Por todos es sabido que de las obras realizadas por el gran genio del renacimiento Miguel Ángel Buonarroti pocas son las que se conservan en nuestro país. Entre ellas una muy restaurada escultura de un San Juanito, que perteneció a la capilla del Salvador de Úbeda y que tras un minucioso trabajo en el Opificio delle Petre Dure de Florencia volvió a reunir las más de 14 partes en la que quedó dividida tras la Guerra Civil española, y un par de dibujos en el Museo del Prado de escasa entidad.
Sin embargo, hasta principios del siglo XX existía otra obra más de Miguel Ángel en nuestro país. Un dibujo preparatorio para una de sus obras más famosas, para la Capilla Sixtina. Se trataba de un esbozo para la figura de la Sibila Líbica, la sacerdotisa profética que presidía el oráculo de Zeus Amón y era considerada hija de Zeus y Lamia, una reina Libia. Ésta predijo la “llegada del día en el que todo lo que está oculto será revelado”. Y esta historia que vamos a contar parece algo que la Sibila querría revelar…
Este dibujo es uno de los apuntes más destacados que se conservan de Miguel Ángel para la ejecución de la Capilla Sixtina. Fechado hacia 1511, está realizado en sanguina y pertenece a una fase ya avanzada en la concepción de la obra. El diseño muestra la figura desnuda de la Sibila, en un escorzo de su cuerpo de gran complejidad, con un torso absolutamente musculoso y viril, para nada femenino, y algunos detalles del rostro, el pie izquierdo o la posición exacta de la mano izquierda.
El dibujo se encuentra en la actualidad en el Metropolitan Museum de Nueva York, adquirido según la página del museo en el año 1924 con el dinero legado por Joseph Pulitzer, el famoso magnate de la prensa americana. Sin embargo, si examinamos atentamente el dibujo veremos un elemento ajeno a éste y del que hablamos justamente la semana pasada al tratar el tema de los dibujos adquiridos por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a la viuda de Andrea Procaccini (para ver el post anterior pulsa aquí). Efectivamente, en la parte inferior central del apunte se puede observar una rúbrica o garabato a tinta parda idéntico al que se aprecia en otros de los dibujos de la RABASF que fueron adquiridos a Rosalía O’More en 1775 y que no es otra cosa que la firma del secretario de la Academia Ignacio Agustín de Hermosilla. Éste marcó de esta forma 130 dibujos que estaban sueltos y que se seleccionaron para exponerlos en las Salas de la Academia para que sirvieran de ejemplo y repertorio de modelos a los estudiantes. Según Manuela Mena, de esos 130 dibujos se conservan rubricados en la Academia tan sólo 94, con lo que 36 salieron de la Academia en algún momento y entre ellos el diseño de nuestra Sibila Líbica (Mena, M: “La procedencia del dibujo de la Sibila…”, Miscelanea de Arte, 1982, p. 91).
La importancia del dibujo era conocida desde siempre, primero por que está firmado por el propio Miguel Ángel, algo poco usual, y segundo por que su portentoso diseño había servido de inspiración en el taller de Carlo Maratta, donde fue incluso reinterpretado por el artista en su pintura Alegoría del Verano y el Otoño pintada hacia 1680 para el cardenal Portocarrero. Uno de los dibujos preparatorios para esta obra, en los que es claro esa emulación del esbozo miguelangelesco, se conserva en la Academia de San Fernando.
Tras el paso del dibujo de Miguel Ángel a la Academia en 1775 no vuelve a haber referencia a éste hasta que en 1909 el historiador Karl Frey publicó su gran obra sobre los dibujos de Miguel Ángel en 1909, Die Handzeichnungen Michelagniolos Buonarotti, y en ésta (vol. I, lám. 4) figura como perteneciente a la colección del pintor y coleccionista español Aureliano de Beruete. Nuevamente nos da fe de la importancia concecida a este dibujo el hecho de que cuando todavía éste estaba en posesión de Beruete, pero justamente en el año de su fallecimiento, en 1912, fue reproducido por su gran amigo el pintor Rogelio de Egusquiza quien en París le ayudó a introducirse en los círculos de paisajistas plenairistas y le puso en contacto con la Escuela de Barbizon.
¿Cómo la Sibila de Miguel Ángel pudo pasar de la Academia de Bellas Artes de San Fernando a la posesión de Aureliano de Beruete? Lo cierto es que nadie ha dado una explicación al respecto. Hay varias hipótesis plausibles. Una de ellas es que la Academia vendiera el dibujo. Hay constancia en los libros de cuentas de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de la venta en diferentes años de dibujos e incluso cuadros. Recogemos aquí una cita del dr. José Manuel de la Mano sobre este hecho:
“En estas fechas [1821] la inexplicable práctica de vender cuadros y dibujos de los propios fondos de San Fernando parece resultar bastante frecuente. Ese mismo año de 1821 se suministra a José de Madrazo un lote de 15 pinturas antiguas, así como de los célebres concursos anuales de finales del siglo XVIII. Alguna de ellas incluso de números de inventarios más tempranos de pinturas de la Academia. En lo que respecta al apartado de los dibujos en 1819 también se tiene constancia de la venta de otro lote de dibujos, en esta ocasión de adorno, con destino a la Academia de Bellas Artes de Valladolid. Mientras que en 1820 se recoge en los Libros de Cuentas la venta de seis dibujos de principios incluso a un particular llamado Valentín Urbano. Todavía se desconoce hasta cuándo se extendería este lamentable proceder, lo cierto es que vendría en explicar la dispersión por colecciones particulares ya desde fechas tan temparanas de gran parte de la multitud de academias romanas y dibujos de principios de Mariano Maella, que en origen pertenecieron a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando”.
De la Mano, J.M: Mariano Salvador Maella. Catálogo razonado de dibujos, 2011, vol. I, pp. 40-41, nota 28.
Aunque la práctica de vender dibujos y cuadros pertenecientes a la Academia se diera lo cierto es que resulta muy extraño, por no decir inconcebible, que la Academia se desprendiera voluntariamente de un dibujo de Miguel Ángel. De un dibujo firmado y que se sabía boceto para la Capilla Sixtina. Pudiera ser que la cantidad de dinero que se ofreciese fuera irresistible, pero no hay constancia que hasta hoy se haya encontrado en los libros de cuentas de la Institución a este hecho… Por lo tanto también queda abierta otra posibilidad, la del “distraimiento” del dibujo… Desde luego, algo medianamente poco claro tuvo que haber en la posesión del dibujo por parte de Beruete para que éste no diera ninguna información sobre su procedencia para la ficha de catálogo de Frey en 1909. Asimismo, tras la venta del dibujo al Metropolitan por parte de la viuda de Beruete, Isabel de Regoyos, ésta tampoco dió más datos sobre la procedencia anterior del dibujo, no siendo hasta los años ochenta, gracias al artículo de Manuela Mena, que hemos citado anteriormente, y a la presencia de la rúbrica de Ignacio Agustín de Hermosilla como se pudo saber que el dibujo había formado parte de los pertenecientes a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Dato, por cierto, de procedencia que el MET obvia todavía hoy en día en su web y que les es conocido ya que sí se cita en bibliografía el artículo de Mena.
Es una maravilla.
Gracias Pepa!
Reblogueó esto en yofumoenpipa.
Lástima de pérdida. En fin, son cosas que pasaban.
Ciertamente, pero da mucha rabia ver algunas de las obras que se han “distraído” de nuestro Patrimonio. Gracias por tu comentario Francisco.