Resulta insólito y excepcional encontrar un palacio de las dimensiones y características del de el Marqués de Santa Cruz. En un lugar tan remoto, como la pequeña población de El Viso del Marqués, en pleno Campo de Calatrava, al final de La Mancha, y cercano ya a Despeñaperros. Alejado pues de cualquier ciudad de renombre o con entidad política importante en el siglo XVI.

Vista de la fachada del Palacio del Viso del Marqués.

Vista de la fachada del Palacio del Viso del Marqués.

     Más increíble es que haya llegado a nuestros días en un más que aceptable estado de conservación. Todo esto ha creado un velo de fama entorno a su construcción y decoración donde desde antiguo se ha señalado lo “italianizante” de su lenguaje, siendo conocido como un ejemplo de “palacio genovés en La Mancha”. Hoy queremos mostraros este insólito palacio y clarificar un poco sobre los nombres de los artífices que hicieron posible esta obra tan interesante y excelente.

Retrato de Don Álvaro de Bazán, I Marqués de Santa Cruz.

Retrato de Don Álvaro de Bazán, I Marqués de Santa Cruz.

     En primer lugar habría que entender quién es el comitente de la obra. Don Álvaro de Bazán (1526-1588), fue un eminente marino y militar que había comenzado su carrera junto con su padre. Éste, Álvaro de Bazán “el Viejo” (1506-1558) había participado en las empresas marítimas más importantes del reinado del Emperador Carlos: la conquista de Túnez, Indias y el viaje del entonces príncipe Felipe a Inglaterra. Había fijado su residencia en Granada y para ésta había dispuesto la compra de materiales y mano de obra de Génova. Obtendrá también el señorío del Viso y las vecinas poblaciones de Santa Cruz de Mudela y Bazán, creando con ellas un mayorazgo, que posibilitará el beneficioso matrimonio de Don Álvaro con Doña Juana de Bazán y Zúñiga, la hija mayor de los condes de Miranda, entroncando así con una de las familias más importantes de la nobleza española de la época. La carrera militar de D. Álvaro irá en aumento obteniendo cargos cada vez más importantes en la armada española e interviniendo en los numerosos frentes que tenían los intereses españoles en el Mediterráneo. En 1568 es nombrado Capitán General de las Galeras de Nápoles y se casa en segundas nupcias con Doña María Manuel de Benavides, estableciéndose el nuevo matrimonio en la ciudad italiana y un año después obtiene de Felipe II el título de I Marqués de Santa Cruz, sobre las tierras de su señorío. Desde este puesto ascenderá a Capitán General de la Galeras de España y participará en la famosísima Batalla de Lepanto (1571) así como en la conquista de Portugal (1580).

Anónimo: Batalla de Lepanto, 1571. National Maritime Museum.

Anónimo: Batalla de Lepanto, 1571. National Maritime Museum.

     Es en ese ámbito de las ciudades italianas, sobre todo Nápoles y Génova, donde el Marqués va a tomar conciencia de la importancia de las empresas arquitectónicas y pictóricas como instrumento para dar mayor empaque a la nobleza. La categoría social, el ámbito de relaciones con otros nobles españoles e italianos y la fortuna forjada gracias a las posibilidades de sus cargos será el detonante para la realización de la empresa constructiva de su palacio en la sede de su señorío: el pequeño pueblo de El Viso. Es decir que el palacio era la reafirmación de un joven título que quedaría asentado así con una construcción que debía ser representativa del personaje.

Vista del Salón de Honoro del Palacio del Viso del Marqués.

Vista del Salón de Honor del Palacio del Viso del Marqués.

     Por otro lado está el asunto de la autoría de la obra. Tradicionalmente se ha venido asumiendo que la totalidad del conjunto es fruto del trabajo de Giovanni Battista Castello “Il Bergamasco”, artista procedente de Bérgamo (de ahí su sobrenombre) que se había formado en Roma y había trabajado en Génova, siendo uno de los principales arquitectos y decoradores de esta ciudad, donde trabajará tanto en arquitectura como en pintura. Es cierto que la venida a España del Bergamasco es por el patrocinio del Marqués de Santa Cruz para trabajar en su palacio de El Viso. Debió venir en las naves que el propio Don Álvaro fletó para llevar a España a los maestros Andrea Roderio de Carona (Arquitecto), Giovanni María Ragius de Vigo, Micael de Carona y Baptista de Carona y que partieron del puerto de Génova el 24 de septiembre de 1566. Es muy probable que en la misma nave llegara el Bergamasco. El problema es que la construcción del palacio se comenzó seguramente antes de 1564 y Giovanni Battista estuvo activo y con empresas importantes en Génova hasta 1566, por lo que se ha venido suponiendo que el italiano haría primero los planos y más adelante vendría a hacerse cargo de la construcción de los mismos. Esta teoría está en proceso de revisión, ya que parece que lo fundamental del palacio estaría ya levantado en 1567, por lo que el Bergamasco sería el responsable de la italianización del proyecto en la decoración, con el programa de vistas de ciudades y batallas del patio así como los estucos y grutescos; además de la proyección muy probablemente de las escaleras, que siguen la tipología de escalera imperial de cinco tramos. Tras su llegada a España el Bergamasco será rápidamente reclamado por el Rey Felipe II para trabajar en El Escorial, donde hará decoraciones pictóricas y se le atribuye también, aunque con dudas, la traza de la escalera principal del claustro.

