<<Jardín no es otra cosa que la escenificación de la mitología de la naturaleza>>
D. Blume, “Beseelte Natur und Ländliche Idyle”, en Natur un Antik in der Renaissance, Frankfurt, 1985, pp. 190-191.
Ya hemos comentado en otras ocasiones la importancia que los monarcas de la Edad Moderna conceden a la creación de jardines en sus palacios, sobre todo aquellos que tenían un origen vinculado al retiro de la vida pública de los reyes (ver aquí). El mejor ejemplo, seguramente, lo constituya el Palacio de Aranjuez, configurado entorno a unos magníficos jardines desde la época de Felipe II y que además cobró protagonismo en el traslado estacional que los monarcas españoles hacían entorno a sus reales sitios de las cercanías de la Corte.
El influjo de este palacio y de estos jardines en el resto de cortes europeas no ha sido del todo bien calibrado, sobre todo teniendo en cuenta el eje Madrid-Viena. El futuro emperador Rodolfo II pasó tiempo en Aranjuez y fue allí donde se despidió de su tío Felipe II antes de volver a la ciudad Imperial. De la ciudad ribereña decía que era el más hermoso lugar que había visto en su vida y su padre Maximiliano II, proyectará una villa suburbana a las afueras de Viena, Stallburg, inspirándose en los jardines y palacio de Aranjuez, tanto como en modelos italianos. En ambos casos, se asociará el jardín a la presencia de colecciones de esculturas antiguas o al modo de los antiguos, siguiendo el ejemplo del Cortile delle statue que el papa Julio II encargó a Bramante en el Vaticano.
Esta presencia de estatuas a la antigua, basada en muchos casos en vaciados modernos en bronce de los originales encontrados en Roma va a estar presente en muchas de las residencias regias europeas. Francisco I de Francia mandará a Primaticcio que consiguiera moldes de las esculturas del Cortile de Roma y estos moldes acabarán finalmente en posesión de León Leoni que se los ofrecerá a María de Hungría para decorar su castillo de Binche. En Viena destacará la figura del creador y anticuario veneciano Jacopo Strada, que llegó a esta ciudad en torno a 1558 y que será el máximo responsable de la decoración de la citada Stallburg y también de la villa suburbana de Neugebäude, que contará además de con extensos jardines, con caballerizas y una colección de aves y animales exóticos, donde además se guardará la colección de antigüedades y una cámara de las maravillas. La afición de Maximiliano II por la jardinería y la colección de especies vegetales venía de sus años como regente en España (1548-1551) por la ausencia de su suegro Carlos V de la Península. Durante todo su reinado se preocupó de pedir a España semillas de calidad para sus jardines y huertas. El influjo de Aranjuez vendría reforzado por la propia petición de Maximiliano de Planos del Real Sitio de Felipe II, que le fueron enviados en 1565.
La gran empresa de Felipe II en Aranjuez se concentró en la configuración de la isla artificial y sus jardines en los que se van a conjugar juegos de agua, fuentes y esculturas. La ordenación de la naturaleza, el jardín, es una clara manifestación de parangón entre Naturaleza y Arte, en el que la inclusión de esculturas enfatiza el programa iconográfico, normalmente basado en la mitología clásica. Podemos hacernos una idea con la descripción que le dedicó Federico Zuccaro, el pintor italiano que vino a pintar para Felipe II en El Escorial:
<<Aranjuez tiene una extensión de entre seis y siete leguas. Se compone de jardines, plantaciones, bosquecillos de árboles frutales altísimos, calles, o, digamos mejor, caminos bellísimos y anchos. […] En medio de este amenísimo paraje está la Casa Real, de la que hasta ahora sólo se ha construido la cuarta parte, pero que ya es muy bella y cómoda. Hay un jardín secreto dentro del palacio. Es ésta una construcción que, con el tiempo, se convertirá en un nuevo Escorial. Aquí, como allí, trabajan muchos hombres.
Antes de llegar a este lugar, se pasa por un gran puente de madera sobre el río Jarama. Junto a este puente se descubren cuatro grandes caminos cubiertos completamente de árboles grandísimos que proporcionan vista y frescura admirables y que son excelentes para cabalgar; por uno de ellos se llega al puente levadizo de la Isla […]. Esta Isla es bellísima, y su lugar más atractivo es el jardín, dentro del cual hay diversos compartimentos y jardines de sencillas flores y otras cosas con piezas rara para verter agua, y lugares para gallinas y otros animales extravagantes; tiene también pesquerías. Es, en suma, el paraje más hermoso y delicioso que pueda verse, con fuentes, grutas, secretos y burlas para remojar damas y señores, para que no les falte cosa alguna en este lugar. Hay también aquí dos estatuas de bronce, antiguas y muy buenas>>.
