Desde que cayó en desuso la parte palaciega tras la muerte de Carlos II, El Real Monasterio de Monjas Descalzas de Santa Clara de Nuestra Señora de la Consolación, conocido popularmente como Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, había cerrado sus puertas a la vista de todo aquél que no fuera religiosa del mismo. No fue hasta 1911, cuando gracias a la labor de la Junta de Iconografía Nacional, se pudieron conocer los secretos que allí se guardaban. Entre las joyas que este monasterior escondía entre sus muros el retablo inmaculista dedicado a la Virgen de Guadalupe creado por Sebastián Herrera Barnuevo (ver aquí), la Capilla del Milagro (ver aquí) o la escalera principal del edificio decorada con pinturas murales. Ésta última es un ejemplo paradigmático tanto de escalera renacentista española como de pintura mural del siglo XVII.

     La arquitectura del monasterio nos recuerda que antes de convertirse en convento por deseo de doña Juana de Austria, hija del emperador Carlos V y hermana de Felipe II, fue uno de los palacios más suntuosos del Madrid de finales del siglo XVI. Éste, propiedad de Alonso Gutiérrez, fue un palacio de tal magnificencia que rivalizó en riqueza decorativa con el Alcázar de Madrid.

Descalzas reales, Juan Bautista de Toledo, ca. 1557-64. Foto: Wikimedia Commons.

     Según las primeras referencias, una de las remodelaciones que hizo Alonso Gutiérrez al adquirir la finca en 1526 fue la construcción de un patio a la italiana. En uno de los ángulos de éste encontramos una imponente escalera de dos tiros con un gran rellano central, inserta en una caja mural diáfana y abierta al patio central, que comunicaba el patio inferior con un segundo nivel. Un tipo de escalera nítidamente español, encajada dentro del renacimiento toledano, cubierta por las vigas de madera que se encuentran debajo de la pintura de la falsa bóveda. Las reformas posteriores modificaron el efecto y la relación espacial que mantenía ésta con el resto del edificio. Primero se cerraron los dos pisos del claustro y se cerró el gran vano que comunicaba la escalera con el salón que ocupaba la panda norte, anulando todo ello el carácter diáfano y moderno que debió tener esta escalera, y posteriormente se cubrió el techo.

     Como nos señalan Ana García Sanz y Victoria Triviño, la decoración monumental de dicha escalera, hemos de entenderla como un corpus de doctrinas y filosofías de la Orden Franciscana y del momento histórico en que se realiza. En estos temas decorativos encontramos la intervención de los dos mecenas principales de la pintura madrileña del siglo XVII: la Monarquía y la Iglesia. El patronazgo regio queda evidenciado en el Balcón Real y en la presencia repetida aquí y en lo largo del monasterio de la figura de San Juan, en una alusión a la fundadora Juana de Austria y a su esposo Juan de Portugal.

Rolan Moys: Juana de Portugal, 1559. Museo de Bellas Artes de Bilbao.

     En el primer rellano de la escalera junto a la puerta de entrada al refectorio, se observan diversas escenas de carácter ilusionista. En la pared norte la representación de un jardín con una estatua de san Juan Bautista en primer termino. Al fondo un altar con la representación del Noli me tangere, y en la pared oeste una logia y un altar dedicado nuevamente al santo en el fondo. Todo este primer rellano se encuentra decorado con simulaciones de mármoles de tonos rojizos y verdes y águilas.

     En un primer vistazo del conjunto llama la atención, entre toda la decoración de temática religiosa, la presencia del Balcón Real que encontramos a la izquierda de la pared oeste. En este fingido balcón se encuentra Felipe IV y su familia: el príncipe Felipe Próspero (la presencia del infante nos ha de dar una fecha ante quem se realizan las pinturas, ya que falleció en 1661), la infanta Margarita y la reina Mariana. El balcón se encuentra decorado con un gran cortinaje rojo que se recoge sobre la reina Mariana y al fondo una ventana donde se vislumbra el inicio de un arco con capitel corintio. Este gran cortinaje, junto con la decoración del balcón con la tela roja y los cojines donde reposan los regios personajes, recuerda al camón del ceremonial de cortina, llevado a cabo por el sumillier de cortina durante los actos religiosos. Esta representación, igual que la situación, no es casual ya que se encuentra justo enfrente del retablo del Calvario algo que explica la representación de la familia regia orando.

