Continuamos con nuestros textos especiales del #OrgulloBarroco y no este caso tenemos la suerte de contar con la colaboración de Lola Feijoo, o como todos la conocéis @srawinter. Ella nos va a dar una visión muy especial sobre la luz en el barroco, sobre todo de la iluminación tenebrista, y su influencia en la fotografía. Lo barroco es mucho más moderno de lo que podiáis pensar…
Pintar la oscuridad o fotografiarla me parece de las cosas más difíciles de lograr, pero quién lo consigue es un maestro.
La técnica pictórica del claroscuro fue utilizada por los pintores barrocos con diferentes formas o intenciones. Caravaggio dota a sus obras de gran teatralidad, se trata de una luz violenta y siempre efectista al igual que la que observamos en las obras de José de Ribera. Sin embargo, ese contraste de luces y sombras en las obras de Georges de La Tour o en las de Rembrandt nos adentra hacia una oscuridad más íntima y tenue en la que se respira cierta calma.
Da igual que la imagen provenga de la pintura, de la fotografía o del cine ya que el efecto es el mismo: hace que inmediatamente bajemos la voz y que observemos en silencio. Esto sucede, entre otros, con las escenas nocturnas que pintó Georges de La Tour, hasta tal punto que nuestro oído se agudiza, entramos en el silencio de la noche y escuchamos como se consume la llama de la vela. Al mismo tiempo ocurre que la fuerza del claroscuro se alía con el naturalismo que impregna a los protagonistas de las obras, que lejos de la idealización, se visten, peinan y gesticulan como tipos corrientes.
Algunos de los fotografos del siglo XX también pintaron o se formaron en las escuelas de arte. Maestros de la fotografía como: Henri Cartier Bresson, Brassaï, Werner Bischof o Saul Leiter tuvieron una formación pictórica previa a desempeñar su carrera como fotógrafos. En la fotografía encontramos rasgos utilizados mucho antes por la pintura. Desde los bodegones o naturalezas muertas que realizaron Josef Sudek o Irving Penn, los tipos que retratan Paul Strand, Diane Arbus o Vivian Maier a la búsqueda de la atmosfera nocturna del Paris de Brassaï, entre muchos otros.
Cierto es que la invención de la fotografía se anunció en 1839 y también que desde el siglo XV algunos pintores venían utilizando diferentes sistemas tanto mecánicos como lenticulares con el objetivo de representar la naturaleza con la máxima precisión. Uno de los más extendidos fue la cámara oscura o “máquina de dibujar¨ utilizada supuestamente por varios pintores holandeses e italianos, como Vermeer o Giuseppe Crespi.
En este post fijo mi atención, o mi punto de vista, en ese ojo fotográfico anterior a la invención de la fotografía. En el uso de la luz en la más absoluta oscuridad que crea una atmosfera que nos pone en contacto con lo espiritual (claroscuro) y a la vez con lo mundano o terrenal (naturalismo).
Para celebrar el día del #OrgulloBarroco os dejo mi visión personal de lo fotográfico que intuyo en muchas de las obras barrocas y de lo atemporales y contemporáneas que se muestran al enfrentarlas con la imagen fotográfica del siglo XX y XXI.
San Jerónimo leyendo una carta, de Georges de La Tour / El filósofo y teólogo israelí Martin Buber fotografiado por Elliott Erwitt en 1962.
Bodegón con membrillo, repollo, melón y pepino (1602) de Juan Sánchez Cotán / Naturaleza muerta (años 80) de Irving Penn.
Los discípulos de Emaús (1602) de Caravaggio / Hungría (1948) Werner Bischof.
Madonna de Loreto (1604) Caravaggio / Familia en una cueva, Cerdeña (1950) de Werner Bischof.
María Magdalena de Georges de La Tour / Marlene Dietrich, Nueva York fotografiada por Eve Arnold.
La Escuela Nocturna, 1660 de Gerrit Dou / Campo de refugiados en Gaza fotografía de Mahmud Hams.
El sueño de Jacob (1639) de José de Ribera / 22 de agosto de 1956. Chicago de Vivian Maier.
Detalle de San José carpintero con el niño (1640) de Georges de la Tour / Finlandia (1948) de Werner Bischof.
La sagrada familia por la noche (1648) Rembrandt (o taller) / Louis Bourgeois en su casa por Alex van Gelder.
Vaso de agua y rosa (hacia 1630) de Francisco de Zurbarán / Últimas rosas (Ventana de mi estudio, 1956) de Josef Sudek.
San José con el niño de Bartolomé Esteban Murillo / Madrid (1933) Henri Cartier Bresson.
A veces pienso que el Caravaggio del siglo XXI habría hecho fotografías como esta de Cristina García Rodero (Venezuela,Estado Yaracuy. Sorte de la montaña. MariaLionza culto. Espíritus en la noche 2008).
¡Me encantan estas comparaciones entre la pintura y la fotografía!. Personalmente me quedo con Eve Arnold y Vivian Maier. Utilizan el claroscuro dentro de su propia naturaleza fotográfica, sin caer en el pictorialismo y las composiciones demasiado teatralizadas. Un saludo y enhorabuena a Lola Feijoo.
Gracias Marta!