El pasado viernes la Fundación Juan March presentaba la exposición Depero Futurista (1913-1950), una muestra dedicada a la obra del polifacético artista Fortunato Depero (1892-1960). Son casi 300 piezas por medio de las que conoceremos muchos aspectos de su vida. Depero no solo era pintor, sino que tuvo una actividad destacada como publicista, arquitecto de interiores, dramaturgo, cineasta, dibujante, escenógrafo…
El futurismo comenzaba su andadura con el manifiesto de Tommaso Marinetti publicado el 20 de febrero de 1909 en el diario Le Figaro, pasando a la historia por la radicalidad de sus propuestas: la abolición de todo enfoque tradicional del arte del pasado (considerado puro “passatismo”), glorificando el dinamismo, la máquina, la velocidad y la guerra, y liberando a las palabras de la gramática con multiplicidad de puntos de vista, para expresar la interacción dinámica de la materia con el espacio circundante. Los efervescentes años fundacionales del movimiento, entre 1909 y 1915, supusieron, efectivamente, una novedosa y dinámica contribución a la plástica y la literatura europeas, marcada finalmente por la primera guerra mundial, que supuso una cesura por la entrada en combate de muchos futuristas y la muerte de Umberto Boccioni, entre otros.
Miembro de la segunda generación de artistas del movimiento futurista, Depero, autoproclamado de forma poco modesta como “crítico & arquitecto & escultor & músico & matemático & físico & químico & profesor & soldado & loco; un genio libre de complejos” (citado en Heller, 2001: 153), cumplió sobradamente con todo aquello que se podía esperar de un futurista ejemplar. Como el propio movimiento futurista, no diferenció entre bellas artes y artes aplicadas, pues tanto las unas como las otras le eran válidas para alcanzar su principal objetivo programático: democratizar el sistema del arte, sacándolo a la calle para llegar al gran público, lo que obligaba a que abandonase los lugares tradicionales (el museo y las galerías). Por si fuera poco, entendió la importancia de la utilización de medios extra-artísticos para difundir sus ideas estéticas, siendo un auténtico pionero en captar las posibilidades de autopromoción personal y artística que reportaba la producción gráfica y, como no, la publicidad: el primer producto de Fortunato Depero era él mismo.
Constituido en un espléndido artvertiser, en paralelo a su producción pictórica realizó brillantes aportaciones en los campos de la ilustración, la tipografía, el libro y el cartel. Fruto de esa vocación autopromocional, concretamente de su producción gráfica y publicitaria entre los años 1913-1927, encontramos el libro Depero Futurista 1913-1927, publicado el año 1927 y conocido popularmente como el “libromacchina imbullonato” (libro-máquina empernado o atornillado). Considerado como el primer libro-objeto de la historia del arte, su singular encuadernación (dos cartones rígidos de color azul religados con dos grandes pernos cromados de aluminio y sus correspondientes tuercas de cierre) y presentación interior (los textos se imprimen en papel de distinta textura, gramaje y color), hacen de él la quintaesencia de la adoración de los futuristas por el mundo industrial y la máquina.
Su producción cartelística fue realmente vasta, trabajando para importantes empresas italianas como Vido, Strega, Saccardo, etc. De todas esas colaboraciones despunta la que le uniría estrechamente con el empresario Davide Campari. Fruto de esa relación profesional nacerían un buen número de carteles, junto a otros artefactos como la botella de soda de la marca italiana (1932), un verdadero icono visual de la vanguardia.
Fortunato Depero fue mucho más que un pintor que abrazara con entusiasmo el credo futurista y dejase atrás sus primeros pasos en la pintura, de clara raíz simbolista. Fue un artista constructor de todo un universo futurista, un artista polifacético, multimedial, total y global. Depero abandonó Italia en 1928 para conquistar Nueva York, a la que llamó “nuova Babele” y en la que vivió y trabajó entre 1929 y 1931, y a la que volvería en 1948.
Es, sin duda, un artista enormemente contemporáneo, verdadero precursor de una serie de rasgos tan propios del artista actual como el arte concebido como trabajo multimedial y colectivo, la necesaria “autopublicidad” del artista en los medios o la práctica del diseño gráfico, entre otros.
Complementando a la exposición de la Fundación Juan March, el pasado lunes asistíamos allí al seminario-taller que con motivo de la muestra, era impartido por el profesor Gianluca Poldi (Universidad de Bérgamo). Una jornada que organizó el Departamento de Museos y Exposiciones de la Fundación, en colaboración con el Departamento de Conservación y Restauración del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Se trataba de un encuentro especializado dirigido a profesionales de la conservación-restauración, científicos, historiadores del arte y profesionales de museos e instituciones. En la charla se presentaban los resultados del estudio realizado durante los últimos años sobre una serie de obras de Depero (pinturas, acuarelas y dibujos). Este estudio permite conocer más acerca del estado de conservación de las obras y el proceso creativo del artista, y también confirmar y documentar la autenticidad de sus obras. Se han realizado estudios tanto con técnicas no invasivas como a partir de micromuestras de las obras. Se mostraron ejemplos del estudio de su obra pictórica con luz de infrarrojos, poniendo de manifiesto el uso de cuadrículas sobre las que iba encajando el dibujo preliminar. Depero usaría estas cuadrículas a partir del año 1918, tanto en obra pictórica como en otro tipo de producción, como tapices.
Asimismo, en paralelo a la exposición Depero futurista (1913-1950), dos conferencias dedicadas al análisis de la figura de Fortunato Depero en el contexto de la vanguardia futurista en Italia. Impartidas por el escritor y reciente ganador de la I Bienal de Novela Mario Vargas Llosa Juan Bonilla y la profesora e investigadora teatral Llanos Gómez, tendrán lugar la próxima semana, el martes 21 y el jueves 23 de octubre.
No queremos terminar este post sin citar además, que el conjunto documental de todos los libros editados por Depero, curiosamente, se pueden encontrar en los fondos del Archivo Lafuente, y sobre este archivo hablaremos en los próximos días, con motivo de una exposición que se inauguró ayer jueves en el Círculo de Bellas Artes, y a la que puntualmente acudimos. El archivo Lafuente incluye todos los libros editados por el artista a lo largo de su vida, así como también diversos carteles, tarjetas manuscritas y fotografías de época.
P.D: Este post está dedicado a Begoña Mosquera, quien esperamos que regrese de su aventura tan veloz como las máquinas a las que glorificaban los futuristas.