Este post es una colaboración especial con @BerniniRocks a quien se debe su texto

     Escultor, arquitecto, pintor, peón político, empresario… Bernini fue uno de los indiscutibles homo universalis del Barroco. Una necesidad casi patológica de expresar sus emociones a través del arte le llevó a experimentar en distintos campos, y su talento innato le llevó a tener éxito en todo aquello que intentaba. Y cuando decidió probar suerte en el teatro fue, como no podía ser de otro modo, la crónica de un éxito asegurado.

Bacchiacca: Retrato de Gian Lorenzo Bernini. Galleria de Arte Antica di Roma.

     Aunque una de sus facetas menos conocidas hoy día, Bernini fue un afamado director de escena, escritor, actor, escenógrafo y constructor de todo tipo de artilugios y máquinas. No publicó ninguna obra en vida, por lo que, hasta hace unas pocas décadas, solo teníamos esbozos incompletos de sus obras, poco y nada más allá de algunas anécdotas repetidas hasta la saciedad. Pero al rescate llegaron investigadores que no temieron hincar el diente en las profundidades de los archivos, y ahora podemos comenzar a completar la figura de Bernini reggista.

     La primera mención que se hace de Bernini como director de teatro es en la biografía que Domenico Bernini escribió sobre su padre. Bernini, a los 37 años y aquejado de una gran enfermedad, comenzó a componer comedias para liberar su mente de las preocupaciones. Al enseñárselas al Cardenal Antonio Barberini consiguió de éste la aprobación para llevarlas a escena[1].  La única convalecencia que conocemos de Bernini fue durante el incidente del campanario, en 1635, pero tenemos información de cartas del Duque de Módena que sitúa una obra satírica de Bernini en los carnavales de 1631. En una carta de febrero de 1634, Fulvio Testi, amigo de Bernini y diplomático, cuenta que la obra de teatro del artista de ese año fue singular, como las que ya había representado unos años antes[2]. Domenico Bernini es conocido por no ser fiel a las fechas, con lo que esta divergencia de años entre Domenico y otras fuentes es solo lugar común en las investigaciones berninianas.  Baldinucci, el otro gran biógrafo contemporáneo de Bernini, no nos habla de fechas pero indica que en el año 1635 otros directores usaron producciones que Bernini había creado. Asimismo, Le Mercure Galant, periódico francés, publicó su obituario en enero 1681, recordando al artista como «escritor de bellos versos».

     En 1639, John Milton legó a la posteridad una breve descripción del intermezzo La Fiera di Farfa, de Bernini, y John Evelyn, en 1644, escribió en su diario sobre Bernini; «escultor, arquitecto, pintor y poeta…  hizo una ópera en la que pintó los escenarios, hizo las estatuas, inventó las máquinas, compuso la música, escribió la comedia y creo el Teatro»[3].

Grabado en el que se muestra la Piazza Barberini, lugar donde estaba el teatro Delle Quattro Fontane.

     Sea cual fuera la fecha exacta, sabemos que las obras comenzaron a representarse en la década de los 30. Algunas de ellas se estrenaron en el Teatro Delle Quattro Fontane, diseñado por el propio Bernini para la familia Barberini, y con un aforo de 3.000 personas. El teatro se inauguró en 1632 con la opera Sant’ Alessio, obra que se creyó de Bernini hasta hace unos años cuando se le atribuyó a  Giulio Rospigliosi, el futuro Clemente IX. A día de hoy no hay un consenso claro sobre qué piezas estrenó Bernini en el teatro Barberini, pero se cree que no fueron más de dos: L`inondazione del Tevere y La Fiera di Farfa. Es posible que La Fiera también se estrenase en el Teatro Delle Quatro Fontana, pero aún no hay datos en los registros contemporáneos que lo confirmen[4].

Imagen de la representación de la ópera Sant’Alessio anteriormente atribuida a Gian Lorenzo Bernini.

