Este post ha sido escrito por Ana Díeguez-Rodríguez, directora del Instituto Moll, y artífice en buena medida del libro de Matías Díaz Padrón del que aquí se trata.
El pasado martes, 29 de mayo, se presentó en el auditorio el Museo del Prado el nuevo libro de Matías Díaz Padrón sobre la figura de Jacob Jordaens y España. Una obra editada por el Instituto Moll, centro de investigación en pintura flamenca, en dos volúmenes, y que viene a recuperar la figura de este magnífico pintor flamenco y su relación con España.
Jacob Jordaens (1593-1678) va a trabajar toda su vida en Amberes, su ciudad natal. Es un pintor atípico en el sentido en el que no tuvo la necesidad de viajar a Italia, como gran parte de sus colegas. Sus composiciones deben mucho a la influencia flamenca y la tradición septentrional, que asume no sólo a través de sus maestros, sino también a través de la literatura y el folclore neerlandeses. Fue un pintor que se forma en el taller de Adam van Noort (1562-1641), de quien llego a ser su yerno. En 1607 se inscribe como maestro en la guilda de pintores. Lo hace como “waterschilder”, es decir, acuarelista. Una denominación habitual entre los pintores que se dedicaban a realizar cartones para tapices. De hecho, esta fue una tarea que Jordaens va a realizar a lo largo de toda su vida, y donde más destaca su producción. De hecho, en estas series para tapices, Jordaens demuestra un sólido conocimiento de las fuentes literarias, tanto clásicas como contemporáneas, por lo que sus obras tienen una lectura mucho más profunda de la que aparentemente parecen. Los diseños que realizó para los talleres de tapices más importantes, tanto de Bruselas como de Amberes, muestran una elaboración cuidada de unos temas destinados a decorar los palacios y casas burguesas más adineradas de la Europa del siglo XVII. En la Vida de Alejandro, o la serie de tapices de la Escuela de Equitación con Mercurio y Marte dando lecciones al jinete, Jordaens muestra cómo trabaja los temas clásicos. En cambio, en los Proverbios, o la dedicada al Arte de la caza como entrenamiento para el Amor, Jordaens recurre a los refranes flamencos y composiciones tradiciones para sus composiciones. Por tanto, el arte de Jordaens no sólo llega a España de forma directa, sino también indirecta a través de estas composiciones bordadas.
Jordaens va a comenzar su relación con España y con la corte de Felipe IV, precisamente a través de los grandes proyectos encargados a Peter Paul Rubens, primero para la Torre de la Parada, donde el gran maestro le va a confiar la Caída de los Gigantes, Apolo vencedor de Pan, Cadmo y Minerva, Las bodas de Tetis y Peleo, y Vertumno y Pomona, todas ellas en el museo del Prado, salvo la última que se conserva en la Fundación Abel de Lacerda-Museo do Caramulo en Portugal; y, posteriormente, tras el fallecimiento de Rubens en 1640, tiene que terminar las dos obras que Rubens había dejado inacabadas para el gran Salón de los Espejos del Alcázar: Perseo y Andrómeda y Hércules y Anteo.
Con los Habsburgo, además de colaborar con Rubens en la decoración de los arcos de entrada del Cardenal Infante en Amberes, va a realizar obras concretas. Tras la muerte de Rubens y un año después de Van Dyck, Jordaens va a ser el pintor flamenco de referencia. A pesar de que se ha señalado que sus convicciones religiosas calvinistas pudieran pesar a la hora de encargarle obras, la realidad no es así. Es verdad que quizá a la península ibérica sus composiciones no han sido tan difundidas como las de Rubens y Van Dyck, pero aún hoy en día se encuentran obras de su mano en el sur de España, por lo que es muy probable que sus pinturas llegasen a través del comercio estable con Sevilla. La catedral de esta ciudad conserva dos cobres de su mano con la Adoración de los pastores y la Circuncisión, y del antiguo convento desaparecido de San Felipe Neri de la misma ciudad procede la Piedad del Museo del Prado (inv. nº P06392), y el lienzo del mismo tema, actualmente en la iglesia de Santo Domingo en Sanlúcar de Barrameda, que llega de la hermandad de la Virgen del Rosario en San Juan de Aznalfarache. Así como copias de sus escenas religiosas localizadas tanto en Sanlúcar de Barrameda como en Murcia.
Los temas mitológicos e históricos, en muchos casos van a llegar ya en época de los Borbones, como es la Ofrenda a Ceres (Prado inv. nº P01547), y de Isabel de Farnesio era el lienzo de Atalanta y Meleagro (Prado inv. nº P. 01546), por poner dos magníficos ejemplos del trabajo de Jordaens, donde realidad y mitología se dan la mano.
De Jordaens, actualmente, el patrimonio español tiene importantes ejemplos, en parte gracias al coleccionismo privado que ha visto en este otro Titan de la pintura flamenca del siglo XVII, un referente de la pintura de este momento en Europa. Es en el último siglo cuando el catálogo del pintor en España se ha multiplicado con obras tan espectaculares como es el lienzo de Diana y Calisto de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, o el Bufón, la mujer y el gato en la ventana de la colección Epiarte. Sin embargo, también existen ejemplos de pérdidas de obras, como el Ulises y Nausica que estuvo en colección privada y hoy forma parte de la colección del Het Noordbrabants Museum en Den Bosch.
El libro que acaba de editar el Instituto Moll sigue la línea comenzada por Van Dyck en España: una recopilación exhaustiva de todas las obras, en este caso de Jordaens, que han estado en España en algún momento, tanto de originales como copias y obras documentadas de las que no hay más noticias. El libro dirigido por Diaz Padrón ha contado con el mismo equipo que el anterior: Ana Diéguez-Rodríguez, Jahel Sanzsalazar y Magdala García Sánchez de la Barreda, que han coordinado, revisado y completado la documentación de cada una de las obras, así como controlado la edición y maquetación final.
Jacob Jordaens destaca en este libro de Díaz Padrón con personalidad propia. Un pintor de gran cultura literaria y visual, que logra aunar en sus composiciones la cotidianidad flamenca con los referentes mitológicos de tradición grecolatina y religiosos cristianos. Un pintor aún por descubrir y disfrutar.