulgadas, de largo, por uno y tres de alto, en cuatrocientos reales… 400»[6].
Las obras le fueron adjudicadas a su hija Clara González Velázquez, tal como consta en la hijuela de ésta, fechada en 14 de julio de 1834, en donde se repite casi exactamente la misma descripción de las obras:
«145. Cuatro bocetos de los Cuatro Arcángeles de las 4 pechinas del Caballero de Gracia, de un pie y 7 pulg. de largo por 1 y 3 de ancho, en cuatrocientos»[7].
Los cuatro lienzos muestran dentro de óvalos las figuras en vuelo de los Arcángeles y del Ángel de la Guarda. Todas ellas aparecen con un atributo que permite su identificación. Así, San Miguel se representa pisando una serpiente que simboliza el Mal; San Gabriel, lleva en la mano unos lirios y apunta a la paloma del Espíritu Santo, ambos emblemas de la Anunciación; San Rafael, lleva un pez; y el Ángel de la Guarda protege entre sus brazos a un niño. El colorido, elegancia y movimiento de los personajes coloca a estas obras entre lo mejor de la producción de Zacarías Velázquez y entre lo más destacado de la pintura neoclásica española.
Las piezas cobran además una especial relevancia al no conservarse en la actualidad las pinturas al temple que el artista realizó en las pechinas del Oratorio. La humedad las dañó gravemente y durante la intervención que el edificio sufrió entre 1975 y 1979 supuestamente se picaron hasta llegar a la capa de mortero, perdiéndose irremediablemente. Se aplicó entonces una decoración de guirnaldas con el escudo de la Congregación, que fueron restauradas como el resto de la cúpula en el año 2002.
Sin embargo, tras ser localizados los bocetos que aquí presentamos y gracias también a fotografías antiguas se decidió, en el año 2010, recrear las pinturas originales en lienzos y colocarlas en las pechinas, aunque desafortunadamente, ya que se iban a tapar las pinturas de los años 70 no se aprovechó la ocasión para realizar catas sobre las pechinas y comprobar si había restos todavía de las obras originales de Zacarías González Velázquez. Sirviéndose de las fotografías de alta resolución obtenidas de la galería De la Mano el artista ruso Boris Lugovskoy recreó las figuras de los arcángeles, los cuales fueron colocados con la misma disposción que se muestra en las fotografías antiguas conservadas en el Instituto del Patrimonio Histórico Español. De esta manera, los bocetos de Zacarías sirvieron nuevamente para recuperar la historia y apariencia original de una de las grandes joyas del neoclasicismo madrileño como es el Oratorio del Caballero de Gracia.
NOTAS DEL TEXTO
[1] LÓPEZ DE MENESES, Amada: “El oratorio del Caballero de Gracia”, Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, 1931, 4º Trimestre, p. 300.
[2] Para más información sobre la biografía de Zacarías González Velázquez véase OSSORIO Y BERNARD, Manuel: Galería Biográfica de artistas españoles del siglo XIX. Madrid, 1883-1884 [ed. Madrid, 1975], pp. 304-305 y NÚÑEZ, Bertha: Zacarías González Velázquez (1763-1834). Madrid, Fundación Apoyo a la Historia del Arte Hispánico, 2000.
[3] ROSCALES OLEA, Graciliano: “Noticias sobre la pintura del Real Oratorio del Caballero de Gracia”, Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, nº 79, 1994, p. 438.
[4] Ibidem, p. 439.
[5] Núñez, op. cit., pp. 168-169 y p. 295, cats. P-16 a P-19.
[6] “Inventario general, tasación, partición y adjudicación de los bienes quedados por fallecimiento del Sr. D. Zacarías Velázquez”, Ibidem, p. 409.
[7] Ibidem, p. 413.