     Muchas otras se pusieron en escena en su propia casa. Solían ser obras para época de carnavales y, a caballo entre la Commedia dell`Arte (de improvisación) y la Commedia Erudita (de guión), las obras de Bernini se acercaban más a la Commedia Ridicolosa romana. Típicamente berninianas, hacían derroche de un humor ingenioso, rápido, satírico y forzaban equivocaciones para jugar al doble error. Como en todas sus actividades, Bernini se tomó el papel de director con muchísima seriedad, sabiendo por Baldinucci que primero aprendía todos los papeles para luego enseñárselos a los demás. Domenico escribe que los actores de sus obras solían ser miembros de su propia familia y trabajadores de su taller… caballerosamente omite qué opinaban los aprendices de esa decisión patronal.

La teatralidad también está en alguna de sus obras escultóricas más escenográficas como la Santa Teresa de la Capilla Cornaro. Foto: Wikimedia Commons.

     Fiel a despeinar la realidad, en el 37 y 38 escenificó una comedia dentro de una comedia, para la que es casi necesario un esquema para comprenderla. I Due Covielli comenzaba con una disputa entre dos personajes llamados Coviello, nombre habitual en la Commedia dell`Arte. Ambos Coviello, representados por Bernini y su hermano Luigi, intentaban recitar el prólogo de sus obras al mismo tiempo. Mientras que Bernini (el verdadero Coviello) hablaba a la audiencia, Luigi (el falso Coviello) daba la espalda al público, hablándole a un segundo público que en verdad eran actores disfrazados que imitaban a las personas que se encontraban entre el público real[5]. Se creaba un teatro de las equivocaciones, que evocaba las dobles tramas argumentales de Shakespeare, y de esta forma los espectadores (reales) de I Due Covielli se volvían parte de la obra al verse representados en los actores, que actuaban como si fueran el público[6].

     En 1638 representó una de sus obras más afamadas, L`inondazione del Tevere, en la que, en una escena marítima, el agua que había en el escenario comenzaba a subir y a desbordarse, rompiendo una parte del decorado, y acercándose peligrosamente al público, hasta que, en el último momento, una barrera subía y contenía el agua. Era todo un truco, otro más. Uno de muchos. Esta estratagema hidráulica, utilizada varias veces por Bernini, fue inventada por Giovanni Battista Aleotti, afamado arquitecto y reggista. En 1628, su sucesor, Franceso Guitti, uso el mismo truco para inundar el Teatro Farnese, y, con toda seguridad, Francesco Guitti estuvo bajo las órdenes de las producciones teatrales de los Barberini.

     Otra de las comedias con artimañas como elemento sorpresa principal fue La Fiera, en 1645. Sabemos por Domenico y Baldinucci que fue famosa por hacer creer al público que el escenario se prendía fuego. En el momento en que los espectadores se disponían a escapar como alma que lleva el diablo, Bernini aparecía en escena gritando para llamar la atención sobre el foco del fuego… que magicamente había desaparecido. Al instante el escenario se transformaba en un bello jardín mientras el público rompía en aplausos (de alivio, hay que suponer). Domenico cuenta que en una de las representaciones de La Fiera, un hombre murió intentando escapar. Este efecto pirotécnico del fuego que no lo es, tampoco fue invento de Bernini; Nicola Sabbattini ya lo utilizó en el 38, y escribió al respecto en su celebrado libro Pratica di fabricar scene, e machine ne’ teatri, al que sin dudas Bernini tuvo acceso.

 

     La siguiente obra que conocemos es La Fiera di Farfa, puesta en escena en 1639. Planteada como un intermezzo de la obra Chi Soffre, Speri, La Fiera di Farfa era una comedia corta que representaba la bullente economía de una feria[7] siendo en verdad una publicidad encubierta al papado Barberini. El éxito de este intermezzo se debió, sin lugar a dudas, a un ingenioso dispositivo que creaba la ilusión de amanecer y anochecer, llamado «la máquina del amanecer»[8]. Como dato curioso podemos decir que el libreto de Chi Soffre, Speri fue escrito por Giulio Rospigliosi, hombre de letras, amante del teatro e íntimo amigo de Bernini.

