Hoy os vamos a contar la apasionante historia de dos hermanas escocesas, ambas artistas, pero también dos mujeres de una enorme belleza y compromiso con su época. Se trata de las hermanas Zinkeisen, Doris y Anna.
Ambas nacieron en un pequeño pueblecito cerca del lago Gare, primero Doris en 1898 y más tarde Anna en 1901. Las niñas recibieron clases particulares en su casa por parte de una institutriz que les permitía dibujar durante las lecciones. Viendo el talento que éstas parecían tener para el arte, en 1909 la familia se mudó cerca de Harrow y a partir de ese momento las niñas acudieron a la escuela de arte de Harrow donde en 1917 ganaron una beca para continuar su formación en la escuela de la Royal Academy de Londres.
En las primeras décadas del siglo XX la Royal Academy era un hervidero de talento y genio donde se juntaban gran número de artistas emergentes. Doris y Anna pronto se convirtieron en parte de ese círculo selecto de talentosos artistas y en la exposición de 1921 eclosionaron al ocupar sus obras un lugar preferente y ser objeto de polémica por parte de artistas más consolidados que no entendían que se les diera tanta relevancia. La controversia, que incluso llegó a la prensa, las catapultó al éxito definitivamente.
Su vivacidad, elegancia, belleza y talento hicieron que en la década de los años 20 y 30 se convirtieran en la sensación de la sociedad londinense codeándose con grandes autores y artistas como Noel Coward o Laurence Olivier. Asimismo, su realista y desenfadado estilo las convirtió en retratistas de los personajes más destacados de la sociedad de Londres y París que luchaban por conseguir ser inmortalizados por una de las hermanas Zinkeisen.
Además de retratos Anna también practicó con éxito la escultura mientras que Doris se hizo un nombre como escenógrafa y diseñadora de vestuario teatral llegando a ser nombrada jefa de vestuario de las populares revistas de Charles B. Cochran. En 1928 creó el vestuario para la revista de Noel Coward “Este año de Gracia” y en 1944 realizó la escenografía y vestuario para la representación de Ricardo III de Laurence Olivier en la Old Vic Company. Tan satisfecho quedó el actor que cuando en 1955 repitió el personaje para el cine, Olivier se encargó de que fuera nuevamente Doris quien se encargase de diseñar su maquillaje.
El éxito logrado por las hermanas y su influencia social están detrás de que en 1935 se les comisionara a ambas la realización de una serie de murales para el restaurante y club nocturno de los transatlánticos de pasajeros RMS Queen Mary y Queen Elizabeth. Las hermanas fueron inmortalizadas realizándolos y aunque éstos fueron muy dañados durante la Segunda Guerra Mundial, ya que se usaron como buques de guerra y los oficiales de artillería clavaban sobre ellos todo tipo de gráficos, Doris regresó tras la guerra y los devolvió a su antigua gloria.
La Segunda Guerra Mundial será un momento clave para ambas hermanas. En 1918 habían entrado como enfermeras voluntarias para servir en los hospitales británicos. Para ello fueron entrenadas en enfermería y primeros auxilios. Estos conocimientos les serán de gran utilidad durante la Segunda Guerra Mundial cuando trabajarán como enfermeras auxiliares en el Hospital de santa María en Paddington atendiendo a las víctimas de los ataques aéreos. Las heridas, los procedimientos quirúrgicos, los rostros de médicos y enfermeras fueron plasmados, principalmente por Anna, en multitud de lienzos.
Mientras, en la primavera de 1945, Doris comenzará a trabajar como artista oficial de guerra y fue comisionada para viajar a la Europa liberada y registrar con sus pinceles lo que allí acontecía. Viajó por todo el noreste europeo y llegó a plasmar las atrocidades que vió en el campo de concentración de Bergen-Belsen. Su vibrante y colorido estilo se volvió oscuro y sombrío ante la desgarradora experiencia en Belsen, de la que llegó a escribir: “Nunca pude olvidar el shock de Belsen. En primer lugar, el olor horrible del tifus. La simple visión espantosa de cuerpos esqueléticos que salían de sus cabañas”.
Tras la guerra las hermanas comenzarán definitivamente una andadura en separado. Anna volvió a su trabajo comercial, realizando principalmente retratos de la sociedad, aunque también hará alguna obra que se salga de esa temática, como las dos pinturas que le comisionó -entre 1952 y 1955- la Orden Hospitalaria de St John para ser reproducidas como material publicitario de su labor. En 1976, con 75 años, fallecía en Londres.
Por su parte Doris regresará a su trabajo como escenógrafa y diseñadora de vestuario teatral, aunque ocasionalmente también realizará alguna exposición de pintura. El trauma de la guerra y el que su marido falleciese nada más terminar ésta, en 1946, harán que se refugie en Suffolk donde fallecerá en 1991.