El prestigioso festival internacional de fotografía y artes visuales PHotoEspaña celebra este verano su vigésimo aniversario, con unas cifras que dan vértigo: más de 100 exposiciones, obras de 514 artistas y una veintena de actividades que ya están teniendo lugar en más de 60 sedes nacionales e internacionales, siendo Madrid el centro neurálgico donde se concentra el mayor número de propuestas expositivas. De ahí la numerosa presencia de triángulos amarillos que, con el lema PHE17 y colocados en ventanas, paredes y entradas de instituciones, museos y galerías, llenan toda la ciudad, convertidos ya en toda una marca distintiva y reconocible por todos.
Como ya sabéis, la programación de PhotoEspaña está dividida en dos secciones: la Oficial y el Festival Off, y otorga distintos premios reconociendo el trabajo de algunos de los artistas participantes. Precisamente acaba de ser otorgado el Premio Off del festival al mejor proyecto de un total de 36 galerías que integran la red del festival, premio que en esta edición ha recaído en la Galería José de la Mano, en la que hoy queremos hacer una parada para hablaros de la propuesta que ha sido merecedora del prestigioso galardón.
El pasado 1 de junio la madrileña Galería José de la Mano (c/ Zorrilla, 21 bajo dcha.), en la que es ya su tercera participación en el festival, inauguraba la muestra “Fernando Nuño, 1960-1975. Asbtracciones [re]veladas”, exposición que por vez primera presenta un conjunto de cincuenta originales inéditos de época, en blanco y negro, positivados por el propio autor y realizados entre 1960 y 1975. Interesantísimo proyecto que, comisariado por Mónica Carabias, profesora de la Universidad Complutense y especialista en fotografía histórica española, ha merecido ahora este reconocimiento, al ser galardonado con el Premio Off del festival. El jurado, formado por el crítico Javier Díaz Guardiola, la directora de la Fundación ENAIRE, Beatriz Montero de Espinosa, y la coleccionista Estefanía Meana, ha valorado “el interesante trabajo investigativo de recuperación de una figura desconocida para el gran público que avala la trayectoria ascendente de la galería que lo promueve y que culminará con una publicación que complemente la muestra”.
La presencia de la Galería José de la Mano en el festival PhotoEspaña responde a esa línea de trabajo y dedicación iniciada hace más de una década en la que el interés por la innovación, las vanguardias y el arte de los años centrales del siglo XX ocupan un lugar esencial en sus proyectos expositivos. Continuando con esta coherente línea de trabajo en la recuperación del legado de los fotógrafos españoles y latinoamericanos de mediados del siglo XX, presenta ahora la original –y lamentablemente– olvidada producción del madrileño Fernando Nuño.
Nuño (Madrid, 1938-Málaga, 1996), que llegará a ser considerado como uno de los puntales de la fotografía española entre mediados de los años cincuenta y finales de los setenta, se lanza al vacío como reportero gráfico con apenas quince años para convertirse poco tiempo después en propietario y máximo responsable de la Agencia HENECÉ, S.A. Con esta empresa el fotógrafo se forjará una sobresaliente reputación en el mundo del periodismo gráfico nacional, colaborando para publicaciones como Arriba, La Gaceta ilustrada, Mundo Hispánico, ABC, e internacional, trabajando en las revistas más prestigiosas, como Paris Match, Life, L ́Europeo, Oggi, Kristal o Time.
Durante esta etapa viaja por Europa, América o África, y principalmente por toda España, como fotógrafo oficial de cabecera de las Jornadas Literarias organizadas por Gaspar Gómez de la Serna. Comienza así una intensa y prometedora carrera profesional dentro del campo gráfico del periodismo, tan estimada como solicitada, que en muy poco tiempo le convierte, con apenas veinte años, en director comercial y redactor gráfico de la Agencia Europa Press (1959-1962), en la que realizará algunos de sus trabajos con mayor repercusión internacional: el reportaje aéreo del Valle de los Caídos (1959), vendido a todo el mundo por Europa Press, que se convirtió en el principio del gran archivo gráfico de la agencia; las fotografías del primer eclipse de sol (1959), publicadas por El Alcázar y para cuya realización necesitó movilizar un “Henkel” del Ministerio del aire o, también, las fotos del terremoto en Agadir (1960).