     En el mundo del teatro también tuvo tiempo para relucir su lado más gamberro; en 1658, celoso del escenógrafo y artista Giovanni Francesco Grimaldi, saboteó la obra de este, La vita Humana, poniendo agua de verdad en las fuentes de atrezzo y cortando cuerdas de los decorados[9].

La influencia de la realización de atrezzos y decorados para el teatro queda patente en piezas tan sublimes como el Baldaquino de San Pedro. Foto: Wikimedia Commons.

     Aunque su obra más conocida, por ser la única que nos ha llegado, es L`impresario. Luego de haber sido descubierta en 1957, el investigador teatral Cesare D’Onofrio la publicaba en 1963. Fue un caso aislado en el que Bernini escribió prácticamente todo el guión, alejándose por completo de la Commedia dell`Arte. Creado en los años del ostracismo PamphiljL`impresario es considerado como otro autorretrato de Bernini. El personaje principal es el Doctor Graziano (alter ego de Bernini); gran escenógrafo e inventor de máquinas teatrales y enamorado de Rosetta, aunque la pareja central de enamorados es la de Angelica, hija de Graziano, y el joven Cinzio, quién deberá engañar a todos para conquistar el corazón de su amada, ayudado, aunque a veces no tanto, por Coviello, su mayordomo. Completa el grupo del reparto Alidoro (alter ego de Salvator Rosa y enemigo de Bernini en la vida real); un joven que intenta entrar al servicio de Graziano para robar los secretos de sus máquinas de trucajes.

     En una complicadísima trama, Bernini teoriza sobre los derechos y responsabilidades de los artistas y sus empleadores. El personaje de Graziano representa la preocupación de los principios estéticos que deberían seguirse para lograr la construcción de máquinas teatrales perfectas. Alidoro, en cambio, permite la reflexión de la cambiante suerte de los artistas; alabados un día y abandonados al siguiente. Es más que evidente la confesión personalísima que está haciendo Bernini con L`empresario, y curiosamente dejó este autorretrato inacabado, al igual que su otro autorretrato de esta mismas época, La Verdad.

Gian Lorenzo Bernini: La Verdad descubierta por el tiempo. Roma, Galería Borghese. Foto: Wikimedia Commons.

     Bernini decía a quién quisiera oír que el verdadero truco, en el teatro, en el arte y en la vida, era hacer que lo artificial pareciera real, desdibujando las líneas de la realidad y saltándose los límites establecidos. Fue un verdadero mago creando ilusiones. En el teatro, la magia era solo un embrujo que se valía de trucajes escenográficos y pirotécnicos, muchos de ellos reciclados de otras obras y otros directores, pero aún así, y durante el tiempo que duraban sus obras, el público, fascinado, debió haber creído un poco más en la magia.

 
NOTAS
[1] Bernini D. 2011. The Life of Gian Lorenzo Bernini, pp. 132 -135. Philadelphia. University of Pennsylvania.
[2] Testi  F. 1967 Lettere vol, p. 87. II.  Bari. Gius Laterza.
[3] Evelyn J. 1901. The Diary of John Evelyn, p. 120. Inglaterra. Walter Dune.
[4] Coleman P. 2015. The Art of Music, p. 117. Yale. Yale University Press.
[5] Frese M.A. 2013. Metatheater and Modernity: Baroque and Neobaroque, pp. 81 – 89. Madison Fairleigh Dickinson University Press.
[6] Lavin I. 2007. Visible Spirit The Art of Gianlorenzo Bernini Vol. I, p. 21Londres. The Pindar Press.
[7] Wilbourne E. 2016. Seventeenth Century Opera and the Sound of the Commedia dell`arte, p. 109. ChicagoThe University of Chicago Press.
[8] Castiglione C. 2005. Patrons and adversaries: Nobles and Villagers in Italian Politics 1640 – 1760, p27. Oxford. Oxford University Press.
[9] Hammond F. 2010. The Ruined Bridge: Studies in Barberini Patronage of Music and Spectacle 1631 – 1679, pp. 219 – 222. Sterling Heights, Mich. Harmonie Park Press.
 

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