Si antes de las Navidades os hacíamos una recomendación de grandes museos de Madrid, con el nuevo año queremos acercarnos a otros lugares de la capital merecedores de atención y que siempre son una grata experiencia para los amantes del arte. Lugares privilegiados para aquellos con ganas de disfrutar en un entorno más tranquilo y recoleto. Lugares muy asequibles para visitar y recorrer en una mañana o una tarde, poniéndose al abrigo de este invierno.
Comenzamos nuestro recorrido por el Museo Cerralbo, en el barrio de Argüelles, uno de nuestros museos favoritos no sólo por su magnífica colección sino también por lo activos y cercanos que son en sus redes sociales. Iniciativas como su #MCReto o su #Abroluegoexisto por no hablar de su #SoyCerralbiano hace que cada día cuente con más y más adeptos. Entre ellos por supuesto nosotros, que ya os hemos confesado en alguna otra ocasión que #SoyCerralbiano.
El Museo se ubica en un edificio de finales del XIX, construido como vivienda por los Marqueses de Cerralbo. La figura de Enrique de Aguilera y Gamboa, Marqués de Cerralbo (1845-1922), es la de un aristócrata perteneciente al partido carlista, que se interesó desde muy joven por el arte y la arqueología. Esta pasión por la arqueología le llevó a pagar él mismo y a dirigir más de cien excavaciones, y a formar parte de diversas instituciones culturales como la Real Academia de Historia y la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
En el retrato que le hiciera Soriano Fort hacia 1903, podemos ver algunas de las piezas que le caracterizaron como coleccionista: sobre una mesa estilo Luis XV, el Marqués muestra algunos de sus objetos más apreciados, como un escifo italogriego del siglo IV a.C. y varios libros y manuscritos de su colección.
La construcción comenzaría en 1883, y los arquitectos que participaron en los trabajos fueron Alejandro Sureda, Luis Cabello y Asó, y Luis Cabello Lapiedra, concluyéndose las obras en 1893. Siguiendo la moda del momento, nos encontramos una fachada con un estilo clásico y ecléctico: piedra y ladrillo se combinan a la perfección, dividiendo las fachadas en tres cuerpos ordenados por pilastras y de los que emergen los cuatro torreones de las esquinas.
En el interior, fue el propio Marqués de Cerralbo el que dispuso la distribución del palacio, que cumpliría la doble función de residencia de la familia y galería de arte donde albergar su colección, a la manera de lo que el marqués había visto en Italia. Cabe destacar que este es el único palacio-museo de Madrid en el que se han podido reconstruir fielmente sus ambientes originales, reubicando las piezas a partir del estudio de los inventarios del mismo. Se trata de un referente en criterios de intervención arquitectónica, aunque como es lógico, este tipo de actuaciones no siempre es viable.
Cuando entramos en el palacio nos vemos rodeados por esa decadencia tan propia de finales de siglo, y a su vez todo un alarde de riqueza y piezas únicas. Las diferentes estancias están dispuestas alrededor de un patio central, y siguiendo la moda del momento, dedicando la planta del entresuelo a la zona privada y la planta principal a las salas de recepción y de vida social. En el último piso se ubicaban las habitaciones dedicadas a archivo y en el semisótano las relacionadas con el servicio doméstico. Hoy en día en estas dos últimas plantas se distribuyen el salón de actos, los almacenes, las oficinas y el taller de restauración.
En el entresuelo es donde mejor se puede apreciar el ambiente íntimo de la familia, con objetos originales aportados por el fundador y que proceden de otro palacio de su propiedad, el de Santa María de Huerta en Soria. En esta planta y al final de la galería está el acceso al jardín, que fue remodelado en los años cuarenta del siglo pasado, incluyendo un pabellón de nueva construcción y rompiendo con el diseño original. En la actualidad nos encontramos ante un jardín de estilo clásico-romántico, con un estanque central y esculturas y bustos que se disponen por todo el espacio. Destaca la escultura del un jabalí procedente del palacio madrileño de Medinaceli, demolido en 1890. Es una copia de los Uffizi del siglo XVI que a su vez reproduce una obra helenística.