Vista del balcón real de la escalera del Monasterio de las Descalzas Reales. Foto: Tena de Bethercourt, 2010.

     Sobre la escena regia encontramos un tondo con la siguiente inscripción en latín: «ET PROCEDENTES ADROAVERUT EUM EX MATH». Y en la parte inferior dos angelitos con una filacteria con otra frase en latín sujetando un tondo decorado con frutas. En este tondo encontramos la representación del resurgir del Fénix, en loso que algunos piensan que hay una clara referencia al resurgir del imperio hispánico.

     En frente de esta representación de la familia regia, como decíamos anteriormente, se sitúa un Calvario, que se encuentra enmarcado a modo de retablo. En éste destacan las yeserías de pilastras con decoración de grutesco que sostienen un arco rebajado. Éste debió pertenecer a un vano de comunicación entre la escalera y la sala o espacio central de la crujía alta del patio. En el Calvario se encuentra la representación de Cristo crucificado entre las imágenes de la Virgen Dolorosa y San Juan Evangelista. Esta representación tiene un claro sentido contrarreformista de exaltación a la eucaristía, donde se ven a cuatro angelitos que recogen en cálices la sangre que surge de los diferentes estigmas del Salvador. Esta escena no es al fresco, sino que es un lienzo. Bajo ella se repite la imagen de Cristo pero esta vez yacente en el sepulcro, acompañado de una serie de ángeles. Completan este retablo seis pequeñas escenas dispuestas a modo de cuadritos en los laterales donde aparecen angelitos que llevan los símbolos alusivos a la pasión: la verónica, la esponja con vinagre, la lanza, el azote, el martillo, los clavos y las tenazas.

     En este segundo cuerpo, entre el Balcón Real y la escena del Calvario, recorriendo de lado a lado la caja de la escalera, se representan las imágenes del Santo Ángel Custodio, del Santo Ángel Protector del Convento y de los siete arcángeles, los tres canónicos: Miguel, Gabriel y Rafael, y los cuatro apócrifos: Uriel, Jehudiel, Barachiel y Seathiel. Como han escrito Ana García Sanz y Victoria Triviño, estos arcángeles y ángeles adquieren una importancia preeminente, con entidad propia, a modo de retrato y se nos presentan como la figuración de las virtudes y dones de Dios, así como mensajeros e intercesores de su voluntad. Este modelo, como indica el profesor Miguel Morán Turina, se ajusta a las figuras al fresco descubierto en la iglesia palermitana del Santo Angelo, donde aparecían los siete arcángeles con sus atributos y una inscripción con su nombre que permitía identificarlos. Esta iconografía tuvo repercusión gracias a los grabados de Pierre de Jode y de Philippe Galle en los que aparecían individualmente cada uno de los arcángeles, aunque para la pintura de la escalera debió servir directamente el modelo de las distintas series de arcángeles de Bartolomé Román. La presencia de los arcángeles se debía a que éstos eran la protección más eficaz que podían tener las monjas frente al demonio. Sin embargo, resulta significativo la importancia éstos adquirieron en un momento en que la iglesia estaba rechazando el culto a los ángeles apócrifos, cuyos nombres no se mencionan expresamente en la Biblia.

Vista de la escalera del Monasterio de las Descalzas Reales donde se aprecia la colocación de los ángeles y arcángeles. Foto: @realesitios

     Según las escrituras, estos personajes son espíritus puros y, por tanto, sin sexo. Por eso son representados con tal delicadeza en sus facciones y con una belleza más femenina que masculina. De izquierda a derecha las representaciones que encontramos son: Sealtiel con el incensario, Uriel con la espada flamígera, al Custodio o de la Guarda con un niño abrazado a su cadera, al Protector con los mismos atributos de Jehudiel, una corona en la mano derecha y unas disciplinas en la izquierda. En la pared norte, en el centro de estas representaciones, encontramos a Gabriel y a Miguel. Gabriel portando una linterna y Miguel en su representación con la balanza pesando las almas. Si se sigue por la pared este, se encuentran Jehudiel con la corona y los azotes, Rafael, acompañando a Tobías y finalmente Barichiel con rosas en el manto. Todos ellos identificados con sus nombres sobre su representación.