Pronto entra, además, a trabajar en colaboración con la empresa Macua & García-Ramos, de la que irá recibiendo el encargo de numerosos proyectos, provenientes muchos de ellos de importantes fábricas y empresas españolas, tales como la Compañía Telefónica Nacional, Comercial de Laminados o la Fundación Nodular, entre otras. En la exposición encontramos algunos ejemplos del trabajo de Nuño relacionado con estos encargos comerciales. Aunque sin duda, el trabajo más espectacular que descubrimos en la muestra sea el que realizó en 1971 para las Minas de mercurio de Almadén y Arrayanes, con el que se abre la exposición en la galería. Un impactante conjunto de doce fotografías, en las que Nuño juega de una manera muy artística con el tamaño y disposición de las bolas de mercurio, que va reduciendo y ampliando, con el fin de descontextualizar el objeto y provocar así que las imágenes se nos presenten como sugerentes composiciones geométricas, en algún punto abstractas. Curioso es, además, el hecho de que el propio fotógrafo aparezca reflejado con su cámara de alguna de las bolas de mercurio, a la manera de un velado autorretrato.
Este interés de Nuño por la geometría y las composiciones “abstractas” lo encontramos en muchas de las fotografías presentes en la muestra. De hecho, podría decirse que esta visión tan artística –e innovadora– es el hilo conductor que da sentido a todo el conjunto. Tanto es así que, en algunos casos, prácticamente el objeto representado (bien sea una pila de maletas, unas redes de pesca, un muro de piedras o unos chavales formando en el patio de la escuela) pasa a un segundo plano, primando el tratamiento a modo de gran masa geométrica, compacta, que crea el fotógrafo en estas composiciones.
Desde sus comienzos profesionales, allá por el año 1953, hasta su primera y última retrospectiva donde reunirá las cuatro series fotográficas más importantes de toda su carrera –El Sol (1975), El Fuego, La Vela (1977) y la dedicada al Acueducto de Segovia (1974)–, una especie de autohomenaje a sus casi veinticinco años de profesión en la sala de la Dirección de Patrimonio Artístico en 1978–, Fernando Nuño desarrolla una fecunda y coherente carrera artística que expositivamente había comenzado con la muestra fotográfica en el Ateneo de Madrid (1962) dedicada al grupo de jóvenes pintores abstractos de la generación de los 50, ligados pronto al Museo de Arte Abstracto de Cuenca. El fotógrafo los retrata en sus propios talleres, en pleno acto de creación…y en la exposición de José de la Mano tenemos la suerte de descubrir a uno de ellos: el artista de origen filipino, y alma mater del Museo de Cuenca, Fernando Zóbel.
Nuño llegaría a tener una gran amistad con Zóbel y con muchos de estos jóvenes artistas, hasta el punto de ser solicitado para realizar la fotografía –ya icónica– de la inauguración del museo (1966,) y convertirse no sólo en el fotógrafo fundacional del mismo, sino también en su conservador honorífico.
Esta fulgurante carrera le posiciona de ahora en adelante, además de como un destacado fotógrafo de artistas, como un profesional relacionado con el ambiente cultural del país, lo que le permite participar en prestigiosas bienales como la de París (1967) o Sao Paulo (1975). En todo este tiempo Nuño se aparta voluntariamente del circuito fotográfico tradicional de las agrupaciones, salones, concursos sociales, premios o revistas especializadas. Sin embargo, colabora de manera excepcional en dos hitos fotográficos en España: por un lado, en la publicación del primer Anuario de la Fotografía Española (1958), editado por AFAL, grupo de fotografía almeriense al que pertenece en aquellos momentos. Y, por otro, en la I Muestra de Fotografía Española organizada por la Galería Multitud de Madrid (1976).
La decadencia de Nuño como fotógrafo coincide con la muerte del dictador Franco, un momento en el que tanto su empresa fotográfica como su vida personal hacen aguas. Sin embargo, una vez más sorprende a todos con la publicación de dos libros –Los últimos días de Franco vistos en TVE (1975) y Los primeros días del Rey vistos en TVE (1975)–, basados en metafotografías realizadas a partir de las imágenes emitidas en directo por TVE. Sin duda, todo un ejercicio práctico con el que investigar sobre la naturaleza de la fotografía y el dilema de la verosimilitud o falsedad de la realidad visual en ella representada.
1978 es un año crucial en la vida del fotógrafo. Nuño decide romper con todo y desaparecer del panorama fotográfico profesional así como del circuito artístico expositivo, para reaparecer de forma sorprendente, pocos años después, como propietario de la Venta de Alfarnate en Málaga, donde trabajará como tabernero hasta su fallecimiento en 1996.
En definitiva, esta exquisita exposición en la Galería José de la Mano nos ofrece la oportunidad de descubrir un conjunto de medio centenar de originales que recupera para la fotografía española la figura y obra de Fernando Nuño, autor lamentablemente ‘olvidado’ que ingresa así, directamente y por derecho propio, en la escasa nómina de fotógrafos españoles que trabajaron minoritariamente en la órbita de la abstracción durante las décadas de los sesenta y setenta.
Gracias por este magnifico artículo!
Gracias a ti por leernos Sonia!