Desde el jardín accedemos a una serie de salones comunicados entre sí, y que toman su nombre del color de las paredes y tapicerías. El primero de ellos, el Salón Rojo, que era el despacho donde el marqués recibía a las visitas de trabajo. Contiguo a éste, el Salón Amarillo, que hacía las veces de comedor de diario y de gabinete de confianza. La tercera estancia es la Salita Rosa, una recreación de lo que podía haber sido el gabinete de la esposa del marqués, la marquesa Villa-Huerta. Será una sala de compañía, destinada a recibir a las visitas, con sillas dispuestas para mantener una tertulia y conversar de forma cómoda.
En esta misma planta se encuentra el dormitorio, con la cama, un gran armario, cómoda con cajones y diversos útiles para el aseo como una barbera y un aguamanil.
En el ala opuesta del entresuelo, nos encontramos con el llamado Recibimiento de Invierno, una pequeña salita decorada de manera muy sobria con una consola, algunas sillas y un espejo de cuerpo entero. Esta estancia se comunica directamente con la capilla y también con el llamado Salón de Confianza. Este era el lugar donde se recibía a las visitas en el piso de diario, más informal, pero a la vez una sala en la que se debía hacer gala del nivel social de la familia.
En este salón llama la atención su enorme lámpara de techo, realizada en cristal de Murano, comprada por los marqueses en uno de sus viajes a Italia. Debajo y en el centro del salón, una mesa con un conjunto de porcelana realizado en porcelana de Meissen. En este salón además, se encuentra una vitrina dedicada a exhibir recuerdos de viajes de los marqueses.
Por último, en esta planta se encuentra también el Salón Comedor, con una gran chimenea realizada en hierro fundido. Junto a la chimenea, un diván donde tomar descanso en la sobremesa. En el centro, una mesa de comedor con sus correspondientes sillas. También hay en esta sala un escritorio, y se decora de forma apropiada con la temática de las pinturas que cuelgan de sus paredes, bodegones.
Nos dirigiremos ahora a la planta superior, volviendo a la entrada y subiendo por el tramo derecho de la escalera de honor. Desde arriba, podemos observar con detalle sendos tapices que cuelgan de sus paredes, tapices con escudos del siglo XVII: el de la derecha procede de Bruselas y representa a los Carvajal, Padilla, Acuña y Enríquez, mientras que el de la izquierda representa las armas de las familias Silva, Mendoza y de la Cerca, y su factura corresponde a Pastrana, Guadalajara, y atribuido al maestro procedente de Amberes Francisco Tons.
En la segunda planta, la planta principal, la decoración aún es más abundante y más rica, dado que se trata de la planta noble, donde se recibía a las visitas. Esta parte del palacio se dedicaba casi en exclusiva a recepciones y bailes. El espacio se articula en torno a tres galerías que giran en torno a un patio central interior. Es en estas galerías donde nos encontramos con importantes lienzos de escuela española, como es el caso de obras de El Greco, Zurbarán y Alonso Cano.
Luego de pasar por la armería, lugar en el que se recibía a los invitados y se llevaba a cabo el acto de besamanos, hay a un lado una puerta que nos conduce al Pasillo de dibujos y también a la Sala del Baño. Respecto a los dibujos, se pueden contemplar unos ochenta facsímiles de los originales del marqués, pero la colección alberga más de quinientos.
La sala del baño es una pequeña habitación, algo inusual todavía en aquel entonces, y que supone la ostentación del nivel socioeconómico de la familia. Destacan su bañera de mármol, con grifería y desagüe independiente, y una butaca, elemento habitual en los tocadores de la época.
Al final del pasillo nos encontramos con el Gabinete oriental o sala turca, una habitación de uso masculino que se puso de moda entonces, como lugar donde reunirse y fumar tabaco. En ella nos encontramos kilims que cuelgan de sus paredes, así como armas e incluso instrumentos de música, todo ello procedente de países como China o Filipinas.
Partiendo de nuevo de la armería, se puede hacer un recorrido por un total de ocho salas todas ellas comunicadas entre sí. El itinerario comenzaría en la llamada Sala de las columnitas, sala de reuniones de caballeros para hablar de negocios o política. Las paredes de esta sala se cubren con lienzos en su mayoría correspondientes a obras de la escuela barroca madrileña. A continuación, el Salón Vestuario, donde estaría el armario ropero y el tocador del marqués, con su lavabo. La sala contigua correspondería a la marquesa, la Salita Imperio, una habitación de paso que haría también las funciones de tocador para las damas. La sala está llena de espejos y de otros elementos decorativos como relojes, candelabros o jarrones.
