Un buen día cayó de la forma más casual entre mis manos un librito que de primeras no ofrecía mayor aliciente que su título: De la pintura antigua y diálogo de la Pintura. Venía firmado por un tal Francisco de Holanda, para mí un absoluto desconocido en ese momento. En la contraportada se podía leer que Holanda era pintor miniaturista y humanista lisboeta del siglo XVI, y que Ceán Bermúdez lo calificó como la mejor obra sobre pintura escrita en España.
Con semejante recomendación decidí instruirme sobre ese pintor desconocido. La historiografía hispana no ha sabido resolver bien el tema de los estados y las nacionalidades en el mundo moderno. El desarrollo de las ideas nacionalistas durante el siglo XIX, vinieron a marcar unas fronteras fijas donde eran difusas en la Edad Moderna. Portugal, uno más de los reinos cristianos peninsulares, nunca ha sido tratado por la historiografía como parte de Hispania. El que no formara parte de la unión dinástica hasta 1580, y su posterior independencia tras la revuelta de 1640, lo hacían un protagonista incómodo en el discurso de unidad nacional que se va fraguando desde el siglo XIX. Eso ha convertido al país vecino en un absoluto desconocido, sobre todo a nivel artístico.
Pero volvamos a Francisco de Holanda, así nos describe su biografía el propio Ceán:
“Iluminador y arquitecto portugués, natural de Lisboa, hijo y discípulo de Antonio de Holanda. Le enseñó a miniar de blanco y negro y después a modelar en barro; y hubo de ser tal su aplicación y progresos que fue el primero que en aquel pais dibuxara a la pluma sin perfil. […] Envióle a Italia el rey D. Juan, donde estudió mucho por el antiguo: tuvo estrecha amistad con Micael Ángel Buonarota, con D. Julio Clovio y con otros profesores de gran nombre, y fue estimado de los primeros personages de la corte de Roma en el pontificado de Paulo III”.
Ceán Bermúdez: Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España. Madrid, Imprenta de la Viuda de Ibarra. 1800. Tomo 2, pp. 293 y ss.
Así sabemos que fue hijo del miniaturista Antonio de Holanda y que nació en 1517. Tras la formación paterna y ejercer de paje en la corte de Évora, en la casa del Infante don Fernando, viajará a Italia entre 1537 y 1547, donde entrará en contacto con los círculos artísticos de Roma y viajará copiando antigüedades. En 1548 estaría ya de vuelta en Portugal y tendría acabado el manuscrito de su libro De la Pintura antigua.
En 1563 el texto manuscrito de Holanda es traducido al castellano por otro pintor luso, Manuel Denis. Esta traducción estaba en el siglo XVIII en manos de Felipe de Castro, escultor del Palacio Real Nuevo de Madrid y director de la Academia de San Fernando, legando el manuscrito a dicha institución, donde se conserva en la actualidad. En 1921 fue llevado a la imprenta, en una edición de Francisco Javier Sánchez Cantón y con una introducción de Elías Tormo. Dando así a conocer una obra fundamental para entender el Renacimiento hispano en su conjunto.
El libro se compone de dos partes. La primera contiene lo habitual en los textos teóricos de la época, es decir, una explicación del origen de la Pintura, sus reglas y principios. La segunda, es un diálogo entre personajes ilustres en Roma donde se habla de las excelencias, grandezas y estimas logradas por los pintores en la antigüedad. El género del diálogo tenía mucha reputación en el primer Renacimiento, siendo un género literario en sí mismo.
Tras este tratado emprendió un titánico proyecto: De Aetatibus Mundi Imagines, una crónica en imágenes del mundo desde la Creación. El manuscrito quedó inconcluso y gran parte de los dibujos quedaron sin colorear. Aún así es una obra muy significativa del modo de trabajar en el Renacimiento y de la supremacía del dibujo en las concepciones artísticas de la época.
Tras la desaparición del rey don Sebastián, se abre una disputa por el trono de Portugal. En ella, Holanda se manifestará como partidario de Don Antonio, prior de Crato, por estar vinculado a su familia desde la infancia. A la llegada finalmente a Lisboa de Felipe II en 1580 éste le ratificará en la pensión recibida por la Corte y no parece repercutir en nuestro pintor su apoyo al otro candidato al trono, es más en este momento Holanda entregará el manuscrito inconcluso de su De Aetatibus Mundi Imagines al Rey Prudente. De esta manera esta obra pasó a El Escorial y de ahí a formar parte de los fondos de la Biblioteca Nacional de España.
