El otro día en Twitter hablando en relación a dos obras concretas, “La dama del Armiño” atribuida a el Greco y “El Sueño del Caballero” relacionado con Antonio de Pereda, surgió el problema de las autorías. En los últimos años se han propuesto una distinta autoría para ambas obras, basadas principalmente en disquisiciones de tipo estilístico. Para la primera se ha especulado con la firma de Sofonisba Anguisola, pintora realmente brillante y que consideramos que merecería un mejor reconocimiento del mundo artístico; y para la segunda se ha considerado que podría ser fruto de los pinceles de Francisco Palacios.
Como ya indicamos durante esas conversaciones de Twitter, la autoría de las obras de arte no es una ciencia exacta y lo único que se puede hacer es documentar lo mejor posible las hipótesis de cada uno. No obstante, siempre todo puede quedar en nada, si no se produce la “bendición” del considerado como gran experto en la obra del pintor que se trate…
Hemos pensando que un ejemplo perfecto de ese razonamiento y documentación de la autoría de una obra de arte era el artículo que en el 2011 publicaron uno de los colaboradores de Investigart, Gloria Martínez Leiva, y su coautor, Ángel Rodríguez Rebollo. En el texto se habla de una pequeña copia realizada por Velázquez durante su primer viaje a Italia en 1629 de la Última Cena, que Tintoretto pintó para la Scuola Grande di San Rocco en Venecia, la cual se conserva en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Gracias al detallado seguimiento histórico de la obra a través de los inventarios conservados en el Archivo General de Palacio y de la Real Academia, y a una serie de reflexiones estilísticas sobre ésta, los autores demostraron que el cuadro de la Academia de San Fernando es el que sin duda estaba en 1666 en el Alcázar de Madrid atribuido a Velázquez por su propio yerno, Juan Bautista Martínez del Mazo.
Posteriormente a la aparición del artículo en Archivo Española de Arte, una de nuestras revistas más importantes a nivel internacional, la obra fue restaurada en el IPCE, dando los técnicos del Instituto fé de la calidad de la pintura y señalando que “Al ponerse en valor la superficie pictórica se han descubierto detalles que señalan a un pintor de altísimo nivel”, tal y como declararon al periódico ABC. Estos daban un 99% de posibilidades a que el lienzo fuera una obra salida de los pinceles de Velázquez. Quedaba por tanto tan solo un último paso para consolidar la atribución del lienzo de la Academia a Velázquez. Éste era que los expertos del Museo del Prado dieran su visto bueno tanto al texto de los especialistas, como a los informes de los restauradores del IPCE. Sin embargo, pese a lo documentado del caso y al acuerdo de historiadores del arte y restauradores, esa “bendición” final de la que hablabamos al principio no se produjo… Y es que doctores tiene la Iglesia…
¿Vosotros que opináis después de leer el artículo y la entrevista a los restauradores? Como siempre atenderemos a todos vuestros comentarios en Twitter.