Pasaremos ahora al Comedor de gala, con una enorme mesa que preside la estancia con capacidad para veinticuatro comensales. Hay además aparadores en los que se pueden observar distintas piezas de vajilla de plata. En las paredes se cuelgan bodegones, y también las alegorías del té, el café y el chocolate. A su lado, el Salón de billar, presidido por una enorme mesa realizada en Francia alrededor del año 1855. En torno a ella se disponen los asientos desde donde se podía seguir el juego, y en las paredes retratos de distintas personalidades de la época. Otra habitación para el ocio es el Salón Chaflán, un espacio destinado al descanso entre los bailes, con las sillas dispuestas en círculo. En esta planta hay otro Despacho, una sala para recibir a los invitados y que es un alarde de todo tipo de objetos de valor y de colección.
Al lado del despacho, la Biblioteca, de dos plantas y con unos fondos de unos 7.000 ejemplares, entre los que hay incunables, manuscritos y ediciones que llegan hasta el año de su muerte. En ella hay temas tan diferentes como viajes, geografía, religión, historia o política, y era la más completa del momento en numismática y arqueología.
Al salir de la biblioteca nos encontramos con tres pasillos denominados galerías, que rodeando el patio interior y comunicadas entre sí, sirven de distribución de los invitados en las multitudinarias fiestas que se daban en el Salón de Baile. Es esta una sala suntuosa, con tapicerías de seda de Lyon en sus asientos, y presidido por un reloj misterioso dotado de un péndulo con forma de cono, cuyo diseño corresponde al francés Emile Farcot. En este reloj, el péndulo hace que gire la esfera celeste gracias a una manecilla que hay sobre un pedestal y que mantiene oculta la maquinaria del reloj. Su fantástico fresco realizado por Máximo Juderías Caballero y José Soriano Fort resulta absolutamente espectacular y deja atónito al espectador al final de su vista. De éste hablamos largo y tendido en un post sobre 10 pinturas al fresco de Madrid.
La visita al palacio de Cerralbo supone un acercamiento a la moda de la época, con un fabuloso conjunto de piezas, desde monumentales pinturas al óleo hasta el más pequeño de los relojes. Los objetos aquí cobran vida y se muestran con todo su esplendor y todo su sentido en este palacio, que constituye un importante ejemplo de residencia aristocrática, sumergiendo al visitante en el Madrid aristócrata del siglo XIX, en su vida cotidiana, presidido por las tertulias, los bailes y las confidencias de salón.
Aquí os dejamos la INFORMACIÓN BÁSICA para vuestra visita y un enlace al pdf del folleto y el plano del museo para que llevéis ya de antemano preparada toda la visita y podáis disfrutarla plenamente. Esperamos que todos nos contéis vuestra experiencia en la segura visita que realizaréis después de este post al Cerralbo.
Museo Cerralbo: C/ Ventura Rodríguez, 17. 28008 Madrid, España. Teléfonos: 915 47 36 46 / 47. Correo-e: museo.cerralbo@mecd.es
Horario: De martes a sábado de 9:30 a 15:00 horas / Jueves de 17:00 a 20:00 horas. Excepto festivos / Domingos y festivos de 10:00 a 15:00 horas / Cerrado todos los lunes, y los días 1 y 6 de enero, 1 de mayo, 24, 25 y 31 de diciembre y una fiesta local.
Cómo llegar: Autobuses: líneas 1, 2, 3 (vuelta), 44, 46, 74, 75, 133, 147, 148, C1, C2 / Metro: Ventura Rodríguez (L3), Plaza de España (L3 y L10), Noviciado (L2) y Príncipe Pío (L6 y L10).
*Todas las imágenes de este post han sido recopiladas de la web del Museo Cerralbo.
Gracias, hacia tiempo que deseaba conocerlo y con la detallada informacion que nos has dado ya solo tengo que poner fecha
Esperamos que nos cuentes tú experiencia una vez que hayas ido. Estamos seguros que te encantará!! 😉