San Sealtiel, San Uriel y Santo Angel Custodio. Foto: Ruiz Alcón, 1974.

Santo Ángel Protector, San Gabriel y San Miguel. Foto: Ruiz Alcón, 1974.

San Jehudiel, San Rafael y San Barachiel. Foto: Ruiz Alcón, 1974.

     Entre los elementos arquitectónicos de la mitad superior de la pared norte, encontramos las representaciones de San Francisco y Santa Clara. La santa aparece de medio cuerpo con el hábito franciscano y portando una custodia. Mira hacia la izquierda, al retrato de San Francisco que se encuentra al otro extremo de la pared. Las figuras se enmarcan en una moldura fingida, bajo la cual aparece la inscripción: S. Mr. N/Clara.

Santa Clara en la escalera del Monasterio de las Descalzas Reales. Foto: Tena Bethencourt, 2010.

     En el centro de esta misma pared norte, en un nivel superior donde arranca la arquitectura fingida, se observa la representación de Santa Dorotea, encarada a la inscripción de Doña Ana Dorotea. Esta santa aparece representada como una joven con un canasto lleno de frutas y una corona de flores aludiendo a un pasaje de su hagiografía.

Santa Dorotea en la escalera del Monasterio de las Descalzas Reales.

     Una amplia cornisa recorre toda la caja de la escalera. Sobre ella se representa una galería rectangular a modo de aérea logia sobre columnas salomónicas. En el centro un rompimiento de gloria con anillo de ángeles instrumentistas dejando ver en el centro a Dios Padre.

Trampantojo de la bóveda de la escalera del Monasterio de las Descalzas Reales. Foto: Tena Bethencourt, 2010.

     Ocupando las cuatro esquinas de la caja encontramos las alegorías de la Fe, la Esperanza y la Caridad y la Religión sentadas sobre unas molduras bajo las cuales se encuentran otras grisallas que representan escenas de la vida de San Francisco relacionado con las virtudes. Cuatro matronas personifican estos conceptos con los atributos habituales, a modo de esculturas en el interior de fingidas hornacinas de remate gallonado.

     La Esperanza aparece con la vista hacia lo alto y con una de sus manos sobre el pecho mientras con la otra sujeta un ancla. La Fe con los ojos vendados portando una cruz con ramas de olivo en una mano y en la otra un cáliz con la hostia. La Caridad rodeada por tres niños, y por ultimo la Religión es representada como una mujer orante que mira hacia lo alto con una pequeña cruz en su mano derecha.

     Las escenas de la vida de San Francisco son: bajo la Fe, la estigmatización; bajo la Esperanza el santo caminando detrás de Cristo con la cruz a cuestas; bajo la Caridad, el santo repartiendo alimentos entre los pobres; y bajo la Religión, San Francisco arrodillado a los pies de Inocencio III. A lo largo de la cornisa se encuentran otras grisallas, distribuidas por parejas en las paredes este, norte y oeste, acordes al conjunto y al comportamiento de las religiosas como: la obediencia, la mansedumbre, la justicia divina, melancolía, templanza y la fortaleza. Toda esta decoración viene rematada por una galería porticada con columnas salomónicas donde en el centro se ve un rompimiento en gloria, con la representación de Dios Padre y ángeles músicos. Si duda un trompe l’oeil enmarcado dentro de los parámetros de los boloñeses Mitelli y Colonna.

     En la pared sur encontramos una inscripción que ha creado mucha controversia, ya que es la única fecha explicita que tenemos en relación con las pinturas murales. En ella se lee lo siguiente: «RESTAURO ESTA ESCALERA SOR ANA DOROTEA MARQUESA DE AUSTRIA HIJA DEL EMPERADOR RODOLFO II RELIGIOSA DE ESTE CONVENTO AÑOS 1684».  Esta inscripción quedó ilegible durante la Guerra Civil y se rescribió gracias a los recuerdos de las monjas.