Vamos a recorrer ahora varios pasajes de su texto teórico, para hacernos una idea de las teorías artísticas que impregnan el Renacimiento hispánico, llena de profundos pensamientos muy influidos por la filosofía neoplatónica:
COMO DIOS FUE PINTOR*
“De la fuente de la Pintura y primera causa, será el principio de nuestra obra; donde podemos decir: que Dios es pintor muy a la clara y que en sus obras se contiene todo el ejemplo y sustancia de tal arte.
Porque de dos cosas es formada la Pintura, sin las cuales no se podría pintar obra alguna: la principal, es la luz y claridad; y la segunda, escuro y sombra: e como deja de ser sombra, luego viene lo claro; y en el fin del claro comienza la sombra; las cuales dos colores conformes en su disminución o crecimiento pintaron todas las cosas”.
QUÉ COSA SEA PINTURA
“La Pintura, diría yo, que es una declaración del pensamiento en obra visible y contemplativa y segunda naturaleza. Es imitación de Dios y de la Naturaleza prontísima. Es muestra de lo que pasó, y de lo que es presente, y de lo que será. Es imaginación grande que nos pone delante de los ojos aquello que se pensó tan secretamente en la idea, mostrando lo que aun no se vio, ni fue por ventura, que es más”.
DE LOS PRIMEROS PINTORES
“Tornemos agora al origen y antigüedad de la Pintura, la cual hemos dicho qué cosa sea.
Los egipcio (según escribe Cayo Plinio) afirman ser esta arte hallada de ellos, muchos años antes que viniese a Grecia; mas, es manifiesto que ellos predican lo que es falso. Los griegos dicen, que fue hallada de los sciciones, algunos; y otros, que de los corintos. Pero, todos concordan, que fue hallada de la sombra de el Hombre, rodeada con una raya; y así fue la primer pintura que el que esto escribió comenzó a hacer acaso siendo muy niño, cercando con un perfil la sombra de su mano en la pared. Mas la segunda fue de una sola color e fue llamada monocromaton, la cual dura hasta el presente tiempo”.
CÓMO LA SANCTA MADRE IGLESIA CONSERVA LA PINTURA
“No parece cosa desconveniente, antes que más nos lleguemos a esta materia, mostrar en este lugar (pues tocamos en los romanos Pontífices que fueron en el tiempo que comenzó a florescer esta arte), como la Sancta Madre Iglesia conserva y honra la muy devotísima, castísima y sanctísima Pintura, porque también se sepa hasta esto de ella.
Porque ya los griegos y otros desconfiados y flacos dudaron si nos era lícito las imágenes, por parescer aún cosa de los gentiles. Mas, después de Cosntantino Quinto hizo Concilio en Constantinopolin (que por otro nombre se llama Bizancio), y que el Papa Esteban III en el Concilio lateranense, determinó contra los griegos sobre restituir y conservar las imágenes en las iglesias, la Sancta Madre Iglesia, alumbrada del Spiritu Sancto, grandemente favoresce y conserva la spritual Pintura como perfecto libro de historia del pasado y como memoria muy presente de lo que está por venir, y, como muy necesaria contemplación delas operaciones divinas e humana y muy apartada de toda superstición y rito malo de los gentiles y de idolatría”.
Os recomendamos que os acerquéis al texto de Holanda, que no tiene ningún desperdicio (ver aquí) y sobre todo a su obra, destacando su De Aetatibus Mundi Imagines (ver aquí) que es una verdadera joya, con imágenes de una modernidad asombrosa.
* Todas las citas del libro De la Pintura antigua y el diálogo de la Pintura de Francisco de Holanda están extraídas de la edición de F. J. Sánchez Cantón del manuscrito de la Academia de San Fernando, publicado en 1921.
Sus artículos son una auténtica joya. Felicidades 😉
Muchas gracias Roser!!
Un acercamiento muy conveniente a un personaje del Renacimiento que no conocía, y que con este artículo, me ha picado la curiosidad en conocer.
Sus dibujos, aquí expuestos, tienen clara raigambre renacentista, y como también se dice, su forma de escribir también.
Nos alegra que te haya gustado el post Juan.
Hola quisiera saber si existe un libro reeditado en español?
Yo tengo una edición de la editorial Visor del año 2003