     En la concepción esencial del palacio estamos ante un caso de tipología típica española de mediados del siglo XVI, es decir un palacio rectangular o cuadrangular con cuatro torres en las esquinas y patio central, siguiendo modelos como el Palacio de El Pardo o el Alcázar de Toledo. Se considera que Enrique Egas “el Mozo”, colaborador habitual de Alonso de Covarrubias, pudo ser el autor de la traza de este palacio del Viso en su volumetría exterior, pero la marcha del Bergamasco a la corte y su temprana muerte en 1569 hace necesario buscar otros artistas que se encargasen de la decoración del mismo. En 1574 el Marqués contratará a Giovanni Battista Perolli “Cremaschino”, originario de Cremona, que vendrá acompañado de todo un equipo de artistas formado por Esteban Perolli y Juan Esteban Perolli entre otros.

     A los Perolli les corresponde en su mayoría la decoración de las salas del palacio a base de elementos puramente decorativos como candelieri y grutescos y frescos de temática principalmente mitológica, así como la decoración de la escalera proyectada por el Bergamasco. Destaca el uso de quadraturas en salas como el llamado Salón de Honor donde una fingida columnata de orden corintio deja ver unos espléndidos paisajes con arquitecturas, obra sin duda de Giovanni Battista Perolli “Cremaschino”.

     El resultado final es un magnífico ejemplo de arquitectura y pintura del Manierismo más puramente italiano. Salvo por la planta, de clara influencia española pero compatible con ejemplos italianos, el resto del palacio tiene un sabor eminentemente vinculado a Génova. Siempre se ha puesto en relación con el Palacio Doria-Tursi, sede actual del Municipio de Génova, con el que comparte el tipo de escalera imperial de cinco rampas. La diferencia principal radica en que en el Viso las cajas de escalera son cerradas para cada tramo y en el Doria-Tursi hay una única caja de escalera abierta lo que resulta aún más escenográfico.

     La concepción del patio con la superposición de órdenes de pilastras, dórico para el piso bajo y jónico para el principal, así como la plástica solución de frontones rectos y curvos partidos y con mucho vuelo sobre las puertas de los salones, son recursos también propios del Manierismo italiano y beben de fuentes como Miguel Ángel, Vasari o Palladio entre otros.

     El palacio sufrió con el terremoto de Lisboa de 1755, que dañó seriamente su estructura y seguramente derribó las torres de las esquinas. Además de eso la Guerra de la Independencia también causo ciertos estragos, así como el uso del edificio como granero y como escuela durante la Guerra Civil. En 1948 los descendientes del marquesado de Santa Cruz deciden cederlo al Ministerio de Marina en forma de arrendamiento por el precio simbólico de una peseta, que se paga usando el billete de papel moneda con la efigie de Don Álvaro. Desde ese momento se decide trasladar al palacio de El Viso el archivo de la Marina, constiuyendo así el Museo Palacio de Santa Cruz, en la actualidad dependiente de la Fundación Museo Naval.

     Excede nuestro propósito la explicación pormenorizada de todas las salas con pinturas que contiene el Palacio, sólo podemos mostraros algunas de ellas y recomendar encarecidamente una excursión que sin duda merece la pena. Allí, en medio de La Mancha, uno se pregunta qué hace un palacio cómo éste en un lugar tan recóndito y resulta recurrente el aforismo popular que dice: El marqués de Santa Cruz / hizo un palacio en el Viso / porque pudo y porque quiso.

     Y cuando vayáis no os olvidéis de saludar a su famosa vaquita….

Detalle de uno de los frescos cercanos a la capilla en la que se puede ver la representación de la famosa "vaquita".

Detalle de uno de los frescos cercanos a la capilla en la que se puede ver la representación de la famosa “vaquita”.

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