«RESTAURO ESTA ESCALERA SOR ANA DOROTEA MARQUESA DE AUSTRIA HIJA DEL EMPERADOR RODOLFO II RELIGIOSA DE ESTE CONVENTO AÑO 1684»

     Desde que los historiadores pudieron acceder al conjunto por primera vez en 1911 han lanzado sus propias hipótesis sobre la autoría y la cronología a lo largo de todo el siglo XX y principios del XXI.  Lo que ha sido definitivo para la datación, y para futuras atribuciones de las obras, han sido los diversos análisis técnicos que se han llevado a cabo a partir del proceso de limpieza y restauración. La primera incógnita que han revelado es que todo el conjunto está datado en la misma fecha, aunque las arquitecturas fingidas de la bóveda se pintaron antes que las que enmarcan los nichos de los arcángeles y del balcón real. Por lo tanto, teniendo en cuenta que la muerte del príncipe Felipe Próspero fue en 1661, la decoración tuvo que estar concluida antes del 1661. Por ello debemos ajustar la realización de las pinturas en el periodo entre la llegada a España de Mitelli y Colonna, en 1658, y la muerte de Felipe Prospero, en 1661. De esta manera se descarta la posibilidad de que participasen en ellas artistas como Román o Coello, cuyos nombres se han asociado a la realización de las pinturas. Estos análisis han podido establecer de forma casi absoluta la participación de dos equipos diferentes de pintores: uno para las arquitecturas fingidas y otro para la zona inferior. Dentro de este grupo de la parte inferior, es distinguible tres manos distintas para las imágenes de los arcángeles. Desde que Elías Tormo relacionara al conjunto los nombres de Mitelli y Colonna, siempre han permanecido asociados a la escalera. Aunque hay bastantes indicios para separarlos de esta autoría, como el hecho de estar pintadas al temple y no al fresco y que no estén en la relación detallada de las obras redactada por su hijo, como indica el profesor Ángel Aterido. Sin embargo, esto no quita para que se pudieran haber seguido indicaciones o bocetos realizados por éstos. Para el balcón real se puede apuntar con bastante probabilidad hacia Juan Carreño de Miranda (véase aquí el fantástico análisis de las pinturas realizado por el profesor Morán Turina), un artista con acceso a la corte y al Alcázar, un refutado retratista en esas fechas y con experiencia en la pintura mural como ayudante de Mitelli y Colonna para los techos del Alcázar.

     La intervención asimismo ha revelado el significado de la inscripción en la que se nombra la restauración de Sor Ana Dorotea. Gracias al análisis de los morteros se ha determinado que tanto la inscripción como el medallón con el retrato de Santa Dorotea, como las virtudes teologales son de la misma época, por lo tanto, todo ello se añadió en el momento en que de se hizo una simple restauración de las pinturas ya que el claustro bajo seguía abierto.

     Para concluir me gustaría enlazar este trabajo con la conferencia realizada el pasado día 13 de noviembre en la Real Academia de San Fernando por el profesor Ángel Aterido, donde aseguraba que no era de extrañar la gran devoción de Carlos II a los arcángeles y al Ángel Custodio, después de pasar una vida contemplando esta fabulosa escalera.

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

ATERIDO, Á., «Mitelli, Colonna, Velázquez y la pintura mural en la corte de Felipe IV». En COLOMER, J.L.  y SERRA DESFILIS A., España y Bolonia, Siete siglos de redacciones artísticas y culturales. Madrid, 2006, pp. 241-260.

GARCÍA SANZ, A., TRIVIÑO, Mª. V., Iconografía de Santa Clara en el Monasterio de las Descalzas Reales. Madrid: Patrimonio Nacional, 1993.

GARCÉS J.J., El museo madrileño de las Descalzas Reales. Madrid: Prensa Española, 1969.

MESONERO ROMANOS, R., El antiguo Madrid, Madrid, Establecimiento tipográfico de Mellado, 1861.

MORÁN TURINA, M., “La escalera del monasterio de las Descalzas Reales de Madrid” en Pinturas murales de la escalera principal. Monasterio de las Descalzas Reales, Madrid, 2010, pp. 39-78.

TENA DE BETHENCOURT, R.L., Pinturas murales de la escalera principal. Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid. Madrid: BBVA, 2010.

TORMO, E., En las Descalzas Reales de Madrid: estudios históricos, iconográficos y artísticos. Madrid: Blass, 1917-1947

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