Federico Zuccaro, Relación de un viaje al Escorial, Aranjuez y Toledo, San Lorenzo El Real, 29 de Mayo de 1586. Citado por: Checa (Ed.), Madrid en la prosa de viaje I, Comunidad de Madrid, Madrid, 1992, pp. 274-275.
De todas las esculturas que poblaban las fuentes y jardines del Jardín de la Isla, Zuccaro sólo cita las dos estatuas de bronce situadas a la entrada del jardín, por otras descripciones sabemos que se las conocía popularmente como Adán y Eva:
<<y empezando por dos estatuas de bronce que hay junto al cenador sobre la cascada, o salto del río, a las quales el vulgo llama Adán y Eva, diré que, si no me engaño, son un Antínoo y una Venus. En una pierna de aquél hay escrito: T. Barbius, Q. P. L. Tiber y también: A. Poblicius, D. L. Antioc. Ambas estatuas son del tamaño del natural, y parecen vaciadas por copias de antiguas, según sus formas y actitudes>>
Antonio Ponz, Viage de España, Tomo 1, Madrid 1776, p. 224.
El buen ojo de Ponz supo reconocer tanto el origen clásico de ambas esculturas, como que no se trataban de los primeros padres. La Venus de Aranjuez no es otra que el vaciado de bronce que inspirado en el modelo de Venus púdica o medicea hizo Baccio Bandinelli y que pudo ser la misma que regaló a Carlos V en 1536 y que luego pasó a la colección de María de Hungría. Los brazos se añadieron posteriormente.
Mucho más interesante es la figura de Adán o Antínoo según Ponz, ya que la inscripción en el muslo no nos deja dudas de que se trata de una posible copia del llamado Joven de Magdelensberg, escultura original romana del siglo I a. C. y relacionada estilísticamente con el Idolino de Florencia y con el Efebo de Antequera. El Joven fue hallado casualmente por un agricultor mientras araba la tierra en la colina de la que toma nombre en 1502. La pieza fue ofrecida al entonces emperador Maximiliano I, pero éste la rechazó y fue adquirida por un personaje muy influyente de su corte, Matthäus Lang von Wellemburg obispo de Gurk desde 1505 y obispo de Cartagena a partir de 1508. Viajó a Roma y conoció el Cortille de Julio II en 1512, lo que le debió servir de estímulo para la adquisición de la pieza. En 1519 al ser nombrado arzobispo de Salzburgo instaló la escultura del Joven en una de las piezas más representativas de la fortaleza de Hohensalzburg. Esta ubicación en un lugar de acceso restringido impidió la difusión del modelo y su conocimiento.
En 1551 el rey Fernando I, hermano de Carlos V y futuro emperador, solicitó la escultura para integrarla en su colección vienesa y en ese momento comienza una rocambolesca historia en la que se pierde el original romano. El cabildo de Salzburgo accede a cambio de hacer una réplica de bronce que se quedaría en la ciudad episcopal. Sin embargo, la versión que hoy conserva el Museo de Historia del Arte de Viena es, según los estudios técnicos una copia en bronce del s. XVI.
No sabemos cómo llegó la versión de Aranjuez y teniendo en cuenta que la de Viena no es la original algunos estudiosos apuntan a que puede que viniera a España la original Romana. La escultura colocada junto al cenador como la Venus, permanecieron en ese emplazamiento hasta al menos 1804. Se cree que en 1808 se esconderían para evitar el pillaje de los franceses de tal forma que tras la guerra se pudo localizar a la Venus colocada en otra fuente, pero no ocurrió lo mismo con el Joven que podría estar todavía escondido en algún lugar del Jardín de la Isla de Aranjuez o quizá fuera fundido durante la guerra de la Independencia. En cualquier caso sin esta pieza no sabremos si en Aranjuez estuvo el original Romano o una copia contemporánea de la de Viena, el Museo del Prado dedicó una exposición a esta pareja en el año 1992 y se trajo el Joven de Viena (ver aquí). Venus y el Joven o Eva y Adán expulsados del paraíso.