Carlo Maratta fue uno de los pintores más destacados del barroco italiano del siglo XVII. Su tremenda longevidad, vivió hasta los 88 años (1625-1713), y la popularidad de su arte durante toda la segunda mitad del siglo XVII y parte del XVIII, hizo que fuera uno de los artistas que recibió un mayor número de comisiones. Su interpretación más pausada y serena de la corriente barroca, denominada como pintura clasicista, en la que destacan la belleza de sus modelos, inspirados en Rafael, y la armonía y claridad de sus composiciones, hizo que se contrapusiese al barroco encarnado por otros famosos italianos como Pietro de Cortona o Luca Giordano. Para abordar sus múltiples encargos se rodeó de un enorme taller en el que pulularon Calandrucci, Barrettoni, Chiari, Passeri, Pietro de Pietri o Andrea Procaccini. Éste último se convertirá en uno de sus principales discípulos y tras la muerte del artista será el heredero de la enorme colección de dibujos del taller de Maratta en los que había cientos de esbozos del pintor, tanto preparatorios para sus obras más relevantes como simples rasguños de familiares…, y también de los distintos artistas que pasaron por el taller.
Procaccini ocupará tras la muerte de su maestro el puesto de director de la Fábrica de Tapices del Vaticano, y a partir de 1715 será profesor de la Academia de San Lucas. En 1720 llegará a España recomendado por el cardenal Acquaviva, representante de la monarquía española en Roma, para trabajar a las ordenes de Felipe V e Isabel de Farnesio, quienes le nombraron su pintor de cámara, jefe de la furriera y aposentador del palacio de La Granja. Procaccini realizará para los soberanos pinturas al fresco y se ocupará de las obras del palacio de La Granja y sus proyectos de decoración. Es gracias a él y a su labor como “decorador” que llegarán a España importantísimas colecciones artísticas, como la de pinturas de su maestro Carlo Maratti, en donde había obras de primer nivel de artistas como Giovanni Bellini, los Carracci, Guido Reni o su maestro Andrea Sacchi. De las 270 pinturas atesoradas por Maratta durante su vida, casi la mitad, 124, serán adquiridas por la Corona española. Asimismo, la intercesión de Procaccini permitirá la llegada de una importantísima colección de mármoles clásicos, la formada por Cristina de Suecia en Roma (de ello ya os hablamos aquí).
Tras la muerte de Procaccini en 1734 en La Granja, su esposa, Rosalía O’More será su heredera. En poder de ella quedarán, entre otras cosas, todos los dibujos heredados del taller de Maratta por su marido. Ésta los mantendrá consigo hasta que en el año 1775 se pone en contacto con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando para venderlos considerando que podían ser útiles para la institución. La Academia encomendará en marzo de ese año al pintor de corte Andrés de la Calleja y al escultor Felipe de Castro reconocer los dibujos ofrecidos por la viuda de Procaccini y ambos determinaron que eran de sumo valor por lo que se resolvió por unanimidad su adquisición:
“en quanto a los dibujos de la viuda de Procacini habiéndose visto que entre ellos hay originales de Carlo Marati y otros insignes Pintores; y habiendo informado el Señor Castro que ésta es una colección excelente, en que hay cosas mui preciosas y mui útiles para la Academia acordó la Junta que se compre toda, para lo qual se ordenó tratase con la persona encargada de la venta”.
Claude Bedat: “L’achat des dessins de Carlo Maratti par la Real Academia de San Fernando”, Mélanges de la Casa de Velázquez, tomo 4, 1968, p. 414.
Los dibujos fueron llevamos entonces a la Academia para ser examinados y se pudiera acordar un precio de compra. El conjunto estaba compuesto por 503 dibujos sueltos, 10 albúmes de dibujos y diversos documentos. Tras su examen se determinó nuevamente:
“que esta colección es sumamente preciosa y utilísima a la Academia, acordamos tomarla a qualquier precio y llamado el encargado de ella, que vino con la última resolución de la Interesada, se ajustó la venta de todos los dibujos y legajos y de los diez libros citados… en diez mil reales de vellón”.
Bedat, p. 415.
Una vez llevada a cabo la adquisición todos los dibujos fueron inventariados convenientemente y el secretario de la Academia Ignacio Agustín de Hermosilla firmó en aquellos que estaban sueltos como expresión de recepción y pertenencia a la Academia. Por su parte los álbumes quedaron en gran parte con el orden y distribución que tenían en los últimos años del taller de Maratti. Así hay algunos de éstos dedicados a las ideas compositivas para los proyectos más importantes de Maratti y otros son modelos de figuras para que sirvieran bien de repertorio dentro del taller o bien para la formación de los discípulos en éste.
El total los dibujos adquiridos a la viuda de Procaccini fue de unos 1.400, muchos de ellos obras de Maratta o del propio Procaccini, pero en buena medida también de importantes artistas italianos como Guido Reni, Lanfranco o Sacchi. Éstos en la actualidad suponen alrededor del 10% del fondo de dibujos de la Real Academia que está constituído por unos 15.300 dibujos. La mayor parte de los fondos, unos 9.500, son esbozos fruto de la labor como centro docente y formativo de la Academia para arquitectos, pintores, escultores y grabadores. Por ello abundan los proyectos arquitectónicos, las “Academias” o las pruebas de examen y premios. Entre ellos, los dibujos del taller de Maratta suponen el mayor fondo de dibujos italianos de los siglos XVI y XVII existente en nuestro país (puedes explorarlos a través de la web de la Academia, aquí). Unos dibujos que resultaron claves para la formación de nuestros artistas a partir del último tercio del siglo XVIII.
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